Juan Carlos Zapata (ALN).- Alberto Fernández y Rafael Correa tuvieron un pequeño pero intenso debate. En el punto sobre la OEA y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, CIDH, y la Corte Interamericana de Derechos Humanos, el presidente electo de Argentina no quiso comprarle el discurso al expresidente de Ecuador que pretende dinamitarlo todo.
Es como se dice: más papista que el Papa. Esa fue la posición de Rafael Correa en torno a la Organización de Estados Americanos, OEA, y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, CIDH, y la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Para Correa, todo es malo dentro de la OEA. Porque “tiene problemas base” como que la sede está en Washington, o que el financiamiento lo recibe de Estados Unidos, y esto ya lo define todo, al punto que Correa apela a una vieja frase de Fidel Castro, el fallecido dictador de Cuba, de que la OEA es el ministerio de las colonias.
Alberto Fernández admite que la OEA parece más la organización de estados de Norteamérica que la Organización de Estados Americanos, pero aun así se puede perfeccionar, “no podemos resignarnos a perder la OEA. Hay que trabajar para perfeccionarla”. Lo otro es “entregar las instituciones”. Este es un Fernández más pragmático. Aunque Correa quería encarrilarlo por la vía radical.
Todo ocurrió en la entrevista que la hizo Rafael Correa a Alberto Fernández en el canal ruso RT. Se pasearon por diversos temas. Pero el encuentro se puso intenso cuando abordaron el punto de la OEA. Entonces aquí Alberto Fernández, pese a coincidir que la activación del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) para promover una intervención contra Venezuela es un acto “vergonzoso”, señaló que “también es cierto que la OEA tuvo una actitud interesante abogando por la libertad de Milagros Salas en Argentina. Pidiendo la libertad de Milagros Salas”. Milagros Salas es una dirigente indígena. Fue entonces cuando lo interrumpió Correa, requiriendo si había sido la OEA o la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
-Tienes razón, fue la CIDH, dijo Fernández.
Y Correa enfió por allí. “Es que viene otro problema. El sistema interamericano de derechos humanos. La CIDH funciona a veces como una ONG. Repleta de voluntarismo. Sin respetar el marco legal”.
La crítica de Correa no llegó hasta allí. Volvió con un argumento de los que él llama problemas de base. Y es que La CIDH también funciona en Washington. También la financia EEUU y la financia Europa que no es parte del sistema interamericano. Alberto Fernández, abogado, hijo de juez, intentaba hablar y Correa no lo dejaba. EEUU y Europa pagan para que controlen a los latinoamericanos, señalaba Correa. Y Fernández oía, queriendo intervenir. Y Correa seguía. “Y tenemos a la Corte con sede en San José. Estados Unidos no ha ratificado el Pacto de San José. Y sus decisiones no son vinculantes para los Estados Unidos porque no ha ratificado ninguno de los instrumentos de derechos humanos”. Por fin Alberto Fernández pudo decir que:
La Corte y la Comisión han hecho cosas muy importantes en América Latina.
Y Correa para no quedarse atrás dijo: Sí, pero muy contradictorias.
Alberto Fernández, ya tomando la iniciativa puntualizó:
En la dictadura, para nosotros en Argentina, la Comisión y la Corte hicieron cosas muy importantes.
Y Correa otra vez para no quedarse atrás dijo: La Corte es otra cosa.
Y Alberto Fernández ya metido en el tema continuó: Para los argentinos la Comisión ha sido muy importante lo que hizo en la dictadura. Fue la primera vez que se puso blanco sobre negro el problema de la desaparición forzada de personas.
Alberto Fernández admite que la OEA parece más la organización de estados de Norteamérica que la Organización de Estados Americanos, pero aun así se puede perfeccionar, “no podemos resignarnos a perder la OEA. Hay que trabajar para perfeccionarla”. Lo otro es “entregar las instituciones”. Este es un Fernández más pragmático. Aunque Correa quería encarrilarlo por la vía radical.
Y Correa intransigente comentó: Dictaduras impuestas por los EEUU y después la CIDH se hizo cargo de los muertos y heridos de esa dictadura y la CIDH tiene sede en EEUU.
Y Alberto Fernández sin dar marcha atrás comentó: Más recientemente ha tenido una posición muy digna en la detención de Milagros Salas.
Y Rafael Correa ya resignado, al no poder encarrilar a Alberto Fernández, dijo: “Unas son de cal y otra son de arena”.
Aquí, evidente, le faltó tacto a Correa. Estaba tocando un tema delicado para los argentinos. Dictadura, los desaparecidos, derechos humanos.
Para cerrar el tema de la OEA y la unidad latinoamericana, un realista Alberto Fernández propuso que la primera premisa es lograr la unidad. Y que la unidad ocurra más allá de desavenencias ideológicas. Y dijo que la tercera premisa, o tal vez esta sea la primera, es la no intervención. “La no intervención en los asuntos internos de nuestros Estados. No somos quienes para meternos a resolver los problemas que tiene cualquier país. A mí me molestaría mucho que cualquier país de latinoamericano se metiera a resolver los problemas de los argentinos”.