Daniel Gómez (ALN).- El concejal opositor Fernando Albán murió este lunes tras caer desde un décimo piso de una cárcel del Sebin. La versión oficial del Gobierno habla de un suicidio, mientras que el resto del mundo lo pone en duda. Los opositores venezolanos lo califican de “asesinato”, un senador de EEUU tilda el hecho de “perturbador” y la Unión Europea exige una investigación “rigurosa”.
“Aquí lo único que hubo fue un asesinato”, dice a ALnavío Ángel Medina, diputado de la Asamblea Nacional de Venezuela por Primero Justicia y compañero de partido de Fernando Albán, quien murió este lunes después de caer desde un décimo piso de una cárcel política.
La sede del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin), situada en Plaza Venezuela, en Caracas,es una de las prisiones más seguras de Venezuela. Que un recluso vaya al baño solo, sin que un guarda lo acompañe, o el simple hecho de ir al baño, es una suerte de la que pocos disfrutan. Pero Albán, concejal del Área Metropolitana de Caracas del partido Primero Justicia, acusado de terrorista, de enemigo de la revolución, lo consiguió contra todo pronóstico.
Albán fue al baño del Sebin, vio una ventana y saltó por ella. Era un décimo piso, por lo que murió al impactar contra el suelo. Se suicidó, eso sostuvo Tarek William Saab, fiscal general de Venezuela, en una rueda de prensa en la que anunció que seguiría investigando el caso con dos fiscales del Ministerio Público. Nadie le cree.
Julio Borges, coordinador de Primero Justicia, dijo en Twitter que “el cuerpo de Albán fue lanzado sin vida”. Por esta misma red social, Bob Corker, presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado de Estados Unidos, quien estaba de visita en Caracas, calificó el hecho de “perturbador”.
“El Gobierno tiene la responsabilidad de garantizar que todos comprendan cómo pudo haber sucedido”, agregó el senador. Y cuando habla del Gobierno hay que recordar a los implicados: al presidente Nicolás Maduro; al jefe del Sebin, general Gustavo González López; al ministro de Justicia, Néstor Reverol; y a la vicepresidenta, Delcy Rodríguez. Así lo advirtió Juan Carlos Zapata en una columna en KonZapata.
El caso es que hoy nadie comprende nada. Ni Borges ni Corker. Ni la Arquidiócesis de Caracas, que sostiene que la versión del fiscal les dejó “perplejos”. El secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, agregó que la muerte es “responsabilidad directa” del régimen de Maduro. “Inverosímil la versión oficial del suicidio”, apuntó Henry Ramos Allup, expresidente de la Asamblea Nacional. Por su parte, la jefa de la diplomacia de la Unión Europea, Federica Mogherini, pide “una investigación rigurosa e independiente”.
Un suicidio “imposible”
Nadie se cree la versión del Gobierno, y como dice a este diario Medina, “es imposible suicidarse en el Sebin”. Asegura que en muchos de los baños “no hay ventanas y si las hay las custodian”. Los policías siempre acompañan a los reclusos al baño, “si es que siquiera les dejaban ir al baño”.
Sergio Contreras, activista de los derechos humanos por Voluntad Popular, estuvo preso en el Sebin y ratifica esta versión. “Jamás me dejaron ir al baño sin la custodia de por lo menos dos funcionarios armados, y jamás a un baño con ventanas”, dijo en Twitter.
Fernando Albán fue detenido el pasado viernes en el aeropuerto Simón Bolívar cuando regresaba de Nueva York. Allí se reunió con Julio Borges, y al aterrizar en Caracas lo detuvieron. Fue acusado de magnicidio por una presunta participación en el supuesto atentado de los drones contra Maduro en agosto.
Después de estar desaparecido más de 24 horas, retenido en la sede del Sebin, el cuerpo de Albán apareció en el suelo, destrozado tras la caída desde el décimo piso. “¿Lo torturaron tanto que lo mataron y lo lanzaron de ahí arriba, o lo torturaron tanto que eso lo obligó a lanzarse?”, se preguntó Medina.
El caso es que una caída desde esa altura camufla cualquier tipo de tortura previa. Los hematomas, las costillas rotas, bien pudieron ser de la caída, o de las golpizas que le propinaron los guardas.
“En algún momento sabremos la verdad. En todos los casos sigue siendo un asesinato. Era responsabilidad del Estado, porque estaba bajo su custodia, y más cuando se trata de un tema absolutamente político como este”, añade Medina.
La cárcel del Sebin en Plaza Venezuela, donde estuvo Albán, es también el hogar de ‘la tumba’. Un aterrador recinto en el que torturan a los presos, encerrándolos en celdas diminutas, subterráneas, sin luz y apenas oxígeno. Ya en ALnavío, un preso recluso en El Helicoide, otra siniestra cárcel del Sebin, contó cómo los funcionarios golpeaban con bates y palas a los reclusos.
Un régimen acostumbrado a la tortura
Aunque llevaran tiempo sin un escándalo así, estas torturas ya no sorprenden. Son unas de las muchas que recogen en sus informes instituciones como el Alto Comisionado para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, y la Organización de los Estados Americanos (OEA).
Jesús Seguía, presidente de DatinCorp, también dio su visión de lo ocurrido, y al igual que Medina, también plantea dos hipótesis. La del suicidio provocado “por las torturas físicas o psicológicas (o las dos a la vez)” en el Sebin, o la del asesinato.
“Es obvio que un suicidio con una soga en el cuello no eliminaría las evidencias de la tortura. Sólo una caída con alto impacto corporal podía camuflar los signos de la flagelación y la crueldad”, explicó.
“En algún momento sabremos la verdad. En todos los casos sigue siendo un asesinato. Era responsabilidad del Estado”
“La práctica recurrente que tiene el Estado es la tortura. No lo digo yo, sino que lo dicen numerosos organismos. Es una práctica para ellos recurrente. La tortura física y psicológica les llevaron a matarlo”, sostiene Medina.
No ha sido un día fácil para el diputado Medina, quien sigue viviendo en Venezuela. Compañero de partido de Albán, ha llorado su muerte, y explica la cantidad de sentimientos que le recorren el cuerpo.
“Es una mezcla de tristeza, miedo, impotencia, desesperanza… Es lo que se siente. Que esto no pase nunca más. No se puede seguir matando a la gente porque tengas una idea. Al final, en medio de todo este drama, uno tiene que sacar fuerzas de donde no las tiene para poder avanzar”, señala.
Fernando Albán, de 56 años, estaba casado y tenía dos hijos. Uno de ellos, también de nombre Fernando, dijo en Twitter que su padre “murió luchando por la democracia y la libertad de Venezuela”. El simple hecho de volver de Nueva York le honra, “lo define”, como dijo Zapata en su artículo.
El cuerpo ya está con la familia, y ahora tendrá el velatorio. Mientas, el presidente, el fiscal, el ministro, el jefe del Sebin y la vicepresidenta, deben andar en busca de una buena explicación. Su credibilidad, más que cuestionada, pende de un hilo.