Reinaldo Iturbe (ALN).- El problema de la economía venezolana avanza en varios puntos críticos, agudizados tras las sanciones sectoriales de Washington. Uno de ellos es el cash flow. Nicolás Maduro intenta resolver el segundo punto con la última medida dictada para la apertura de cuentas en divisas con pago en bolívares.
Nicolás Maduro avanza en su proyecto de estabilización macroeconómica de Venezuela dentro de un contexto de siete años de recesión y tres años de una agónica hiperinflación que empujó al 96% de los hogares a una situación de pobreza de ingresos, y unas sanciones sectoriales de Washington que golpearon a Petróleos de Venezuela, otrora surtidor al fisco de aproximadamente 95% de las divisas.
Maduro ha sabido “aprovechar” el cuadro, obligando por retruque a que la gente produjera al margen del Estado. El fin del rentismo, como aseguran reputados analistas, es la consecuencia positiva del torniquete de una serie de políticas internas y las sanciones.
Tras la pérdida de valor de la moneda nacional (ya no funciona como reserva de valor y muy poco como medio de pago y unidad de cuenta), lo que ha quedado es el uso del dólar para más del 60% de las transacciones en el sistema.
De allí que desde hace tres años Maduro haya decidido girar su política económica: apertura a la gasolina importada, liberación de precios y despenalización cambiaria. Todo aquello ocurrió en cámara lenta. Cambios palpables en materia de política monetaria (reducción progresiva del coeficiente de encaje legal, ahora en 85% y con pronóstico de seguir revisándose a la baja), y en materia transaccional con divisas.
La BBC se ha anticipado a estos cambios y escribió un reportaje al respecto, en el que advierten de una recuperación económica progresiva. Del consumo. Esto conecta con las proyecciones del Credit Suisse, que calcula un crecimiento del Producto Interno Bruto al cierre de 2021, tras siete años de recesión. La inflación seguirá un ritmo descendente y podría cerrar con promedio de 500 puntos este año, siempre según versión del estudio.
Con el 2% de billetes y monedas del total de la liquidez monetaria, según se desprende de las cifras del Banco Central de Venezuela, y con la gente en la calle transando en divisas con la más absoluta normalidad, a Maduro le queda una de las grandes aristas por resolver: el flujo de caja en dólares, necesario para abastecer la demanda y equilibrar la paridad cambiaria.
Ahora habrá cuentas en divisas con pagos en bolívares. Los dólares depositados deben ser entregados por los bancos al Banco Central, y a cambio, los cuentahabientes dispondrán de bolívares para transacciones electrónicas.
Teniendo dólares en mano, el gobierno de Maduro dispondrá de una mayor oferta para satisfacer la demanda, y contener la elevada presión de la cotización del dólar paralelo, un quebradero de cabeza que el chavismo gobernante no ha podido resolver.
Pero el plan ya se echó a andar, y si las condiciones ofertadas por Maduro se cumplen, oferentes y demandantes saldrán beneficiados a corto plazo.
La patronal Fedecámaras se ha reunido con Jorge Rodríguez y los representantes del gremio empresarial han dicho a la prensa local sentirse satisfechos con el diálogo, pues ha permitido preacuerdos en materia de atención al coronavirus en el sector privado.
El resto de la agenda, no obstante, sigue siendo materia pendiente: la estabilización del resto de los indicadores, la producción nacional, el empleo, la transparencia en las estadísticas y terminar de resolver la situación de la banca, cuya capacidad de intermediación se ha visto mermada tras el elevado coeficiente de encaje legal y tasas minúsculas de interés activas, que no superan el 30%.