José Miguel Farías (ALN/Rendivalores).- En 1973, Chile tenía una inflación de 340%, la escasez era abundante y la crisis afectaba a toda la población. A partir de 1975, un año después de que comenzaran las reformas liberales, el crecimiento y la recuperación del país suramericano fueron tales, que se le catalogó como el “milagro económico chileno”. Varias de estas medidas pueden ser tomadas en cuenta para Venezuela.
En la década de los 70, Chile era un país devastado por las políticas intervencionistas de Salvador Allende. A la debacle socioeconómica que sufría el país, se le sumó la falta de libertades políticas, lo cual dilapidaba cualquier incentivo que pudiesen tener los agentes económicos. En 1973, y tras un golpe de Estado de las Fuerzas Armadas, se puso fin al gobierno de Allende. El cambio de gobierno, junto a la labor de unos jóvenes liberales influenciados por los trabajos de Milton Friedman, originaron un cambio en las políticas económicas de Chile, lo cual dio inicio a la apertura de su economía.
Entre las propuestas que podemos tomar en cuenta para Venezuela destaca de forma primaria levantar los controles y liberar precios. Es importante liberar los precios con el fin de que haya incentivos para producir. Esa fue una de las primeras luchas de Sergio de Castro, uno de los “Chicago Boys” que se desempeñó como ministro de Hacienda y Economía en la segunda mitad de la década de los 70
La llegada al poder de la Junta Militar tras el golpe de Estado, se encontró con un Chile en una situación económica grave, que si bien tenía una tasa de desempleo controlada -alrededor de 4,6%-, presentaba altas tasas de pobreza. Al principio, muchas de las medidas de la Junta Militar fueron típicamente intervencionistas y se generó un gasto público elevado. Para tratar de enderezar el rumbo, el gobierno chileno confió el manejo económico a unos jóvenes egresados de la Universidad Católica de Chile, la mayoría con postgrado en la Universidad de Chicago. De aquí vendría el apodo por el que fueron conocidos, los “Chicago Boys”. El plan económico de los “Chicago Boys” consistió en una economía no regulada, abierta al mundo, con un Estado pequeño y subsidiario, de riguroso equilibrio fiscal, y el funcionamiento libre del mercado. Sus ideas estaban marcadas por las de Milton Friedman y otros exponentes del liberalismo económico, que influyeron a los jóvenes durante su estancia en Chicago.
El mercado de valores chileno
El mercado de valores fue un elemento clave y una pieza fundamental en el desarrollo económico de Chile. Las mejoras en términos de liquidez y capitalización del sistema financiero, la creación de nuevos instrumentos e instituciones, condujeron a un aprendizaje constante a los distintos agentes del mercado chileno. El crecimiento de su economía en las últimas décadas es difícil de comprender sin la consideración de estos factores.
De igual forma, el mercado de valores permitió canalizar los ahorros hacia inversiones productivas, facilitando una mejor diversificación del riesgo y ejerciendo un control corporativo más eficiente. A la par, la mayor movilidad del capital y el aumento de las oportunidades de diversificación entre los agentes estimularon el crecimiento de la economía.
Privatización de empresas y apertura internacional
En 1984, en el marco del plan establecido, el gobierno chileno inicia la privatización de importantes empresas públicas, siendo la Bolsa de Santiago la entidad principal a través de la cual se desarrolló este proceso. A partir de dicha privatización, el mercado experimentó un desarrollo extraordinario, caracterizado por un crecimiento de las operaciones bursátiles, emisiones de valores, diversificación de los instrumentos transados y apertura hacia nuevos mercados. La participación privada en la extensión del mercado y la existencia de un mercado unificado y competitivo fueron los principios fundamentales de las reformas económicas neoliberales que se ejecutaron en esos años.
Chile hoy: crecimiento económico sostenido
De acuerdo con el Banco Mundial, Chile ha sido una de las economías latinoamericanas que más rápido ha crecido en las últimas décadas, debido principalmente a un marco macroeconómico sólido, que le ha permitido reducir la proporción de la población considerada pobre (5,5 dólares por día).
De igual manera, y de forma comparativa, Chile ha seguido gozando de una prosperidad económica ejemplar para el contexto latinoamericano desde su regreso a la democracia en 1990. Logró un crecimiento de 4% en 2018, el mayor en cinco años, gracias al renacer de la inversión interna. Asimismo, el Fondo Monetario Internacional estima que en 2022 Chile será el primer país de la región en alcanzar un PIB per cápita de 30.000 dólares dólares, similar al de algunas naciones europeas como Hungría o Portugal.
¿Qué puede aprender Venezuela?
En 1973, Chile tenía una inflación de 340%, la escasez era abundante y la crisis afectaba a toda la población. A partir de 1975, un año después de que comenzaran las reformas liberales, el crecimiento y la recuperación del país suramericano fueron tales, que se le catalogó como el “milagro económico chileno”.
Otro de los pilares del “milagro chileno” fue la apertura de los mercados. El país se abrió a la competencia, bajó unilateralmente los aranceles y los empresarios tuvieron que aprender a competir. Esta apertura trajo inmensos beneficios: mayor competitividad, menores precios y mayor calidad. Esas, y no una debacle en la economía nacional, son las consecuencias del libre mercado
Entre las propuestas que podemos tomar en cuenta para Venezuela destaca de forma primaria levantar los controles y liberar precios. Es importante liberar los precios con el fin de que haya incentivos para producir. Esa fue una de las primeras luchas de Sergio de Castro, uno de los “Chicago Boys” que se desempeñó como ministro de Hacienda y Economía en la segunda mitad de la década de los 70.
Otro de los pilares del “milagro chileno” fue la apertura de los mercados. El país se abrió a la competencia, bajó unilateralmente los aranceles y los empresarios tuvieron que aprender a competir. Esta apertura trajo inmensos beneficios: mayor competitividad, menores precios y mayor calidad. Esas, y no una debacle en la economía nacional, son las consecuencias del libre mercado.
Asimismo se efectuó una gran reforma laboral y de pensiones. José Piñera, ministro de Trabajo a finales de los 70, fue el arquitecto del nuevo sistema de pensiones privado. Antes de Piñera, el sistema de pensiones era el clásico de reparto estatal: una especie de esquema Ponzi en el que el dinero de los trabajadores activos financia la jubilación de los retirados. En la actualidad, la pensión de los trabajadores depende de lo que han ahorrado toda su vida. Cada trabajador cotiza en una cuenta individual administrada por fondos privados de pensiones. Y por último, podemos hablar de las privatizaciones y el recorte del gasto estatal.
Los hechos son innegables: Chile es la nación más próspera de América Latina. En la actualidad, cuenta con el PIB per cápita más elevado de la región, es el segundo país con menor porcentaje de pobreza en Latinoamérica, la tasa de desempleo se ha mantenido de manera constante en un dígito y los ciudadanos tienen una expectativa de vida superior a los 80 años. Chile es el ejemplo a seguir.