Juan Carlos Zapata (ALN).- El presidente de Alemania puso el acento. La victoria sobre Hitler y el nazismo no solo significó la derrota de Alemania como potencia agresora sino también la liberación del pueblo alemán del nacismo por parte de la fuerzas aliadas. Es como si una fuerza multinacional liberara hoy a Venezuela del régimen de Maduro ¿Es el madurismo una fuerza agresora? No hay una guerra declarada pero el régimen de Maduro se observa como un riesgo para la región al estar vinculado al narcotráfico y brindarle apoyo a grupos terroristas como el ELN y la disidencia de las FARC. Desde hace dos décadas, al chavismo se le observa también como un movimiento intervencionista y hegemónico. ¿En todo caso se justifica la intervención militar?
Ahora vuelve el tema por el episodio de la conocida y abortada Operación Gedeón ocurrida en el Litoral Central, cercano a Caracas. Había vuelto por la Operación antinarcóticos en el Caribe puesta en marcha por el Comando Sur de los Estados Unidos. Vuelve por las recientes declaraciones del presidente Donald Trump de que si “alguna vez hiciéramos algo con Venezuela no sería de esa forma (como la del grupo de Operación Gedeón); sería ligeramente diferente, se llamaría invasión. Si quisiera entrar en Venezuela no lo mantendría en secreto y no mandaría un pequeño grupo, estaríamos hablando de un ejército”.
El chavismo ha sido una fuerza intervencionista en la región, desde los tiempos de Hugo Chávez, que comenzó declarando sus simpatías a las FARC de Colombia. También prestó apoyo de manera directa con dinero y logística a movimientos y líderes para que alcanzaran el poder.
Es un tema que va y viene. Por aquello siempre expuesto por el presidente Interino, Juan Guaidó, de que todas las opciones están sobre la mesa, de lo cual se infiere que no se descarta la intervención militar con el propósito de liberar a Venezuela de una oprobiosa dictadura, la de Nicolás Maduro, que ha llevado a Venezuela a la peor de las crisis, la cual, a su vez, pone en riesgo la estabilidad regional. Ya el éxodo de 6 millones de venezolanos son una carga social, política y económica de envergadura. Una bomba de tiempo, cuyas consecuencias han comenzado a palparse con la pandemia del coronavirus. El analista del diario ALNavío, Leopoldo Martínez, ha escrito que “si la crisis de la pandemia se profundiza en Venezuela y en los países vecinos, como Colombia (lugar donde millones de migrantes venezolanos han buscado refugio en los últimos años), solo cabe imaginar una confluencia de problemas sociales que requerirán una acción multilateral”.
El chavismo ha sido una fuerza intervencionista en la región, desde los tiempos de Hugo Chávez, que comenzó declarando sus simpatías a las FARC de Colombia. También prestó apoyo de manera directa con dinero y logística a movimientos y líderes para que alcanzaran el poder. En Paraguay y Honduras la intervención fue más descarada. Y lo mismo puede decirse de Bolivia, Ecuador y Nicaragua. En alianza con el castrismo de Cuba, el chavismo luce como una amenaza mayor. Ahora con Maduro son más visibles los respaldos a grupos terroristas y sus vínculos con el narcotráfico. Por lo demás, ya se sabe que su mandato es ilegítimo, usurpa el poder, y de allí que no sea reconocido por la comunidad internacional democrática. Es un régimen con estricto apoyo militar y de fuerzas represivas y de inteligencia. Es un régimen que ha abierto las puertas a fuerzas de espionaje y represión de un Estado totalitario como el cubano, y de esa manera Cuba pasa a ser agresor directo del pueblo de Venezuela. Es un régimen que goza del respaldo de otros regímenes antidemocráticos como China, Rusia, Turquía e Irán.
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Y es a Venezuela a la que tiene sometida con los peores métodos de una dictadura. Terror, represión, miedo, uso de la fuerza, censura, persecución a la disidencia, violación de los derechos humanos, crímenes de lesa humanidad, secuestro de las instituciones, promoción de la violencia, presos políticos, y si faltara poco, una gestión que se caracteriza por la destrucción de la economía, del aparato productivo, de la industria petrolera, saqueo y corrupción de los dineros públicos, y que ha generado hiperinflación, hambre, desempleo, crisis sanitaria; en fin, una tragedia humanitaria.
La lucha de las fuerzas democráticas es por liberar a Venezuela de esa dictadura que no puede resolver la crisis política ni tampoco detener la destrucción del país. Por eso, llama la atención lo expresado por el presidente de Alemania con motivo de la ceremonia de conmemoración este 8 de mayo del 75 aniversario de la capitulación de Hitler, de la caída del Tercer Reich, de la derrota del nazismo, del Estado nazista que condujo a una II Guerra Mundial.
Frank-Walter Steinmeier pidió a los alemanes recordar a la víctimas de la guerra pero también a las víctimas del nacionalsocialismo. Que es como decir las víctimas de todos los totalitarismos, o las víctimas de movimientos como el chavismo y dictaduras como la de Maduro. Ya lo dijo el padre Arturo Sosa, el venezolano jefe de los jesuitas en el mundo. ¿Qué es el chavismo? Un movimiento con una concepción hegemónica del poder. Como el comunismo soviético. Como el castrismo en Cuba. Como el nazismo. Inhumanos. Crueles. Perversos. Oprobiosos. Que promueven el odio y la violencia, y desprecian las libertades, la democracia, y promueven la xenofobia y el racismo. No hay palabras para definir la destrucción de un país y de cómo se echó a 6 millones de personas a sufrir por el mundo.
Por eso, se establece la conexión cuando Frank-Walter Steinmeier señala que la victoria aliada también hay que entenderla como la liberación del pueblo alemán de la tiranía nazi.
-La liberación vino de afuera, tenía que venir de afuera, este país estaba demasiado maniatado por su propia culpa. No ocurrió en un solo día, fue un camino largo y doloroso, de décadas de lucha contra el silencio. El 8 de mayo de 1945 fue el final de la dictadura nazi, el fin de noches y bombas y marchas de la muerte, de crímenes alemanes sin precedentes y de la quiebra.