Daniel Gómez (ALN).- Entre el 25 y el 28 de octubre los mexicanos votarán si continúa la construcción del nuevo aeropuerto, defendido con firmeza por el magnate Carlos Slim, y rechazado por el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador. Será una consulta histórica, porque por primera vez los ciudadanos deciden el futuro de una obra. Pero lo que verdaderamente está en juego es un duelo de poder.
Los mexicanos se organizan para votar. Otra vez. Les ocupa una consulta vinculante para ver si continúa, o no, la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de Ciudad de México. Se celebrará entre el 25 y el 28 de octubre y se presenta como un duelo de poder entre el hombre más rico del país, Carlos Slim, y el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador.
“Lo que quiero es que me ayuden los mexicanos a decidir si seguimos construyendo el aeropuerto en Texcoco o hacemos dos pistas en la Base Militar de Santa Lucía. Todo esto para resolver el problema de saturación del actual aeropuerto y que se tome la mejor decisión”, dijo el mandatario electo.
López Obrador es el impulsor de esta iniciativa, insólita por muchos motivos. A efectos prácticos, todavía no es presidente, pues toma posesión el 1 de diciembre. Pero aun así, dice que la votación es vinculante. Además, la consulta, cuyo costo es de 80.000 dólares, se financiará con donativos de los legisladores. Tampoco hay referencias en el mundo de que un legislador consulte al pueblo sobre el futuro de una obra.
La construcción del nuevo aeropuerto ubicado en Texcoco fue aprobada por el gobierno de Enrique Peña Nieto, aún en la Presidencia. El proyecto cuenta con la bendición de la calificadora Moody’s. De los ingenieros y arquitectos mexicanos. Del consejo de empresarios. Y también del magnate Slim, quien es, de paso, el principal inversor del aeropuerto.
El Gobierno ha suscrito 321 contratos hasta la fecha, los cuales suman 7.800 millones de dólares. De ese dinero, 3.900 millones corresponden al consorcio liderado por el Grupo Carso de Slim.
La batalla de López Obrador
Pese a que todos han advertido que paralizar la obra es una mala idea, López Obrador insiste en celebrar la consulta. Argumenta que ese aeropuerto supone un gasto excesivo. Según sus cálculos, cuesta más de 15.000 millones de dólares. “Eso es más de la mitad del gasto público nacional de un año, por lo que es de vital importancia que todos los mexicanos participen en la consulta ciudadana”, sostiene su equipo en una nota de prensa.
La posición de López Obrador respecto al aeropuerto ha variado con el tiempo. Primero dijo que nada más llegar a la Presidencia, paralizaría la obra. En campaña afirmó que era “un nido de corrupción”, que la infraestructura era “excesiva, cara y lujosa”. Y, por si fuera poco, escribió una historieta en la que detallaba todas estas quejas.Un aeropuerto que no debe aterrizar, la tituló.
Ante la amenaza, Slim, que es poco dado a comparecer en público, y menos para temas tan políticos, organizó una rueda de prensa en la que defendió la construcción del nuevo aeropuerto. “Es una cuestión de futuro”, defendió. Para el empresario, la obra será “un detonante” que llevará a México al desarrollo.
López Obrador: “Lo que quiero es que me ayuden los mexicanos a decidir si seguimos construyendo el aeropuerto en Texcoco o hacemos dos pistas en la Base Militar de Santa Lucía”
Por el contrario, la propuesta alternativa de López Obrador, quien defiende compaginar el aeropuerto Benito Juárez con la pista militar de Santa Lucía, a las afueras de la capital, es, según Slim, una mala idea para el país. El empresario alegó problemas de comodidad. “Vamos a tener a los turistas perdiendo al menos una hora o más de su tiempo”, dijo.
A esta queja se sumó un estudio del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés), el cual explica que el aeropuerto Benito Juárez y el de Santa Lucía no podrán coexistir por la interferencia del espacio aéreo entre uno y otro.
“Resultaría en la creación de un sistema de espacio aéreo severamente congestionado y complicado que probablemente incrementaría las ya importantes demoras del tráfico aéreo y problemas operativos, que impedirían satisfacer la demanda futura de aviación en el área metropolitana de la Ciudad de México”, explicó el MIT.
Ya como presidente electo, y tras sopesar las quejas de Slim, López Obrador designó un equipo técnico para evaluar la cancelación de las obras. México perdería 5.300 millones de dólares. 3.102 millones en proyectos ya ejecutados y los 2.118 millones restantes en gastos no recuperables. Ese fue el veredicto de los ingenieros del gobernante.
La gente prefiere el aeropuerto de Slim
Con datos así no es de extrañar el resultado de la encuesta que realizó la firma mexicana Consulta Mitofsky en diciembre. 42% de los entrevistados dijo estar a favor de continuar con las obras del nuevo aeropuerto. Apenas 19,4% respaldó la propuesta de López Obrador de cancelar la obra y hacer dos pistas civiles en la base aérea militar de Santa Lucía, y mantener la actual terminal aérea.
Aun así, habrá consulta. “Dada la saturación del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, ¿cuál opción piensa usted que sea mejor para el país?”. Uno: “Reacondicionar el actual Aeropuerto de la Ciudad de México y el de Toluca y construir dos pistas en la base aérea de Santa Lucía”. Dos: “Continuar con la construcción del Nuevo Aeropuerto en Texcoco y dejar de usar el actuar Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México”.
Esas son las opciones de la consulta de López Obrador. Habrá 1.073 mesas de votación en 538 municipios de México, donde habita el 79% de la población total. Habrá cuatro días para votar, y basta con presentar la credencial de elector. A partir del 28 de octubre, los resultados se conocerán por la web mexicodecide.com.mx.
No está habiendo una campaña como tal. La aparición de Slim fue lo suficientemente poderosa, ya que luego llegaron los avales de los empresarios, ingenieros y arquitectos. También la rectificación de López Obrador, quien suavizó su postura frente al aeropuerto. No sólo no desiste, sino que insiste con su propuesta alternativa. Y con el referéndum ciudadano.