(EFE).- Nada refleja mejor la enemistad entre Irán y Estados Unidos que la antigua embajada estadounidense en Teherán, bautizada como el “nido de espías” y reconvertida en un museo de la hostilidad entre ambos países, y que ahora incluye referencias a Israel por la guerra en Gaza.
“Este es el fin del apartheid de Israel”, reza un cartel en el exterior de la que fuera la embajada de Estados Unidos en Teherán hasta su toma por estudiantes el 4 de noviembre de 1979, año del triunfo de la Revolución Islámica.
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Ese cartel hace referencia a la guerra en Palestina y al apoyo del “gran satán” al “pequeño satán”, como Teherán denomina a Estados Unidos y a Israel, y se suma a los ya clásicos murales que adornan sus paredes con calaveras en lugar de estrellas en la bandera estadounidense o Mikey Mouse con una pistola.
Una vez dentro del recinto, una bandera estadounidense yace a los pies de un asta y un mural con una calavera como la Estatua de la Libertad y el lema “Abajo Estados Unidos” dan la bienvenida al visitante.
Las paredes están llenas de cárteles que explican quienes eran los 52 funcionarios estadounidenses de la embajada que permanecieron retenidos durante 444 días para exigir la extradición del sah Mohamad Reza Pahlaví, derrocado por la revolución que encabezó el ayatolá Jomeiní.
“En este museo queremos mostrar el espíritu de lucha del pueblo de Irán por la libertad y contra la arrogancia (el imperialismo estadounidense)”, dice a EFE Majid Alizadeh, director del Museo 13 de Aban, nombre oficial del lugar que refleja la fecha iraní en que fue tomada la embajada.
«No dejaremos que algo así vuelva a ocurrir”
Alizadeh explica que hallaron documentos en el recinto que demuestran que Estados Unidos organizó el golpe de Estado de 1953 en el que fue derrocado el primer ministro, Mohammad Mosadegh, quien nacionalizó la industria petrolera del país, y afirma que tras el triunfo de la Revolución Islámica Washington planeaba algo parecido.
“La embajada es un símbolo de que no dejaremos que algo así vuelva a ocurrir”, asegura.
La entrevista tiene lugar en el que fuera el despacho del último embajador estadounidense en Teherán William H. Sullivan y que permanece congelada en el tiempo con retratos de los expresidentes Jimmy Carter y George Washington en las paredes.
Sobre la mesa del embajador hay cables diplomáticos reconstruidos tira a tira durante años por estudiantes y que según las autoridades muestran que la embajada era un centro de espionaje.
La primera planta del «nido de espías»
Un árbol de Navidad adorna la esquina de otra estancia de la antigua embajada de 5,5 hectáreas y construida en 1948.
Los visitantes solo pueden acceder a la primera planta del edificio de la excancillería, que acoge una habitación de cristal insonorizada para conversaciones secretas, el despacho del embajador y una zona a la que se accede a través de una puerta blindada que cuenta con equipos de telecomunicaciones, dispositivos de cifrado y descifrado.
Otras salas estaban dedicadas a la destrucción de documentos con grandes máquinas trituradoras de papel, y a la fabricación de identidades falsas para los espías estadounidenses.
Más recientemente se han añadido retratos de líderes que Teherán considera luchadores contra el imperialismo estadounidense, como el venezolano Hugo Chavez, el cubano Che Guevara o el asesinado líder de Hamás Ismail Haniyeh.
Visitantes extranjeros
Según Alizadeh, unas 100 personas, la mayoría de ellas turistas extranjeros, visitaban el museo hasta recientemente, pero el número ha bajado mucho desde el comienza de la actual guerra en Gaza el 7 de octubre de 2023.
Los turistas extranjeros que visitan el recinto suelen ser chinos o rusos, según el director.
“Quería ver la historia desde un punto de vista diferente”, dice a EFE Ma, un turista chino que se encuentra en Teherán, en referencia a que muchas veces los acontecimientos históricos se cuenta desde el punto de vista occidental.
Por su parte, Amir, administrativo de 34 años de una fábrica de electrodomésticos, expresa su deseó de que las relaciones entre Teherán y Washington mejoren, sobre todo para que se levanten las sanciones estadounidenses que pesan contra el país persa.
“A lo mejor en un futuro este lugar será de nuevo la sede diplomática de Estados Unidos en Teherán”, dice Amir en un arrebato de optimismo.
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