Oscar Medina (ALN).- Pinche Gringo tiene dos locales en Ciudad de México y recientemente ha decidido dar preferencia a los deportados por Estados Unidos a la hora de contratar personal. Para los propietarios es una manera de echar una mano a estas personas a quienes les cambió la vida de un día para otro y así, de paso, aprovechan la oportunidad de contar con gente formada al estilo americano.
Un músico mexicano y un neoyorquino fanático de la tecnología concretaron un sueño en 2013: instalar en la Ciudad de México un lugar para comer BBQ al estilo americano. Ahora ayudan a otros a superar una pesadilla: la de haber sido expulsados de Estados Unidos. Es un aporte pequeño, pero constituye un ejemplo interesante que otros bien pudieran seguir.
Roberto Luna y Dan Defossey crearon Pinche Gringo, una suerte de pequeño rincón de Estados Unidos en la Colonia Narvarte, en el corazón de la capital mexicana. Hasta allí condujeron al Silver Twinkie, un food truck que adquirieron en la ciudad de McAllen, Texas, tras 15 horas de viaje. Y no pasó mucho tiempo para que encendieran las parrillas: “Un 13 de diciembre de 2013 abría sus puertas en la Colonia Narvarte un concepto gastronómico que cambiaría la manera de comer carne y llevaría el sabor y experiencia del auténtico BBQ americano a todos los paladares de la Ciudad de México”, contaron en su blog al celebrar aniversario: “Hace justamente cuatro años, Pinche Gringo BBQ estaba listo y armado con un despampanante ‘Silver Twinkie’ para servir deliciosas costillas, pulled pork, brisket y salchichas preparadas con amor, con dedicación y procesos artesanales de ahumado… pura calidad”.
Con el tiempo y mucho empeño devino en un “clásico” de la zona. Y el año pasado se expandió con un segundo establecimiento al que llamaron Pinche Gringo Warehouse, en la Colonia Anáhuac, un local con suficiente espacio como para organizar presentaciones de música en vivo, shows de comedia (en inglés) y hasta jueves de ping pong.
Lo que ha hecho que salten a las noticias por estos días es la reciente práctica de contrataciones, reseñada por el diario Los Angeles Times: siete de los 50 empleados son personas deportadas de Estados Unidos o que por razones de fuerza tuvieron que regresar a México.
Bienvenidos a casa
Dan Defossey le explicó a ese diario que lo que está haciendo es una respuesta al endurecimiento de la política migratoria emprendida por la Administración de Donald Trump. Se estima que en 2017 cada mes fueron deportados más de 11.000 mexicanos: “Es nuestro gobierno. Y me siento responsable por eso”, dijo. “Te preguntas a ti mismo: ¿qué puedo hacer?”.
La respuesta que encontró a su preocupación fue entender que estos mexicanos que vivieron muchos años trabajando al otro lado de la frontera, que aprendieron oficios y asimilaron el estilo estadounidense de hacer las cosas, podían aportar mucho al negocio y al ambiente de Pinche Gringo que es, además, un lugar muy visitado por los americanos radicados en Ciudad de México.
No es, por supuesto, una obra de caridad: es trabajo. Y ayuda. Los deportados no la tienen fácil en su propio país: por algo cruzaron persiguiendo un destino diferente. Y al regresar en contra de su voluntad después de tanto tiempo se encuentran con el hecho de que sentirse en parte estadounidenses termina por hacer más dura la reinserción en el sistema mexicano.
Ahí está el caso de Miguel Martínez, quien emigró de forma ilegal a los 14 años, empezó lavando platos en un restaurante de Nueva York y terminó dirigiendo una cocina gourmet en Boston. Para él, trabajar en Pinche Gringo es como estar en Estados Unidos: “Puedo escapar de mi realidad por un buen rato”.
Hacer esto no estaba en los planes de Defossey, un exempleado de Apple que vive en México desde 2009. Pero ahora los repatriados están en la lista de preferidos a la hora de contratar nuevo personal para los locales de Pinche Gringo. Así, la “diplomacia” del BBQ se anota puntos a su favor.