Leticia Núñez (ALN).- Costa Rica celebrará elecciones el próximo 4 de febrero. No hay reelección inmediata, por lo que el mandatario, Luis Guillermo Solís, dejará el cargo en mayo. Juan Diego Castro, del Partido Integración Nacional, parte como favorito. Lo hace al frente de una formación política que no ha logrado diputados desde 1998 y con una retórica populista de derechas. “El país nunca ha tenido un discurso de ese calibre, con una campaña muy inspirada en la actitud de Donald Trump”, advierte Ilka Treminio, directora de Flacso en Costa Rica, a ALnavío.
Año intenso en citas electorales en América Latina. Costa Rica inaugura el calendario el próximo 4 de febrero con unos comicios presidenciales marcados por la posible llegada del populismo al poder. Por ahora, Juan Diego Castro, del Partido Integración Nacional (PIN), lidera las encuestas. Promete mano dura en los temas que tienen que ver con la seguridad nacional, así como en la defensa de las fronteras y en la lucha contra la inmigración. Hay quienes le apodan Juan Diego Trump Castro. Y otros, adaptándolo al vocabulario costarricense, hablan del ‘Trump tico’.
“Por primera vez tenemos un populismo de derechas, con una campaña muy inspirada en el discurso de Donald Trump”, advierte Ilka Treminio, directora de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) en Costa Rica, en declaraciones al diario ALnavío. Treminio destaca que la de Castro es una retórica “altamente populista, populista de derechas” y que el país “nunca había tenido un discurso tan recalcitrante”.
Castro es un viejo conocido para los costarricenses. Llegó a la política nacional en 1994, cuando el expresidente José María Figueres le nombró ministro de Seguridad. “Es un tipo que se quiere presentar como un outsider, pero fue ministro y, además, pertenece a una élite política y a una familia de la clase alta costarricense”, apunta Treminio.
Ahora se presenta por el PIN, a pesar de que no es el líder del partido. Por su parte, el PIN es una formación prácticamente muerta: con 3.000 votos en las últimas elecciones y apenas dos diputados en 22 años de existencia.
“Muchas personas sienten que el sistema ya se agotó y que se necesitan cambios”
Treminio señala que la principal fortaleza de Castro, un famoso abogado penalista, es que “ha logrado aglutinar a una ciudadanía desencantada, molesta con la política tradicional”. Descontenta porque la crisis económica de 2008-2009 impactó de manera muy fuerte en el empleo. “El país no ha logrado resolver el problema del paro, especialmente entre los jóvenes. La economía funciona a varias velocidades y no todas las personas se sienten insertadas”, explica la experta de Flacso.
En este sentido, Treminio agrega que una parte de los costarricenses siente que el país atraviesa por un punto muerto y que necesita una persona con un estilo duro, “que no sea negociador ni conciliador”. De ahí que Castro triunfe “entre la población con un discurso más radical, que cree menos en los derechos y que considera que los partidos de siempre han llevado al país al estancamiento”.
Cabe destacar que el sistema democrático de Costa Rica fue bipartidista durante casi tres décadas. Las dos principales fuerzas, el Partido de Liberación Nacional y el Partido de Unidad Social Cristiana, se alternaron en el poder hasta que en 2014, por primera vez, llegó al poder un partido político emergente: Acción Ciudadana del presidente Luis Guillermo Solís, de centro-derecha. Dado que la ley no permite la reelección inmediata, el mandatario dejará el cargo el próximo 1 de mayo.
La fragmentación, sin embargo, se empezó a producir en 2002. Por primera vez hubo una segunda vuelta electoral, pese a que la Constitución admite la segunda ronda desde 1949. “Ya empezamos a ver que había menos porcentaje de votos distribuido entre las grandes fuerzas políticas, que nunca habían necesitado el balotaje porque siempre obtenían más del 45% de los votos”, señala Treminio. Es 45% y no 50% porque en Costa Rica, en lugar de mayoría absoluta, el código electoral establece la mayoría relativa calificada. El voto es obligatorio, pero no hay penalización en caso de no acudir a las urnas.
“Hay un sistema político fragmentado. Muchas personas sienten que el sistema ya se agotó y que se necesitan cambios y eso es lo que está capitalizando Juan Diego Castro”, zanja al respecto Treminio.
Preguntada por la debilidad del populista, la experta apunta que hay una ciudadanía con una amplia cultura democrática que siente el temor de que “este personaje lleve al sistema político a un autoritarismo, que no sea negociador, que sea perseguidor, que el Poder Ejecutivo asuma superpoderes respecto al Legislativo y al Judicial…”. Por ello, cree que este sector emitirá su voto en contra de Juan Diego Castro.
El sistema democrático de Costa Rica fue bipartidista durante casi tres décadas
Fallo histórico
Finalmente, Treminio destaca que la campaña también está marcada por el “discurso muy fuerte de partidos con un mensaje político muy vinculado al tema religioso”. Son formaciones pentecostales, protestantes, que han tenido un número importante de diputados y que, de hecho, se espera que lo aumenten con base en lo que reflejan las encuestas. Sin embargo, este miércoles la Corte Interamericana de Derechos Humanos emitió un fallo histórico que podría minar sus aspiraciones de cara a los comicios.
La Corte ordenó a sus países miembros, entre ellos Costa Rica, que reconozcan derechos plenos a las parejas del mismo sexo y permitan el cambio de identidad sexual en los registros civiles. El tribunal internacional consideró “necesario” que la figura del matrimonio no se restrinja a las uniones heterosexuales, a pesar de la fuerte resistencia mostrada por este tipo de partidos en Costa Rica.