(EFE).- El rey de España subrayó este martes que una Europa unida es una condición imprescindible para lograr el progreso y evitar «el declive, la fragmentación e, incluso, la confrontación» que llevó al continente en otros tiempos a momentos «más dramáticos».
Felipe VI defendió una Europa «más unida, democrática y próspera» en su discurso en la cena de gala que, junto a la reina Letizia, ofreció en el Palacio Real de Madrid al presidente de Italia, Sergio Mattarella, con motivo de su visita de Estado a España.
En un mensaje con continuas referencias a la Unión Europea y a la contribución que España e Italia hacen al proyecto comunitario, el monarca destacó el importante papel desempeñado por la UE para hacer frente a la pandemia, así como en la salida de la crisis económica con los fondos de reconstrucción.
«No debemos desfallecer en esta tarea de enfrentarnos a las consecuencias de la pandemia y de sentar las bases que nos permitan mirar hacia adelante con esperanza y optimismo«, animó.
Para hacer frente a estos retos, el rey reivindicó la importancia de que Europa sea «un ejemplo útil y virtuoso para el resto del mundo» y de que España e Italia empujen en esa dirección con «determinación».
«Una Europa unida es necesaria para lograr el progreso y el bienestar de nuestras sociedades y para eludir el declive, la fragmentación e, incluso, la confrontación que llevaron a los europeos en otros tiempos a los momentos más dramáticos de nuestra historia», advirtió el monarca.
También se felicitó por que la relación entre España e Italia esté presidida por «la lealtad a la defensa de la libertad, el respeto y la promoción de los derechos humanos, la equidad social y el respeto a la justicia».
Según el rey, «sin Italia no hay Europa», así que abogó por avanzar hacia «un mayor entendimiento y una cooperación más estrecha, si cabe», con España.
Mattarella, a su vez, se refirió al Mediterráneo, «un mar repleto de oportunidades», que sólo se podrán aprovechar si se consigue «trabajar más decididamente, todos juntos, por la estabilización de los países y el desarrollo de los pueblos que lo habitan».
Compartió que la relación entre España e Italia está marcada por «una hermandad de excepcional proximidad» y por «sólidos cimientos».
Recordó que los dos países sufrieron en el siglo XX «episodios dramáticos», en alusión a la II Guerra Mundial y a la Guerra Civil española, pero ambos pueblos fueron capaces de superarlos «al comprometerse con éxito en una reconstrucción que fue en primer lugar civil y moral y que culminó para ambos en el regreso a la democracia».