Daniel Gómez (ALN).- Mauricio Claver-Carone ejerce desde este jueves como presidente del Banco Interamericano de Desarrollo. Su elección fue polémica por ser el primer no latinoamericano al frente del grupo en 61 años de historia, y también por ser un hombre cercano al presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Ahora Claver-Carone quiere “dejar atrás las voces del pasado” y comenzar una etapa donde el reto principal es vencer la crisis del coronavirus.
“Tenemos mucho trabajo por delante. Juntos, como un solo equipo, podemos fortalecer al BID como institución y asegurar que sea un nuevo referente en la región y el mundo. Estoy honrado de ser su presidente mientras navegamos las aguas turbias del 2020. La elección concluyó y llegó el momento de dejar atrás las voces del pasado. De ahora en adelante miremos en sólo una dirección: hacia el futuro, hacia un banco fortalecido con una visión clara sobre la recuperación veloz que nos retornará al crecimiento”.
Con estas palabras el estadounidense Mauricio Claver-Carone concluyó su primer discurso como presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
No es casualidad que pida olvidar el pasado y mirar hacia delante porque su elección estuvo marcada por la polémica. Gobiernos como los de Argentina y Chile, así como la Unión Europea, también socia del BID, expresaron reparos a que Claver-Carone asumiera la presidencia, siempre reservada para algún latinoamericano. También incomodaba que Claver-Carone fuera un candidato impuesto por Donald Trump, quien podría abandonar la presidencia de Estados Unidos si pierde las elecciones de este noviembre.
Pese a todo, Claver-Carone obtuvo la mayoría y se convirtió de forma democrática en presidente del BID. Y aunque es el primer no latinoamericano al frente de la institución en sus 61 años de historia, todos los esfuerzos los centrará en Latinoamérica y en su principal desafío: la crisis del coronavirus.
“No hay prioridad más importante que la recuperación inmediata del daño causado por el covid-19”, apuntó Claver-Carone.
Las prioridades del nuevo presidente
Más capacidad de financiamiento. La crisis actual demanda al banco más recursos. El objetivo que se marca Claver-Carone es elevar la capacidad de financiamiento de 12.000 millones de dólares por año a 20.000 millones. “El BID está en buenas condiciones, pero necesita más recursos para poder responder a las históricas necesidades de América Latina y el Caribe”, apuntó. “Ya he iniciado las discusiones sobre el proceso de capitalización. Ahora comenzaré formalmente el proceso en consulta con el Directorio. También estaré movilizando apoyo en el Tesoro y el Congreso de los Estados Unidos. Mi objetivo es concluir estos esfuerzos a más tardar para la fecha de la próxima Asamblea de Gobernadores del BID en Barranquilla”. Este evento está previsto para marzo de 2021.
Mejorar posicionamiento en los mercados. Dice Claver-Carone que con movilizar recursos no basta. “Debemos mejorar el posicionamiento del Banco en los mercados de capital, con el fin de aumentar nuestra capacidad de endeudamiento y así fortalecer nuestro poder crediticio. También debemos potenciar nuestra capacidad de asistencia técnica para aumentar el impacto en la región, empoderar a nuestros clientes para que puedan ejecutar reformas necesarias, y así crear incentivos a la inversión. Debemos maximizar los instrumentos que ya tenemos, ya sean créditos, bonos, garantías, financiamiento mixto u oportunidades de cofinanciamiento, mientras que ampliamos otros instrumentos nuevos como los bonos verdes”.
Aligerar la burocracia. El BID necesita al menos siete meses para aprobar una operación. Y esto “en el contexto actual ya no es aceptable”, criticó Claver-Carone, quien promete simplificar los procesos, y una mayor agilidad a la hora de ejecutar proyectos.
Crear empleos. Esta es “la meta central” de la presidencia de Claver-Carone. “Nada supera al empleo en su impacto social y económico. Toda la gama de oportunidades depende de la creación de empleo. Y no sólo la generación de empleos, sino su formalización. Me preocupa mucho que la situación macroeconómica que muchos países enfrentan en este momento ha debilitado aún más las protecciones sociales de los trabajadores. Es alarmante que los niveles de informalidad sean del 56%. Las oportunidades transformacionales que existen hoy para la creación de empleo están en la digitalización, el emprendimiento y el llamado nearshoring”. Este último término hace referencia a los procesos de subcontratación o externalización de una actividad económica. En América Latina, donde existe un alto número de profesionales cualificados y los salarios son más bajos que en EEUU, Canadá y Europa, el nearshoring es visto por muchas empresas extranjeras como una forma de disminuir costos.
Desigualdad. Latinoamérica es una zona de brechas. Brechas entre ricos y pobres. Entre hombres y mujeres. Entre pequeñas, medianas y grandes empresas. “En esta nueva era del teletrabajo, las empresas con una ventaja tecnológica les están ganando a las más pequeñas, que no la tienen. Debemos hacer mucho más. El BID debe liderar los esfuerzos para extender oportunidades de empleo a través de la digitalización. El BID debería estar en la vanguardia de las iniciativas para extender la conectividad en zonas rurales y aumentar su uso en educación, pequeñas empresas, los bancos y el financiamiento. En cuanto al emprendimiento, las pequeñas y medianas empresas jugarán un rol mucho más grande en la recuperación económica. Aquí, nuevamente, el BID debe liderar los esfuerzos. América Latina tiene la mayor brecha de financiamiento para pequeñas y medianas empresas en todo el mundo –más de 85.000 millones de dólares. Debemos cerrar esa brecha. Peor aún, las mujeres sufren la mayor desventaja al buscar crédito, a pesar de que son más productivas que los hombres y obtienen 10% más ingresos que los hombres cuando lideran pequeñas y medianas empresas. Esta desigualdad está empeorando durante la pandemia. Las mujeres son los motores del crecimiento en las economías de América Latina y el Caribe, y aún más en la creación de pequeñas y medianas empresas”.
Reducir la dependencia del mercado asiático. Para Claver-Carone, exasesor de Trump en la Casa Blanca, el rezago de Latinoamérica en parte se debe a la excesiva dependencia del país de los mercados asiáticos. Como dato vale destacar que China es el socio principal en toda la costa oeste de la región. “La demanda asiática por nuestras materias primas alimentó un crecimiento fugaz en nuestras economías, pero hoy estamos pagando el precio de la dependencia excesiva de esos mercados. Los problemas en las cadenas de producción generados por la pandemia han expuesto esta debilidad. Hoy, nuestra región es una de las menos integradas del mundo. Apenas el 14% de nuestro comercio ocurre al interior de la región. Comparemos eso con el 65% en Europa y el 47% en el este de Asia. Más integración significará más crecimiento, que a su vez aumentará el empleo y las inversiones de capital en la infraestructura moderna y las redes digitales que necesitamos para competir en el mercado global”.