Antonio José Chinchetru (ALN).- Sobre el papel, en el congreso extraordinario del Partido Popular lo único que está en juego es si el próximo presidente de la formación se llama Soraya Sáenz de Santamaría o Pablo Casado. Esto implica además que el elegido será el candidato de los populares a la Presidencia del Gobierno de España cuando haya elecciones generales. Oficialmente no hay debate sobre ideas ni sobre el funcionamiento futuro de la organización. Sin embargo, esas son cuestiones que se dirimen de forma soterrada en el cónclave.
No se debaten ideas ni propuesta de programa. El Partido Popular necesita un Congreso Extraordinario que se prolonga desde la tarde del viernes hasta la mañana del sábado para decidir un solo asunto. El objetivo del cónclave es votar quién sustituye a Mariano Rajoy en el liderazgo de la formación y, por lo tanto, quién será el próximo candidato a la Presidencia del Gobierno de España. Sin embargo, de fondo lo que se dirime es algo mucho más profundo que un mero nombre.
Quien resulte vencedor será el próximo candidato del PP a la Presidencia del Gobierno
3.082 compromisarios depositarán el voto con el nombre de Soraya Sáenz de Santamaría o de Pablo Casado en torno al mediodía del sábado. 522 son compromisarios natos (cargos orgánicos) y el resto fueron elegidos por los afiliados en la primera vuelta de las primarias el pasado 5 de julio. Quien resulte vencedor pasará a presidir el PP. Además, tal como marcan los estatutos de la formación, será el próximo candidato de la organización a la presidencia del Gobierno cuando se convoquen elecciones generales.
A diferencia de los congresos ordinarios de la formación, en esta ocasión no se presentarán ponencias para ser sometidas a debate y votación. Ese es el proceso habitual para marcar las grandes líneas programáticas e ideológicas del partido. Al menos lo es sobre el papel. En la práctica lo habitual es que las ponencias, encargadas por la dirección de la formación a grupos de militantes concretos, sean aprobadas con práctica unanimidad.
Un debate soterrado del futuro del PP
Sin embargo, en el fondo sí está en juego la carga ideológica y de principios del partido en el futuro. En la campaña, Pablo Casado ha insistido mucho en esta cuestión. Fuentes parlamentarias dijeron a ALnavío que con él “sería un PP más volcado en hacer política” frente a una línea más tecnocrática propia de los últimos años y representada por Soraya Sáenz de Santamaría.
Aunque a nivel personal se encuentra más próximo a postulados liberales, Casado no quiere hacer del PP una formación que responda de forma exclusiva a este tipo de planteamientos. Fuentes populares destacaron que “quiere un partido que acoja todo lo que está a la derecha de la izquierda, desde democristianos a conservadores y liberales”. Señalan que sería una mezcla compleja, puesto que en numerosos aspectos estas distintas corrientes mantienen posturas irreconciliables.
Casado ha recuperado la idea de bajar impuestos. Esto supone una ruptura total con la práctica del PP con Mariano Rajoy en La Moncloa. A lo largo de sus mandatos, la presión fiscal en España experimentó fuertes incrementos en la mayor parte de los gravámenes. El responsable del incremento de la carga fiscal en España en los años de Rajoy en el poder fue el ahora exministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, que es el “hombre fuerte” en materia económica del equipo de Sáenz de Santamaría.
Por su parte, Sáenz de Santamaría es la representante de una línea más continuista con la etapa de Rajoy. En la campaña ha evitado entrar en disquisiciones de corte ideológico y programático. Su discurso se ha centrado en hablar de su experiencia de Gobierno y en la necesidad de engrasar la maquinaria electoral. “No soy partidaria de estos análisis freudianos de qué nos ha pasado. No tenemos tiempo. Tenemos que salir a ganarnos la calle y las próximas elecciones municipales y autonómicas”, llegó a afirmar en un acto con militantes del PP.
Dos modelos de partido enfrentados
Además de esto, está en juego el propio modelo de funcionamiento del partido. Casado ha defendido una formación menos jerarquizada, donde las sedes locales y los afiliados tengan más peso en las decisiones de la organización. Con Sáenz de Santamaría podrían ganar presencia y peso en la organización los altos funcionarios del Estado. La candidata es abogada del Estado, y confía plenamente en quienes, como ella, proceden de las escalas superiores del cuerpo laboral de la Administración Pública. Esto supondría, señalaron a este periódico fuentes populares, una mayor burocratización del partido.
El congreso extraordinario no acoge un debate entre los candidatos a presidir el PP
De todos modos, estas cuestiones no están presentes oficialmente en el congreso extraordinario. No acoge un debate entre los candidatos en el que pudieran salir a la luz todos estos asuntos. El viernes es una jornada de mero trámite burocrático, donde se vota el reglamento del cónclave, más el discurso de Mariano Rajoy. El sábado es cuando se presentan las candidaturas y se votan.
Fuentes de una de las candidaturas incluso dijeron a ALnavío que el congreso es excesivamente largo para dirimir la votación. Afirmaron que con una mañana, en la que intervinieran los aspirantes y después se votara sería suficiente. También ha habido quejas referidas a la logística. No todos los compromisarios podrán seguir en vivo los discursos y el desarrollo de las jornadas. El auditorio donde se desarrolla tiene un aforo de 2.000 personas. De esta manera, una tercera parte de los poco más de 3.000 compromisarios no podrán sentarse en el mismo.