Zenaida Amador (ALN).- El 23 de febrero concluirá el primer mes desde que Juan Guaidó, como presidente de la Asamblea Nacional, asumió las funciones ejecutivas de Venezuela de forma interina y con ese plazo termina el barniz de tolerancia que el régimen de Nicolás Maduro le ha dado. La fecha es crucial en el pulso que se vive en la geopolítica mundial por el caso venezolano y marcará un giro en la evolución del proceso, ya que puede significar el punto de quiebre del régimen y el último hito en el que se juega la supervivencia.
No sólo es la fecha fijada para el ingreso a Venezuela de la ayuda humanitaria internacional. Es el plazo simbólico que se le ha dado a los militares para que terminen de tomar posición entre la ilegitimidad de Nicolás Maduro y el llamado a la restauración del hilo constitucional en Venezuela de Juan Guaidó y, en consecuencia, es un hito referencial para medir las fuerzas del chavismo, que ya ha mostrado la intención de radicalizar la resistencia a abandonar el poder si sobrepasa ese día.
Pero para entender la trascendencia del 23 de febrero en este contexto es preciso hacer una revisión de algunos puntos previos.
No sólo es la fecha fijada para el ingreso a Venezuela de la ayuda humanitaria internacional. Es el plazo simbólico que se le ha dado a los militares para que terminen de tomar posición entre la ilegitimidad de Maduro y el llamado a la restauración del hilo constitucional en Venezuela de Guaidó
Cuando Guaidó se juramentó como presidente interino lo hizo apelando a la opción legal que ofrecía la Constitución de Venezuela en función de que el período de Maduro en la Presidencia finalizó el 10 de enero. De allí que la permanencia forzada de Maduro para un segundo mandato es vista como una usurpación de la Presidencia de la República, ya que la reelección para el cargo -que ocurrió el 20 de mayo de 2018- fue considerada un acto ilegal.
Expresamente el artículo 233 de la Constitución establece que “se procederá a una nueva elección universal, directa y secreta dentro de los treinta días consecutivos siguientes” y mientras se elige y toma posesión el nuevo Presidente “se encargará de la Presidencia de la República el Presidente o Presidenta de la Asamblea Nacional”.
Si bien Guaidó asumió de forma interina las funciones ejecutivas de la nación el 23 de enero, en la práctica no ha podido ejercer el control de la estructura del Estado y del Gobierno, ya que Nicolás Maduro permanece en el poder. De allí que sea imposible convocar a un proceso electoral sin antes haber cesado la usurpación de funciones por parte de Maduro.
Por ello, la Asamblea Nacional (AN) aprobó el Estatuto que rige la Transición a la Democrática, donde se establece que “una vez cesada la usurpación por parte de Nicolás Maduro” se abre el plazo de los 30 días y, en caso de imposibilidad técnica para convocar y realizar elecciones libres y competitivas en ese plazo, la AN podrá ratificar al presidente encargado hasta por “un plazo máximo de doce meses” para conformar un gobierno de unidad nacional y convocar a elecciones.
Lo que dice Nicolás Maduro
Maduro sabe que es cuesta arriba sostenerse, por eso cada día que resiste en la Presidencia es ganancia, porque le permite reacomodarse, pero indefectiblemente lo lleva a radicalizarse y a victimizarse.
En paralelo, Maduro sostiene que un presidente interino debe cumplir lo estipulado en las leyes y debe “convocar a elecciones presidenciales en 30 días, como manda la Constitución”. A su juicio, “a este señorito autoproclamado (Guaidó) se le está yendo el tiempo y no convoca a elecciones presidenciales”.
Le fijó así el plazo de un mes, dejando correr la arruga de las represalias para cuando pueda argumentar que es írrita su actuación partiendo del formalismo legal con el cual juró como presidente interino. Con esto Maduro intentará subirle a la comunidad internacional el costo de seguir apoyando a Guaidó.
Pero el régimen está bajo los reflectores del mundo. Por eso ha hecho poco para contener a Guaidó salvo algunos hostigamientos y restricciones (se le dictó prohibición para enajenar y gravar bienes de su propiedad, y de salida del país). Maduro y sus funcionarios saben que no es tiempo para exponerse innecesariamente, pero lo harán.
Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), ha asomado que llegará el momento de encarcelar a Guaidó. “Aquí dicen que hay que ponerle los ganchos (meterlo preso). Sí, hay que ponerle los ganchos, pero todo tiene su momento, nadie se desespere”.
El 23F se perfila como la fecha crucial.
Lo que dice Juan Guaidó
Guaidó no sólo logró exponerle al mundo la vocación autoritaria del régimen de Maduro, sino que además le ha dado rostro humano a la más brutal crisis económica y social que ha experimentado el país en su historia reciente. Cuenta con el respaldo internacional, lo que le da margen para sumar voluntades en todos los sectores a favor de un cambio de sistema que permita la recuperación económica de Venezuela y el regreso a la institucionalidad democrática.
Guaidó no sólo logró exponerle al mundo la vocación autoritaria del régimen de Maduro, sino que además le ha dado rostro humano a la más brutal crisis económica y social que ha experimentado el país en su historia reciente
Pero también sabe que la mejor forma de que fluya el cambio es mediante una salida no violenta. Por ello ha hecho grandes esfuerzos por minar las bases de los grandes grupos de poder que le permiten a Maduro resistir en la Presidencia. La Fuerza Armada es uno de esos grupos clave y a ella le ha lanzado mensajes directos, marcando al 23F como el día de las definiciones.
El 16 de febrero Guaidó les dijo claro a los militares: “Tienen siete días para que se pongan del lado de la Constitución y hagan lo correcto. Siete días para que ingrese la ayuda humanitaria. ¿Con qué rostro quieres ver a tu madre, a tu hijo o a tu esposa cuando necesitan una pastilla para la tensión o sencillamente un alimento? ¿Con el orgullo de saber que apoyaste la entrada de la ayuda a Venezuela o con la vergüenza de apoyar a un usurpador?”.
Desde ese día Guaidó ha desplegado una agresiva estrategia con la que sumó a más de 600.000 voluntarios, quienes se interconectarán con las organizaciones no gubernamentales y otros organismos del sector salud para garantizar la distribución de la ayuda humanitaria internacional a los cerca de 300.000 venezolanos cuya vida está en riesgo por carencia de alimentos y medicinas.
¿Qué pasará el 23F?
El ingreso de la ayuda humanitaria el 23F es la metáfora de una cesión de espacios por parte de Maduro, por eso esa fecha puede significar el punto de quiebre del régimen y el último hito en el que se juega la supervivencia. Por eso Maduro ha asegurado que frenará el ingreso de la ayuda incluso con las armas.
Estados Unidos, por su parte, ha movilizado parte de la ayuda humanitaria a los puntos de recolección fronterizos en aviones militares, haciendo alarde de su poderío bélico y sin esconder que una opción militar no está descartada en el caso venezolano.
Pero ha sido tal el rechazo internacional a la actitud de Maduro que ya se le comienza a tildar de genocida por impedir que entren a Venezuela toneladas de alimentos y medicinas que aguardan del otro lado de la frontera y que han sido aportadas por naciones de todos los continentes. La atención del mundo está centrada en lo que pueda pasar ese día.
Artistas internacionales, bajo la coordinación de Richard Branson, anunciaron un concierto en Cúcuta (Colombia) el 22 de febrero para “atraer la atención mundial” sobre lo que pasa en Venezuela y recaudar 100 millones de dólares para donarlos en ayuda humanitaria al país. Su presencia en la frontera eleva el riesgo de cualquier represalia del régimen de Maduro a quienes intenten ingresar ayuda humanitaria al territorio y pone contra la pared a los militares a la hora de obedecer o no una orden superior en este sentido.
Además, Guaidó ya convocó a una gran movilización dentro y fuera del país para el 23F, colocando a los venezolanos en las calles para dar apoyo al ingreso de la ayuda. La red de voluntarios y la ciudadanía en general se organizarán en caravanas para permitir la entrada de la ayuda desde Cúcuta y Roraima (Brasil).
El juego de pulso entra en una fase determinante.