Daniel Gómez (ALN).- “El narcotráfico es muerte. Es un santo al que llaman la santa muerte. A él lo adoran las bandas, los que venden droga en pequeño, mediano y en grande”, cuenta al diario ALnavío Francisco Castellanos, un periodista con 50 años de experiencia que ha sufrido dos secuestros y un exilio.
Francisco Castellanos nació en Michoacán, México, hace 65 años. A los 15 comenzó en el diario del colegio y desde entonces no se ha despegado del oficio. Hoy es reportero en la revista El Proceso, en la que, al igual que ha hecho siempre, informa sobre crímenes, drogas y narcotráfico. “No sé hacer otra cosa”, admitió en esta entrevista con el diario ALnavío.
En estos 50 años como periodista, Castellanos ha lidiado con cárteles, corruptos y lo que es peor, ha conocido a “la santa”, es decir, a la muerte. “El narcotráfico es muerte. Es un santo al que llaman la santa muerte. A él lo adoran las bandas, los que venden droga en pequeño, mediano y en grande”, comentó el periodista.
La cosa llega a tal extremo que hasta cada cártel tiene su santo. Castellanos cuenta una anécdota al respecto. Él, que ha sufrido dos secuestros, fue obligado en uno de ellos a escribir sobre un cártel michoacano que, “decían ellos”, protegía al pueblo. Tan bueno era que hasta lo santificaron.
“Hasta un santo le hicieron. Fui a verlo rodeado de camionetas, con hombres armados de pistolas, metralletas y lanzamisiles”, comentó.
El periodista publicó la historia del cártel y su santo, y después, tuvo que huir a Europa por amenazas. Estuvo en Alemania, Reino Unido y España y regresó a México seis meses después, cuando ese cártel desapareció.
Castellanos se ha topado con la muerte en todas sus formas. No recuerda la primera vez que contempló un difunto, pero sí lo que sintió. “Pasé tres meses sin probar la carne”. Ahora, al igual que otros tantos mexicanos, está habituado a la muerte. “Eso es lo más trágico. Nos hemos acostumbrado a estos niveles de crueldad”.
Como periodista, ha visto cuerpos tiroteados y desmembrados. Incluso ha recibido vídeos de decapitaciones en presencia de madres y niños. Como vecino de Michoacán, ha visto a amigos en la tumba por drogas como el crack y la heroína. También conoce el aviso de la muerte.
“Cuando te agarra un narco por el brazo sientes que se baja toda la sangre. Te da un miedo porque no sabes qué va a ser de ti. Si te van a matar, te van a golpear, o te van a descuartizar…”, explicó.
La plaga del narcotráfico
En México desaparecen los cárteles, pero no desaparece el narcotráfico. “Es una plaga imparable. Si cae uno, serán sus primos, sus hermanos u otros rivales los que vuelvan. Así ha sido toda la vida”, explicó.
Por eso dice que las políticas emprendidas por los gobiernos desde Vicente Fox hasta ahora no han dado resultado. Fox, comentó Castellanos, declaró la guerra al narcotráfico y “antes de eso los cárteles tenían sus códigos de honor y nunca atacaban a los familiares. Después de que el Gobierno se echó contra ellos la cosa cambió”.
Según Castellanos, el narcotráfico ha corrompido a todas las fuerzas del Estado. Cuenta que ha visto a policías tomar cervezas junto a narcos y a gobernantes ingresar en prisión por la droga. Mientras todo eso sucede, México se prepara para las elecciones del próximo 1 de julio, pero “se sigue sin escuchar proyectos y soluciones de los candidatos”.
“Lo único que sé hacer es escribir y a eso es a lo que me voy a dedicar”
A falta de soluciones políticas, la propuesta de Castellanos es esta: “Hay que atacar donde más duele. En las cuentas del banco y los bienes. Esta es una industria que mueve 800.000 millones de dólares. Hay que aprovechar esos recursos para luego crear escuelas y centros de salud”.
A este periodista también le duele el deterioro del oficio. “Ya casi no hay exclusivas sobre narcotráfico. No sabes quién es tu enemigo y cuando trabajas, tienes mucho cuidado en todos los detalles. Sobre todo, cuando publicas el nombre de algún dirigente”, comentó.
Para protegerse, los periodistas que cubren el narcotráfico en México rara vez firman las notas. Las publican bajo el nombre de la redacción, las firman en la capital del país y las ensamblan con la información que recogen los periodistas mexicanos de El Proceso y La Jornada y reporteros internacionales de agencias como EFE y AFP.
Otra de sus tácticas de supervivencia es “ir en bolita”. Es decir, desplazarse todos juntos sin exhibir los equipos en público. “Vamos de un lado a otro, sacamos las cámaras en el lugar donde vaya a ser la entrevista y nos vamos de la forma más discreta posible. Así nos mantenemos vivos”.
Castellanos reconoce tener miedo cuando informa. Pero insiste en que no sabe hacer otra cosa. “Tengo compañeros de profesión en otros lugares como Venezuela y Perú donde el narcotráfico no es tan cruento como en México, que me dicen que por qué no abandono el oficio. Yo les digo que no. Lo único que sé hacer es escribir y a eso es a lo que me voy a dedicar”.