Nelson Rivera(ALN).- En ‘Estrategia. Una historia’, Sir Lawrence Freedman, insigne estudioso inglés de la historia militar y experto mundial en seguridad, parte de esta premisa: la dimensión estratégica es inherente a la especie humana. La obra se remonta a los tiempos bíblicos y de allí regresa al presente. Los méritos de Estrategia. Una historia (Editorial La esfera de los libros, España, 2016) no se limitan a la extensión de su recorrido: se concentran, de forma destacada, en la nitidez expresiva, en la limpidez con que habla a lo largo de las 900 páginas que tiene el libro. Se trata de una historia de la estrategia que se remonta a los tiempos bíblicos, y que regresa, de forma paulatina, a los nuestros: a los años en que tantos creen que solo con un buen storytelling ya se dispone de una estrategia.
Sir Lawrence Freedman, insigne estudioso inglés de la historia militar y experto mundial en seguridad, parte de esta premisa: la dimensión estratégica es inherente a la especie humana. El triángulo que constituye el fundamento del pensamiento estratégico -la constante reinvención del engaño, la política de alianzas y el uso instrumental de la violencia- es una constante a lo largo de la historia, y una conducta determinante en todos los pueblos.
Es la voluntad estratégica la que permite a los más débiles vencer a los más fuertes
En los relatos bíblicos, a menudo el hombre es moralmente ambiguo. Adán y Eva, Caín y Abel, José y sus hermanos, son narraciones donde los elementos del triángulo actúan como fuerzas movilizadoras. Uno de los episodios más extraordinarios, el del Éxodo, hace patente el poder estratégico de Dios. Aquello podría interpretarse como una eficaz manipulación. Freedman cita a la estudiosa Diana Lipton, quien ha sostenido que “el Éxodo refleja menos una preocupación por la opresión que sufrían los israelitas que una preocupación ante la posibilidad de que quedaran seducidos por la vida egipcia y comenzara un proceso de asimilación”. Si David logra derrotar a Goliat, ello se debe a que fijó una estrategia propia, basada en la sorpresa y la precisión. Es la voluntad estratégica la que permite a los más débiles vencer a los más fuertes.
Un arte de muchos recursos
De Homero proviene la polaridad entre fuerza y astucia / Wikipedia
De Homero proviene la polaridad entre fuerza y astucia. Ulises es emblemático porque lograba superar a sus oponentes con ingenio, pero ello no impidió que, a su vez, fuese engañado. Aquiles, por el contrario, es la fuerza. La flecha lanzada por Paris, que le causa la muerte, fue lanzada a distancia. Las guerras del Peloponeso, de Tucídides, lo convierten en el primer autor que narra un conflicto desde la perspectiva de las estrategias. Con él, recursos como la elocuencia, la simulación o el repliegue, se hacen muy evidentes.
Luego de advertirnos las diferencias de tiempo, lenguaje y cultura, Freedman analiza el texto clásico de Sun Tzu: aunque los conflictos que fundamentaban sus recomendaciones eran simples, ofrece la idea de que hay muchos modos de afrontar o vencer. Con Maquiavelo se produce una amplificación de las operaciones del poder, basada en la idea de manipulación. La sorprendente presencia de John Milton se explica por la indagación que el poeta y político inglés hace de la astucia en su mítico El Paraíso perdido.
En la segunda parte la lectura se hace jugosa por la suma de temas, casos y perspectivas con el inicio del siglo XIX, cuando la estrategia adquiere la categoría de ciencia y de profesión. Hay un desarrollo que pasa por el deslinde entre táctica y estrategia, concentración y dispersión de fuerzas, agotamiento del enemigo, el ataque indirecto -tan del gusto de Winston Churchill-, pero también del uso de noticias falsas, tema que, ahora mismo en pleno siglo XXI, ocupa a los expertos del mundo. Huelga decirlo: las páginas que Freedman dedica al suizo Jomini, a Clausewitz y a Napoleón, a Marx, Herzen y Bakunin, son de notable capacidad de síntesis.
Aquí y ahora
Muchos son los temas que este breve comentario no alcanza a incluir. El abanico temático es grande: la estrategia de la energía nuclear, la no violencia, la álgida cuestión de los conflictos raciales, el papel de la propaganda. La investigación de Freedman es ambiciosa.
Tener una estrategia es disponer de un mapa y una ruta
Interesa mucho el despliegue realizado en el último tercio del volumen sobre las complejidades de nuestro tiempo. La veteranía del autor se hace sentir en su paradójica visión: la estrategia no es un dios omnipotente, sobre todo en tiempos de incertidumbre, de acontecimientos inesperados, de conductas caóticas y factores disruptivos. Pero instituciones y proyectos no pueden carecer de ella: es un recurso de enorme utilidad, porque tener una estrategia es disponer de un mapa y una ruta que, en el peor de los casos, sirve para determinar cuán lejos o cerca se está de un objetivo, y sobre todo, para estimar cómo organizar los recursos de los que se dispone, especialmente si la lucha que se pretende es contra adversarios más poderosos.