Oscar Medina (ALN).- El narcotraficante colombiano construyó una mansión en la Riviera Maya que quedó abandonada tras su muerte. Fue adquirida muchos años después por un galerista de arte neoyorquino que la transformó en un exquisito hotel de playa y selva: Casa Malca.
El lugar es un derroche de buen gusto, lujo y comodidad. Está ubicado frente al mar, en una zona muy exclusiva, y con sólo ver las fotos de las esplendorosas habitaciones, el diseño interior, las piezas de arte y la playa refulgiendo en azul allá al frente, se entiende de inmediato que esto es otro nivel en materia de turismo. Pero la otra referencia, la que le ha dado cierta fama, viene por la historia que hay detrás: la casa original donde hoy se asienta el hotel Casa Malca perteneció al narcotraficante colombiano Pablo Escobar.
Es casi una leyenda que se cuenta por relatos y que se da por cierta. En 1992 comenzaron a construir una casa en un terreno alejado en Tulum, en el estado de Quintana Roo. Es decir, en la península de Yucatán. Tulum, para entendernos mejor, fue una ciudad maya y está situada en la costa caribeña de México. Forma parte de lo que se conoce como la Riviera Maya. Esto es: playas, ruinas mayas, cenotes, sol y fiesta.
La propiedad se alzó en un lugar a 15 kilómetros de la zona arqueológica de Tulum y muy cerca de la entrada a la reserva ecológica de Sian Ka’an. De acuerdo a una investigación del portal Infobae, constaba de dos casas en un terreno de tres hectáreas y todo estaba avaluado en 17 millones de dólares. Pero en 1992, era un lugar remoto, ideal para disfrutar lejos de miradas curiosas. Y por ese entonces el narcotraficante colombiano mantenía buenas relaciones de negocios con Amado Carrillo Fuentes, el capo mexicano mejor conocido como “El señor de los cielos”.
El rastro de Pablo Escobar
Infobae da cuenta de tres relatos que alimentan la creencia de que, en efecto, el propietario era Escobar. Uno dice que se le vio llegar una noche en avioneta a supervisar las obras; otro señala que el servicio de electricidad se le suministró sin dilaciones en una sola noche; y el tercero que los muros que rodeaban la casa eran lo suficientemente gruesos como para resistir cualquier asedio a balazos.
Casa Magna fue el nombre original. Obviamente, no existió nunca un documento que acreditara la propiedad a Escobar: los narcos no hacen esas cosas. Pero el capo colombiano murió el 2 de diciembre de 1993 y a partir de ahí Casa Magna quedó casi abandonada y envuelta en el misterio.
En 1997 la Fiscalía Federal de México se hizo con el resguardo del lugar. En 2002 pasó a manos del Servicio de Administración de Bienes Asegurados, ente encargado de subastar las propiedades incautadas al narco. Tres años más tarde, la empresa Amansala obtuvo la propiedad y la transformó en el Casa Magna Amansala Eco Chic Resort. En 2008, de la nada, apareció una mujer de Jalisco reclamándola como suya y en una operación poco clara Casa Magna fue a dar a manos de un abogado que también adquirió seis hoteles vecinos. El valor de todo se estimó en ese momento en 50 millones de dólares.
No hay rastro alguno de Escobar ni de la estética narco que puebla el imaginario colectivo
Lio Malca, un famoso galerista y coleccionista de arte neoyorquino a quien se identifica como el “descubridor” de artistas como Jean-Michel Basquiat y Keith Harring, compró Casa Magna en 2012. La idea inicial fue convertirla en residencia vacacional. Enamorado de la zona en la primera visita, buscó casas en venta y terminó fijando su empeño en Casa Magna: “No podía creer que en el mundo existiera una propiedad así que no hubiera sido adquirida por alguna gran corporación”, le dijo a Cool Hunting.
Y como era de esperarse, empezó a recibir cada vez más y más visitas, hasta que en 2015 la convirtió en el hotel boutique Casa Malca, con apenas nueve habitaciones.
Modelos en reposo
La turbia historia pasa a ser una anécdota que le imprime apenas un toque de morbo. No hay rastro alguno de Escobar ni de la estética narco que puebla el imaginario colectivo. Este lugar está signado por el buen gusto.
Así describen el entorno en la web del hotel: “Ubicada en el pueblo mágico de Tulum alejado de las grandes ciudades y con un paisaje de sueño: rodeado de arena blanca, aguas cristalinas y una densa jungla. Las noches iluminadas por las estrellas desaceleran las horas y el sol que sentimos sobre la piel salada nos hace perder en los días”.
Y así “la casa”: “Sobre este escenario de vacaciones ideales, su propietario Lio Malca creó un lugar único. Un hotel de lujo donde te dejarás mimar con el servicio atento y dedicado, podrás disfrutar de la máxima privacidad y entrar en la realidad alternativa que el diseño y la decoración de la propiedad construyen. Con parte de su colección personal de arte contemporáneo distribuida por los varios espacios, Lio creó un nuevo concepto de galería. Donde puedes convivir con obras de arte, por el número de noches que elijas. Obras de arte dignas de cualquier museo que estarán en las paredes de tu habitación, en los pasillos y áreas comunes”.
Casa Malca cuenta hoy con 41 suites y habitaciones de playa. En la casa original están las llamadas Master Suites, espaciosas, con una decoración que combina lo moderno y lo vintage, con obras de arte especialmente elegidas y vistas privilegiadas del mar. Y a lo largo de 200 metros sobre la arena y frente a la playa están las Junior Suites construidas bajo la administración de Lio Malca siguiendo el estilo arquitectónico de la fundación.
Abundan las zonas de relax, con alfombras y singulares columpios en el marco de frondosos jardines. También hay dos piscinas, una interna y otra externa a pleno sol que se comunican mediante una escalera. Y en materia gastronómica, hay tres restaurantes –Filosofía, Ambrosía, MGrill y MPastry– en los que no falta, por supuesto, la comida basada en ingredientes y recetas locales con un toque contemporáneo de la gastronomía europea.
Difícil que la referencia a Escobar se olvide. Pero también hay que fijarse en visitantes más recientes, como las supermodelos Elle Mcpherson y Georgia May Jagger, recostadas en un sofá-columpio; o en la actriz Cara Delevigne, quien escogió celebrar allí su cumpleaños en 2017.