Pedro Benítez (ALN).- El anuncio de su Gabinete ministerial por parte del presidente electo de Chile, Gabriel Boric, así como sus recientes declaraciones públicas, han deparado sorpresas y alguna polémica.
Por ahora, ante el flamante mandatario electo (que tomará posesión el próximo 11 de marzo) hay tres posiciones. Los optimistas, los escépticos y los críticos. Estos últimos han surgido, tal vez, inesperadamente a su izquierda.
Los optimistas ven con entusiasmo los primeros pasos como gobernante de Boric y consideran genuino el giro hacia la centro izquierda que hizo durante la segunda vuelta de las recientes elecciones presidenciales chilenas.
Está apreciación parece ser corroborada por la designación de su equipo de Gobierno. En medio del fuerte contenido simbólico de un Gabinete constituido por 14 mujeres y 10 hombres, entre las que se cuenta Maya Fernández, nieta de Salvador Alllende, en el Ministerio de la Defensa, hay dos nombramientos claves efectuados por Boric: Mario Marcel, como ministro de Hacienda y Antonia Urrejola en Relaciones Exteriores.
De 62 años, Marcel fue presidente del Banco Central designado por la expresidente Michelle Bachelet en 2016 y luego ratificado por el hoy mandatario saliente Sebastián Piñera. Partidario de la moderación fiscal, y uno de los creadores de la regla del superávit fiscal, su nombramiento ha sido un mensaje que la comunidad empresarial chilena ha recibido muy positivamente. Punto para Boric que se asegura un inicio de mandato sin sobresaltos económicos, pese a las dificultades fiscales que hereda de Piñera.
Por su parte, Antonia Urrejola, de 53 años, es una abogada con larga experiencia en instituciones vinculadas a la defensa de los derechos humanos. Exasesora de José Miguel Insulza, durante sus dos periodos en la Secretaría General de la OEA, en 2017 fue elegida por la OEA como integrante de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), y en 2021 se convirtió en la primera chilena en presidir ese organismo. Aquí Boric manda un mensaje al exterior.
Sin improvisados
Pero, aparte de no ser unos improvisados en las materias que les competen, Urrejola y Marcel tienen otro aspecto en común: los dos han estado muy vinculados al Partido Socialista, uno de los damnificados por el proceso político en desarrollo desde el denominado estallido social de octubre de 2019. Este es otro mensaje que ratificaría la percepción de los optimistas. Boric parece decidido a gobernar en la centroizquierda, con un estilo algo similar a los (hoy) tan criticados gobiernos de la Concertación. Moderación y cierto pragmatismo.
Hay, además, otra señal importante a destacar; Boric ha designado equipo de gobierno él. Casi en solitario. Más allá, y por encima, de la alianza constituida por el Frente Amplio y el Partido Comunista que lo llevó a ganar la elección del pasado 19 de diciembre.
De modo que en esta interpretación de las cosas la trayectoria del joven presidente es muy clara, derrotó en las elecciones primarias de la izquierda al favorito, filo chavista y candidato comunista, Daniel Jadue, presentándose como la opción más potable al electorado chileno y en esos términos se ha manejado desde entonces.
Sin embargo, para los escépticos las designaciones ministeriales del próximo inquilino de La Moneda son parte de un plan. De una estrategia bien pensada. En la misma el Gobierno de Boric se desarrollará en dos tiempos. Una primera etapa de moderación con la Constitución vigente y con un Congreso donde la centroderecha controla la mitad de los escaños de las dos cámaras.
Una segunda etapa
Luego vendría una segunda etapa, una vez que la actual Convención Constituyente termine la labor que la ha sido encargada (posiblemente el próximo mes de julio) y un referéndum “de salida” apruebe la nueva carta magna que reemplace, definitivamente, al texto constitucional de 1980. A partir de allí, Boric y sus aliados pondrán en marcha sus verdaderos propósitos: instaurar un nuevo régimen político que asegure la modificación del actual modelo económico. Ese sería el segundo tiempo para las reformas radicales (o revolucionarias).
Después de todo, esto fue lo que Boric y su grupo ofrecieron. Y por eso han votado, consistentemente, la mayoría de los electores chilenos, persuadidos de que son víctimas de una injusticia intolerable.
Concretamente, el Gobierno de Boric se aseguraría que la seguridad social no sea más nunca un negocio, y que la salud pública no pueda ser parte de una actividad mercantil. Él y sus compañeros de viaje consideran que ese es el modelo social europeo que pueden implantar en Chile. Es otra discusión que estas dos premisas sean ciertas.
Como probablemente la entrada en vigencia de la nueva constitución obligaría a renovar ciertos poderes públicos, Boric dispondrá de un amplio poder político. Como nadie lo ha tenido en Chile desde el retorno de la democracia en 1990.
Las críticas de la izquierda
No obstante, esta interpretación de las cosas no se corresponde con la designación de Marcel en Hacienda. El nuevo ministro es partidario de reformar el actual sistema de pensiones pero sin estatizarlo, ni destruir el mercado de capitales que genera. Los polémicos fondos de pensiones privados (AFP) llegaron a manejar antes de la pandemia más de 200.000 millones de dólares, el 75% del PIB chileno. Un monto que le da a Chile una estabilidad económica que no tiene ningún otro país de Latinoamérica fuera de Brasil con sus gigantescas reservas internacionales.
Boric se ha comprometido a terminar con las AFP. “La seguridad social no puede ser un negocio”, reiteró la noche de su victoria electoral. Reformar el sistema de pensiones será uno de los momentos claves de su Presidencia. Quizás el más importante.
El otro momento ocurrirá cuando defina su relación con el resto de la izquierda latinoamericana. En este terreno el recibimiento no ha sido feliz. Aquí los críticos que han aparecido a su izquierda.
El detonante fueron sus declaraciones sobre Venezuela y Nicaragua. “…En el caso de Nicaragua no logró encontrarle nada ahí, y en el caso de Venezuela es una experiencia que más bien ha fracasado y la principal demostración de su fracaso son los seis millones de venezolanos en diáspora”.
Ataques de Correa y Borón
El expresidente ecuatoriano, Rafael Correa, desde alguna parte de Bélgica, y el referente de la izquierda kirchnerista en Argentina, Atilio Borón, no tardaron en lanzarse en atacar a Boric, sin recordar que hasta el ala legal de las FARC en Colombia ha dicho lo mismo que Boric. Pero así son las solidaridades y complicidades internacionales de ese sector.
Esta colisión es otra señal interesante, porque la irrupción del joven presidente chileno en la escena regional puede ser el preaviso del fin de los populismos personalistas que se han vendido como “progresistas” en esta parte del mundo. Ya el propio Correa recibió su aviso en las últimas elecciones ecuatorianas donde el candidato indigenista por poco deja en tercer lugar al suyo.
Acostumbrados a imponer sus puntos de vista por la buenas y por las malas, ese grupo ya comenzó a marcarle la cancha a Boric. No fue casual que Daniel Jadue, su exrival, comentara en Twitter una crítica indirecta que el excanciller de Nicolás Maduro, Jorge Arreaza, formuló en esa red social a Boric sin nombrarlo, con un: “Toda la razón compañero. Fuerza y coraje para lo que se avecina”.
Nuevamente, la historia siempre nos sorprende.