Pedro Benítez (ALN).- El inverosímil resultado electoral de la ANC, regresar a Leopoldo López y Antonio Ledezma a la prisión militar de Ramo Verde, fijar el 8 de agosto como el inicio de la inscripción de candidaturas regionales en condiciones inciertas, todo forma parte del mismo plan: dividir, desmovilizar y desmoralizar a la oposición.
La mentira y el engaño son una parte, moralmente cuestionable, pero consustancial a la política. Un aspecto al que pocos pensadores han dedicado su reflexión, pero que siempre está allí. Como práctica el chavismo las ha llevado a extremos casi inverosímiles, si no fuera por el precedente que en ese campo dejaron las dictaduras comunistas del siglo XX. Es un terreno en el cual se mueve a sus anchas.
El mundo democrático ha ido poco a poco descubriendo la capacidad del gobierno de Nicolás Maduro y sus socios políticos para engañar. Y, aunque pueda parecer insólito, todavía a la oposición venezolana, dirigentes y ciudadanos comunes, les cuesta asimilar el descaro con el que el régimen exhibe sus artificios.
Fijar la inscripción de candidaturas a gobernadores de estado y diputados regionales por parte del CNE para el próximo 8 de agosto también es parte del mismo propósito
Así, por ejemplo, la noche del pasado 30 de julio, a mucha gente en Venezuela le costó asimilar la frialdad y el descaro con los cuales la presidenta del Consejo Nacional Electoral (CNE), Tibisay Lucena, anunció unos resultados que a todas luces eran inverosímiles sobre el número de votantes que supuestamente participaron en la elección de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC). No obstante, esto era algo que a nadie (o a muy pocos) dentro del país podía sorprender, pues ya se esperaba que el ente electoral no iba a dar una cifra que estuviera por debajo de las que había logrado la oposición en su consulta popular del 16 de julio.
Pero la magnitud del descaro fue impactante. El Gobierno se declaraba ganador sin haber ganado e intenta desde esa noche recrear una imagen de invencibilidad, que todos saben que ya no es por los votos, como en el pasado, sino por el respaldo de las balas. Sin embargo, para efectos prácticos el resultado es el mismo y es parte de un calculado plan que tiene como objetivos dividir, desmovilizar y desmoralizar a la oposición.
Regresar a Leopoldo López y Antonio Ledezma a sus celdas en la prisión militar de Ramo Verde es parte de ese plan, que en el caso concreto de ellos lo que busca es evitar que sus respectivos liderazgos muevan la calle como reacción a la fraudulenta elección del domingo. Y eso hasta ahora se ha conseguido. Hoy sabemos que los supuestos gestos que envió Maduro en la semana previa a la “elección” del domingo iban dirigidos en la misma línea.
Seguir en el poder a toda costa
Nadie que se vuelva a sentar a conversar o intentar negociar en el futuro con el régimen chavista puede ignorar esta máxima, siempre va a mentir sobre un propósito distinto que no sea el de seguir en el poder a toda costa e intentar demoler a sus adversarios.
El anuncio de fijar la inscripción de candidaturas a gobernadores de estado y diputados regionales por parte del CNE para el próximo 8 de agosto también es parte del mismo propósito. En realidad, es la reedición de una idéntica operación política que montó Hugo Chávez en 2004, cuando luego del referéndum revocatorio de ese año que le permitió seguir en el poder, sembró tantas dudas sobre su limpieza que una buena parte del electorado opositor se abstuvo de participar en las elecciones regionales que inmediatamente convocó.
Un espectáculo de enfrentamiento entre políticos opositores es el respiro que busca Maduro, mientras se da un espectáculo desmoralizante a la población desesperada por un cambio
Esa división entre los partidarios de votar y los de abstenerse resultó fatal para la oposición venezolana. Hoy Maduro apuesta exactamente a lo mismo. Nadie sabe a ciencia cierta las condiciones en las cuales se realizarán esas elecciones, y ni siquiera si realmente se realizarán, pues están sujetas a las decisiones que al respecto eventualmente tome la ANC. En Venezuela lo único seguro es la incertidumbre.
Pero, mientras tanto, es un ejercicio de prestidigitación para distraer a los dirigentes opositores en un debate que, en realidad, hace rato deberían tener resuelto.
Un espectáculo de enfrentamiento entre políticos opositores es el respiro que busca Maduro, mientras se da un espectáculo desmoralizante a la población desesperada por un cambio. Para el chavismo la política es la guerra. La guerra es un arte. El arte de la guerra.