Oscar Medina (ALN).- Vindigo se hace en Almería, España, y lo distribuye una empresa francesa como el primer vino azul auténtico de origen mediterráneo. Su creador es optimista en cuanto a los resultados comerciales y asegura que el color se obtiene de forma natural. Pero algunos expertos asoman la duda: si tiene colorantes añadidos no puede llamarse vino.
Acaba de ser presentado en Francia, al sur, en un ambiente de playa y veraneo, y todo parece ir bien para el vino azul. Abundan notas en los medios que celebran el fenómeno y se hacen eco del desbordado optimismo de su creador, Rene La Bail. Del vino azul hablan como algo revolucionario, algo que “sacude” al mercado francés, una innovación que hace temblar los rígidos cimientos de la industria de los caldos en ese país y, pronto, en el mundo entero.
¿Vino azul? Sí, eso es lo que ha producido y lanzado al mercado el empresario francés. Un chardonnay que no tiene color de chardonnay porque es, literalmente, azul. Su nombre es Vindigo, en obvia alusión al “vin” y al color “índigo”. Se promociona como “Vin Bleu de Méditerranée” y aunque parece un producto francés, en realidad se hace en Almería, España, porque La Bail no encontró a nadie en Francia dispuesto a hacerlo. Por ahora.
De entrada, la novedad le ha resultado un buen negocio. El debut de Vindigo fue este mismo agosto en la localidad portuaria de Sète y los veraneantes han demostrado interés. Una nota de la agencia Reuters mencionó la posibilidad de que se consuman al menos 37.000 botellas en los primeros dos meses de su salida al mercado en este pueblo. La Bail ha asegurado que ya tiene pedidos desde toda Francia y también en Bélgica, Alemania, España, Italia, Rusia, el Caribe y China.
Pero su gran proyecto en este momento es entrar de lleno en el mercado francés y obtener reconocimiento para un producto que no es bien visto por los más puristas. La Bail quiere hacer su vino en Burdeos. Y no la va a tener fácil.
Ser o no ser
De acuerdo a su explicación, el vino adquiere esa tonalidad al ser filtrado a través de pulpa de cáscara de uva roja, proceso en el cual termina sumando a su composición los pigmentos naturales conocidos como antocianinas.
El debut de Vindigo fue este mismo agosto en la localidad portuaria de Sète y los veraneantes han demostrado interés
De ser así, todo bien. Pero, para empezar, ya existe un antecedente. En 2015 una compañía española formada por jóvenes emprendedores presentó al mercado un vino azul llamado Gik, el primero del mundo. Pero rápidamente debió retirar de la etiqueta la palabra “vino” porque no cumplía con algunas de las normas de la industria, especialmente de la francesa. Ahora se llama Gik Live. Y en su web se explica que logran el color azul “a través de procesos tecnológicos de pigmentación del vino”.
Lo cierto es que luego se descubrió, según la revista científica Sciences et Avenir, que al Gik le añadían el colorante E132 aunque no lo aclaraban en la etiqueta.
¿Vindigo podría correr la misma suerte? La probabilidad es alta. Un trabajo del diario The Telegraph planteado con mayor seriedad que las reseñas festivas presenta las objeciones al caso.
El diario cita a Véronique Cheynier, directora de investigación del Instituto Nacional de Investigación Agrícola de Francia, como una de las expertas que pone en duda el proceso de pigmentación completamente natural: “No veo cómo la antocianina derivada de la pulpa de uva roja puede hacer que este vino sea azul. Incluso si los pigmentos derivados de antocianinas que son de color azul en un medio ácido se han aislado con éxito en el laboratorio, estos pigmentos sólo están presentes en pequeñas cantidades en la pulpa de la piel de la uva”.
Cheynier explica en la cita que los pigmentos son rojos en un pH bajo y se vuelven azules en un pH superior a siete, cuando el pH en el vino normalmente se ubica entre tres y cuatro. Otro investigador del instituto francés, Jean-Louis Escudier, aclara el punto: “Un vino con un pH superior a cuatro es inestable en términos microbiológicos y se oxida mucho más rápido. Puedes ver este efecto en los vinos tintos de color ladrillo, que adquieren un tono naranja”.
Y aporta un elemento clave: es ilegal agregar pulpa de piel de uva roja al vino blanco. También es ilegal, de acuerdo a normas internacionales, el uso de colorantes en el vino.
Vindigo enfrenta otro problema interno: “Vin de Méditerranée” es una denominación geográfica protegida en Francia. Este reclamo ya fue presentado y, según The Telegraph, la empresa argumentó que se utilizó por “error” y será retirada de las botellas.
Si Vindigo tiene colorantes añadidos o no, es algo que seguramente se sabrá muy pronto: entre tanta discusión y lejos de las costas de Sète, en algún laboratorio alguien hará el análisis correspondiente y esto sellará la suerte de esta nueva bebida azul que quizás sea vino o quizás no.