Leticia Núñez (ALN).- El chileno Fernando Mires, profesor emérito de Política Internacional en la Universidad de Oldenburg (Alemania), sostiene que “todas las dictaduras se parecen, pero algunas más”. En este apartado incluye al régimen de Alberto Fujimori en Perú, el de Daniel Ortega en Nicaragua y el de Hugo Chávez en Venezuela por ser “autocracias que se convirtieron en dictaduras”. En declaraciones a ALnavío, dice que “Maduro probablemente tomó en cuenta [del fujimorismo] hechos como la inhabilitación del Parlamento y la corrupción de las instituciones y simplemente los impuso sobre la realidad de Venezuela”.
Dice Fernando Mires, profesor emérito de Política Internacional en la Universidad de Oldenburg (Alemania), que Fujimori no es sólo Fujimori. Es también el fujimorismo, al que en un artículo publicado en Tal Cual definió como “una forma de dictadura precursora de las actuales autocracias que asolan América Latina”. Entrevistado por el diario ALnavío, el docente chileno pone nombre y apellidos a esas autocracias: el régimen de Daniel Ortega en Nicaragua y el de Hugo Chávez en Venezuela, “que degeneró en una abierta dictadura militar con Nicolás Maduro”.
Mires también asegura que el indulto que Pedro Pablo Kuczynski concedió a Alberto Fujimori “ejemplifica las pasiones que se involucran en lo político”. En su opinión, “todo gobernante debe defender la estabilidad de su gobierno” y eso es lo que hizo el presidente de Perú. Para el docente chileno, Fujimori fue “sólo un objeto de negociación”.
– En el análisis que publicó en Tal Cual califica el indulto a Alberto Fujimori como un manjar para cualquier docente en ciencias políticas. ¿Cuáles son las claves más suculentas?
– Lo digo en el sentido de que ejemplifica de modo vivo las relaciones entre los seres humanos con el poder, las pasiones que se involucran en lo político y, por cierto, las relaciones entre ética, moral y política.
– Si algo deja claro es que Fujimori no es sólo Fujimori, es también el fujimorismo. Dice que es una forma de “dictadura precursora de las actuales autocracias que asolan América Latina”. ¿A qué casos concretos se refiere?
– En el fondo, todas las dictaduras se parecen, pero hay algunas que se parecen más entre sí. La de Fujimori, a diferencias de las clásicas dictaduras militares, tuvo orígenes plenamente democráticos, pero lentamente se fue convirtiendo en una autocracia y luego en dictadura. En ese sentido, hay una vinculación histórica entre la dictadura de Fujimori y las autocracias personalistas del siglo XXI. El régimen de Ortega, en Nicaragua, fue una autocracia y luego se convirtió en dictadura. Lo mismo ocurrió con la autocracia chavista, la que degeneró en una abierta dictadura militar con Nicolás Maduro. Evo Morales se encuentra situado en un punto intermedio, entre el autocratismo caudillista y una dictadura. Si impone la reelección indefinida, habrá que comenzar a hablar de dictadura en Bolivia.
“Creo que en Perú se abre la posibilidad para la creación de una alianza entre dos derechas”
– ¿Qué conexión hay entre el fujimorismo y el régimen de Nicolás Maduro?
– Similitud, no conexión. Por supuesto. La inhabilitación del Parlamento, la corrupción de las instituciones del Estado, la anulación de la división de poderes, todos esos fueron hechos que probablemente tomó en cuenta Maduro y simplemente los impuso sobre la realidad de su país. Conexión hubo durante Chávez, a través del siniestro ministro Vlademiro Montesinos.
– Habla también de que la derecha chilena no tiene un pasado más inocente que la derecha fujimorista. ¿Espera alguna repercusión en Chile?
– Mi artículo sobre Fujimori tuvo en Chile una buena acogida. No hay que olvidar que en el conjunto de la derecha chilena hay un sector que intenta desligarse del pasado pinochetista y en cierto modo lo ha logrado. Creo que lo mismo, pero más lentamente, está ocurriendo en el Perú. Eso es lo que no entienden o no quieren entender Mario Vargas Llosa y quienes los siguen.
Fuerza Popular es un partido, si no democrático, republicano. Representa un amplio sector de la ciudadanía peruana y guste o no (yo personalmente no simpatizo con ese partido) tiene todo el derecho a actuar políticamente siempre y cuando cumpla con las formas estatuidas en la Constitución. Y hasta ahora ha cumplido.
– Asegura que desde el punto de vista político no hay nada que criticar en el indulto de PPK. ¿Ni siquiera que tomara la decisión sobre alguien como Fujimori en Nochebuena y tras un intercambio de favores para salvarse de la destitución?
– No lo escribí desde el punto de vista político general pues todo político es criticable. Pero sí lo escribí desde el punto de vista del principio de gobernalidad. Allí no hay nada que criticar. PPK hizo alianzas y negociaciones –lo más normal en política- y defendió sus intereses políticos. Todo gobernante, desde sus puntos de vista, debe defender la estabilidad de su gobierno. Y PPK lo hizo. En ese contexto, Fujimori fue sólo un objeto de negociación. Y era inevitable que lo fuera. Por lo demás, las conversaciones unitarias entre PPK y un ala del fujimorismo se vienen gestando desde hace por lo menos un año.
– ¿A quién cree que beneficiará políticamente el indulto?
– Creo que en Perú se abre la posibilidad para la creación de una alianza entre dos derechas, la más algo centrista de PPK y la más derechista del fujimorismo. En el fondo, nada distinto a lo que representa Macri en Argentina y Piñera en Chile.
– ¿En qué lugar queda Kuczynski tras el indulto? ¿Habría que buscarle sucesor?
– Según las últimas encuestas, PKK ha subido bastante en su valoración después del indulto. Más no puedo decir. En política es imposible, o muy difícil, pensar en plazos largos.
– ¿Está el fujimorismo más cerca de la Presidencia? ¿Qué supondría que vuelva a hacerse con el poder?
– Ya es la primera mayoría parlamentaria. Con o sin el caso del indulto, Fuerza Popular ya estaba cerca del gobierno. Creo –puedo equivocarme- que las próximas elecciones contarán con el fujimorismo como primera fuerza política del país. Si será gobierno, en el caso muy probable de que no obtenga la mayoría absoluta, es un hecho que depende de una complicada madeja de alianzas que no estoy en condiciones de predecir.