Daniel Gómez (ALN).- España como democracia “plena, sólida y madura”. Como economía abierta y competitiva. Los españoles, “pacíficos y solidarios”. Estos tres mensajes, de marcado carácter patriótico, vertebraron el primer discurso de Felipe VI en Davos. Como exige la situación, también se refirió al independentismo en Cataluña, pero más allá de lo mediático, el tema apenas tuvo relevancia en su ponencia.
El primer discurso de un Jefe de Estado español en el Foro Económico Mundial comenzó con una advertencia: “España es un gran país. Permítanme una dosis de orgullo nacional”, dijo el rey Felipe VI este miércoles en Davos, Suiza.
Orgullo por “el clima, la buena comida y el fútbol”. Porque España es uno de los países “más pacíficos y más seguros”. Porque “no hay mejor industria turística que la española”. Orgullo por el pueblo, “solidario, abierto y amistoso”. Por la economía, que mejora, que se abre y que es más competitiva. Y orgullo por la democracia, “plena, sólida y madura”.
Algunos dirán que tanto elogio es de vanidoso, pero como dijo una vez el escritor Gabriel García Márquez, “si Tarzán se mira los músculos al espejo no es de vanidoso, sino de orgulloso”. Y como Tarzán, Felipe VI describió a España ante la élite empresarial como nunca antes, “abandonando antiguos clichés y leyendas”.
Es la primera vez que el Rey interviene en Davos, el foro más influyente en cuestiones de economía y liderazgo del planeta. Su discurso, en inglés y de 15 minutos, fue singular por varios motivos.
Uno de ellos es que no utilizó la jerga burocrática que acostumbran los políticos españoles y se dirigió a la audiencia como iguales. El mensaje con el que cerró la ponencia dice mucho al respecto: “Es posible que muchos de ustedes no consideren tan necesario este discurso. Tal vez sean alguno de los 82 millones de personas que visitan nuestro país y saben cómo es. Lo que les sugiero es que sigan visitando España. Inviertan en nuestra historia de éxito. Harán que esto sea valioso”.
También fue singular la manera en que abordó la crisis en Cataluña. Su tono para nada fue rudo. Firme, eso sí, pero sobre todo explicativo. “Ha habido un intento de socavar las normas básicas de nuestra democracia. Los desacuerdos y disputas políticos deben ser resueltos con las normas y valores democráticos recogidos en la Constitución. Este es el pilar clave de nuestra existencia pacífica y democrática. Las leyes se aplican de manera cabal”.
No fueron palabras vacías
Antes de eso, el monarca recordó que España es una de las democracias más sólidas y consolidadas del planeta. “El último índice de la Unidad de Inteligencia Económica [elaborado por The Economist] ha concluido que sólo hay 19 democracias plenas. España es una de ellas. Eso habla por sí mismo de lo sólida y madura que es nuestra democracia”, dijo el Rey.
La dosis de orgullo nacional de Felipe VI no se compuso de elogios vacíos. Sostuvo que España es uno de los países más seguros del mundo porque cuenta con “una de las tasas de delincuencia más baja”. Porque los servicios públicos, el transporte, la educación y la atención sanitaria “son de confianza”.
«La mejora económica debe reducir las brechas y tener un crecimiento más influyente”
Recordó que España es un pueblo solidario porque los españoles están a la cabeza en el campo de donaciones de órganos. Y también que es el país con mejor esperanza de vida en Europa y el cuarto del mundo en este sentido.
Pero no todo fueron buenas palabras. También hubo llamadas de atención. Y es que tras la crisis económica, el nivel de vida en España disminuyó al tiempo que crecía el desempleo. “España es uno de los países a la cabeza del mundo. Sin embargo, hay que decir que esta mejora económica debe reducir las brechas y tener un crecimiento económico más influyente”.
Europa fue otro de los puntos destacados en el discurso del Rey. El ánimo de España es “refundar la Unión Europea”, expresó. Su propósito, y el del resto de fuerzas políticas de España, dijo, es lograr una colaboración entre los miembros más eficaz y estrecha. Una trasformación que debe irse dando poco a poco.
En este apartado también enalteció el papel de España. Por un lado, diciendo que el buen ritmo económico “impulsa el crecimiento de la Unión Europea”. Y por otro, destacando los logros particulares de la nación en las tres décadas de relación con la UE. Aquí el Rey mencionó el papel de España para fortalecer los vínculos entre Bruselas y América Latina.