Juan Lozano (ALN).- La Federación Colombiana de Educadores ha logrado una movilización nacional sin antecedentes y mantiene en la calle y fuera de las aulas a los docentes afiliados en todo el país. Van más de treinta días de protestas, marchas, reclamos, debates, recriminaciones, reproches y exigencias.
Más de treinta días sin clases. Más de treinta días con el calendario académico suspendido. Más de treinta días de protestas, marchas, reclamos, debates, recriminaciones, reproches y exigencias. Más de treinta días en los que los alumnos no han podido asistir a sus planteles educativos. Más de treinta días de preocupaciones y sobresaltos para los padres de familia, sobre todo en aquellos hogares de padres y madres que trabajan y no tienen con quién dejar durante el día a sus hijos si no van a estudiar.
El poderoso sindicato de maestros de Colombia, Fecode, Federación Colombiana de Educadores, ha logrado una movilización nacional sin antecedentes y mantiene en la calle y fuera de las aulas a los docentes afiliados en todo el país.
La ministra de Educación, Yaneth Giha, es una exitosa economista barranquillera, joven, con especialización en resolución de conflictos, una maestría en Estudios Políticos de la Universidad Javeriana de Bogotá y un máster en estudios de guerra del Kings College de Londres. Se había desempeñado como directora de Colciencias y viceministra de Defensa después de haber acompañado al presidente Juan Manuel Santos cuando era ministro de Defensa desde la Dirección de Planeación y Presupuestación del ministerio.
Fecode ha dicho abiertamente que el Gobierno ha incumplido promesas y que no han logrado una nivelación salarial prometida
Luego de un prolongado interinato motivado por la renuncia de su antecesora en medio de intensas polémicas, la ministra Giha fue designada sin consultar directorios ni jefes políticos. No se le reconoce ningún tipo de representatividad partidista y se ubica, más bien, como una funcionaria de perfil técnico, muy cercana al Presidente. Lleva escasos seis meses en el cargo y propios y extraños, amigos y detractores del Gobierno coinciden en señalar que a ella le ha correspondido el infortunio de enfrentar el paro aunque las causas son anteriores y los motivos son heredados.
Sencillo. No es un paro contra Yaneth Giha. No es un paro que persiga presionar el retiro del cargo de la ministra ni elevar un petitorio contra ella, como ha sucedido en el pasado.
El paro tiene sus baterías enfiladas contra el Ministerio de Hacienda y la Presidencia de la República. Hay paros que se resuelven pidiendo la cabeza de algún funcionario o el retiro de algún ministro. No es este el caso. Fecode ha dicho abiertamente que el Gobierno ha incumplido promesas y que no han logrado una nivelación salarial prometida.
A lo anterior se suma la desafortunada circunstancia de que a estas alturas del año, el Gobierno no ha pagado el aumento de sueldo de los funcionarios públicos, incluidos los maestros, correspondiente a 2017. Y aun cuando desde el Ministerio del Trabajo, otra recién designada ministra, Griselda Restrepo, ha dicho que se pagará retroactivamente, el malestar de los servidores públicos, incluidos policías y soldados, es inmenso.
Oleada de paros
Reclaman también los profesores por las precariedades del sistema de atención en salud. Desde enero se declaró desierto el proceso para seleccionar el operador de salud de los maestros y el asunto no mereció atención inmediata. La licitación fue cobijada con una solicitud de suspensión emitida por la Procuraduría General para garantizar la transparencia del proceso.
Aunque los asuntos relativos a la formación de los docentes, su plan de carrera, los estándares de evaluación y la controversia sobre el retorno a una jornada única nacional en todos los planteles públicos también hacen parte de la lista de desencuentros, la agenda central está referida a asunto de presupuesto que desbordan al Ministerio de Educación para trasladarse al vecindario de la Plaza de Bolívar, en donde, calle de por medio, despachan el jefe de las Finanzas Públicas y el propio jefe de Estado.
Los más de 350.000 maestros que han cesado sus actividades venían de dos jornadas de paro y movilización en los años 2016 y 2015. En 2015 el paro había estremecido también al país y había durado quince días, que hoy representan apenas el 50% de la duración del último conflicto.
El Gobierno luce muy debilitado. En las últimas encuestas publicadas por Yanhass, a pesar de su Premio Nobel, el presidente Santos ha roto todas las barreras de impopularidad presidencial. La aprobación a su gestión llegó a registrar un dramático 13% y cerca del 80% de los colombianos han considerado que el país va por mal camino. La situación financiera es precaria, pues no se han podido sustituir los recursos derivados del petróleo que llegaron a representar el 20% de los ingresos corrientes de la nación y cayeron a menos de la mitad de lo percibido en años anteriores.
A estas alturas del año, el Gobierno no ha pagado el aumento de sueldo de los funcionarios públicos, incluidos los maestros
Por lo demás una oleada de paros ha sacudido a Colombia. El principal puerto sobre el Pacífico, Buenaventura, permaneció bloqueado por más de 20 días y la capital del departamento del Chocó experimentó un largo paro. A lo anterior se suman paros de arroceros, guardas penitenciarios, entre otros, incluyendo al propio Ministerio del Trabajo cuyos trabajadores también despidieron con otro paro a la ministra saliente, Clara López.
A estas alturas, las propuestas van y los rechazos regresan, las cifras van y las objeciones retornan. Los colombianos reclaman al unísono una solución inmediata. En la última semana, Bogotá padeció intensos bloqueos, incluyendo una kilométrica parálisis de la vía al Aeropuerto Internacional El Dorado que causó severos perjuicios.
Los maestros han dicho que ahora trasladarán las protestas a muchas de las arterias viales en distintas regiones del país, mientras el Gobierno se radicaliza diciendo que no tiene dinero y que descontará a los maestros los días que no laboren. Algunos temen que se anticipen las vacaciones escolares sin terminar el correspondiente periodo académico. Los riesgos de infiltración violenta, desmanes, o incluso excesos de fuerza en la contención de la protesta enturbian aún más el escenario. Ya se siente, por lo demás, un cuadrilátero con aroma de campaña presidencial en la puja por la sucesión de Santos el año entrante.
Así, en medio de este explosivo panorama, cada día que pasa los costos aumentan y los riesgos de un mal desenlace se multiplican exponencialmente. Por eso, tras la negativa de Fecode de aceptar una mediación, empiezan a coincidir muchas voces desde las distintas orillas de la vida colombiana en que se requiere un cónclave de encierro, hasta que entre la Federación de Educadores y el ministro de Hacienda salga humo blanco.