Pedro Benítez (ALN).- El régimen chavista busca obtener por medio del cierre de centros electorales lo que no puede ganar por los votos. Faltando horas para las elecciones de gobernadores el CNE, controlado por el oficialismo, decidió reubicar 271 centros electorales en 16 estados del país donde el voto opositor es clara mayoría. Un ejemplo de cómo la viveza criolla desafía la inteligencia, porque esta maniobra refuerza la ilegitimidad del gobierno de Nicolás Maduro.
El filólogo polaco-venezolano Ángel Rosenblat afirmaba que: “No hay nada más alejado de la verdadera inteligencia que la viveza”. No fue el único académico latinoamericano que consideraba la denominada “viveza criolla” como uno de los males (tal vez el principal) de la región. La picardía por encima del trabajo, el timar al contrario en vez de cumplir lo previamente acordado, el irrespeto por las reglas, manipular las normas, burlarse de la ley con el fin de salirse con la suya y demostrar que se es “más vivo” que los demás: esto ha sido celebrado por todas las clases sociales de Latinoamérica desde hace siglos, pero como conducta se ha asociado a la pobreza, el subdesarrollo y el autoritarismo.
Los gobiernos despóticos y, de un tiempo para acá, los populistas se han caracterizado precisamente por su empeño en imponer la ley del más fuerte o del más vivo. En ese sentido el proyecto político chavista en Venezuela se regodea por haber hecho de la viveza criolla una parte importante de su repertorio de prácticas políticas.
Más de 700.000 electores ven afectado su derecho a ejercer el sufragio, pues no podrán votar en el sitio donde tradicionalmente lo han hecho
El más reciente ejemplo de esto está en pleno desarrollo. Faltando horas para las elecciones de gobernadores el Consejo Nacional Electoral (CNE), controlado por el oficialismo, decidió, violando sus propias normas, reubicar (hasta el momento de redactar esta nota) 271 centros electorales en 16 estados del país alegando razones de seguridad.
Con esta decisión más de 700.000 electores ven afectado su derecho a ejercer el sufragio, pues el día de la elección no podrán votar en el sitio donde tradicionalmente lo han hecho sino en otro que en varios casos queda a ocho kilómetros de distancia. Y esto sin mayor información por parte del ente electoral nacional.
¿En qué coinciden esos 271 centros electorales? En los últimos procesos el voto allí ha sido ampliamente favorable a la oposición, en ocasiones en una proporción de 80 a 20.
¿Prohíbe con esto el CNE que la base opositora vote en los comicios regionales? No. Pero evidentemente lo dificulta.
La muy latina viveza criolla en acción. Previamente el Poder Electoral venezolano impidió que la tarjeta de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), partido formalmente registrado, postulara las candidaturas unitarias de la oposición y además no aceptó que los aspirantes derrotados en las primarias para elegir los candidatos a gobernadores pudieran concretar la renuncia a sus respectivas postulaciones, para así sumar el respaldo de sus partidos a la candidatura unitaria de cada estado.
#CARABOBO consulta aquí los centros de votación que el CNE reubicó arbitrariamente y VOTA este #15Oct pic.twitter.com/knFYcSt5oc
— Unidad Venezuela (@unidadvenezuela) 12 de octubre de 2017
A lo anterior se suman las prácticas institucionalizadas en el tiempo como manipular el Registro Electoral Permanente, restringir el acceso opositor a los grandes medios de comunicación social, inhabilitar potenciales candidatos y otras de tipo extraelectoral como amenazar, por boca del propio Nicolás Maduro, con que los gobernadores electos que no se sometan a la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) no serán reconocidos.
Cadena de obstáculos
Con esta sucesión de obstáculos a la democracia se busca promover la abstención y los votos nulos calculando que esto favorezca las candidaturas oficiales.
En esencia nada de esto es nuevo. Es parte del estilo ambiguo entre democracia y autoritarismo que ha sido la marca de fábrica del chavismo desde que se instaló en el poder hace casi dos décadas y, entre otras consecuencias, ha hecho que todas las elecciones agraven los conflictos políticos del país en vez de resolverlos. Mientras fue mayoría esa ambigüedad le fue útil como excusa, ahora que es minoría es la fuente pública de su ilegitimidad.
Pero en esta ocasión en concreto el régimen chavista busca obtener por medio de los votos nulos y la abstención opositora lo que no puede ganar por los votos.
Con los cual tenemos aquí un ejemplo práctico de cómo la viveza criolla desafía la inteligencia. En el fondo, independientemente de los resultados del próximo domingo 15 de octubre, todas estas maniobras ponen en evidencia el intento oficial por disimular el rechazo de la abrumadora mayoría de los venezolanos por su gobierno y demás instituciones que le respaldan. Este es el origen de todas las presiones internacionales en su contra.
El régimen chavista busca obtener por medio de los votos nulos y la abstención opositora lo que no puede ganar por los votos
El régimen que encabeza el presidente Nicolás Maduro convoca elecciones y además usa eso como su principal coartada para demostrar que en el país hay democracia. Pero al mismo tiempo manipula las condiciones del proceso para que estas no sean justas, ni libres, ni trasparentes.
Con esto se ha creado un dilema en la oposición del cual el régimen saca partido. ¿Votar o no votar? ¿Hasta dónde votar legitima estas prácticas antidemocráticas? Y si no se vota, ¿qué otro recurso efectivo le queda a la oposición?
Pero al final el resultado es el mismo: Maduro refuerza su ilegitimidad, porque es prisionero de su propia coartada democrática.