Pedro Benítez (ALN).- Como ha demostrado una y otra vez la historia, el apaciguamiento respecto de la conducta de un agresor potencial termina alentando la agresión. Es el resumen de la relación entre Peña Nieto y Trump. No obstante, el mundo no se va a acabar para México, se va a mover. La excesiva prudencia y la falta de imaginación le han impedido a Enrique Peña Nieto aprovechar la oportunidad que el destino le presenta de ser el primer presidente mexicano en desafiar a su par de la República del norte… y salir ganando.
Sin embargo, su actitud es exactamente la contraria del presidente chino Xi Jinping, que ha recogido el guante del desafío proteccionista. Se nos dirá que China es China y “pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos”. Pero, pese a todos los pronósticos, la República mexicana tiene muchas cartas a su favor en el conflicto comercial que se le avecina con su vecino y hasta ahora socio comercial.
Estados Unidos saldrá perjudicado
Para empezar: elevar los aranceles contra los productos fabricados en México, amenazar o castigar a las empresas estadounidenses que operen desde allí, a quien más va a perjudicar (aparte de México) será a la propia economía de Estados Unidos.
México compra a Estados Unidos más productos que Reino Unido, Francia, Alemania, Italia y Brasil juntos
Se ha estimado que por cada dólar en mercancías que México exporta a Estados Unidos, 40% tiene componentes fabricados en ese país. Una de las consecuencias del Tratado de Libre Comercio de la América del Norte es haber desarrollado tal nivel de integración entre las dos economías que al castigar a su vecino del sur la nueva administración en Washington va a perjudicar la productividad de muchas empresas en Estados Unidos y eso implica menos empleos.
Por otro lado, no es cierto que México les quite puestos de trabajo a los estadounidenses. Por el contrario, es el segundo mercado para las exportaciones de Estados Unidos luego de Canadá y solo por delante de China. Justamente los tres países a los que Donald Trump amenaza con una guerra comercial.
México compra más productos estadounidenses que Reino Unido, Francia, Alemania, Italia y Brasil juntos. El mercado mexicano es el primer destino de exportación de 28 de los 50 estados de la Unión americana.
Peña Nieto actúa con exceso de prudencia / EFE: Alex Cruz
Seguramente estas cifras, y muchas otras, Peña Nieto se las mencionó Trump cuando recibió al entonces candidato. Pero ahora como en aquella ocasión, el magnate inmobiliario convertido en presidente de la primera potencia del mundo simplemente no lo tomará en cuenta.
Donald Trump se ve a sí mismo como un negociante duro, que obtiene lo que desea desde una posición de fuerza y que se siente orgulloso de aprovechar cualquier debilidad de su oponente para debilitarlo aún más. Por eso admira a Putin. ¿Para qué cambiar lo que considera -con buenas razones- le ha funcionado en su vida de negocios y más recientemente en la política?
La actitud de apaciguamiento frente a Trump no le ha sido útil a Peña Nieto y todo indica que no lo será. Lo único que ha conseguido es crearse problemas en la propia casa. A estas alturas ha quedado bastante claro que el nuevo inquilino de la Casa Blanca se propone cumplir con todo lo que prometió, sin medir las consecuencias para su país.
La oportunidad de México
Nada de palabras educadas y razonamientos bien fundamentados van a conseguir que Trump reconsidere su posición. Él solo se va a detener ante un poder superior. Se viene comportando como un déspota y es cuestión de tiempo que sea un problema para el sistema político de Estados Unidos… y esa será la oportunidad de México. Porque, entre otras cosas, esos 28 estados tienen senadores y representantes en el Congreso que quieren reelegirse.
¿Qué otra opción tiene Peña Nieto? Seguir el ejemplo de Xi Jinping. Humillarse no le va a servir de nada. Asumir el liderazgo de su país en medio de la tempestad que se le viene encima le daría mayores réditos políticos. Aprovechar la oportunidad que ofrecen los gobernantes chinos y volcar su economía hacia el Pacífico es una opción nada fácil dada la dependencia del mercado estadounidense. Pero la economía global ofrece oportunidades casi infinitas. Su respuesta a una ruptura del TLC debería ser la de iniciar negociaciones para un tratado de libre comercio pero con China. Audacia e imaginación.
El mercado mexicano es el primer destino de exportación de 28 de los 50 estados de la Unión americana
Una de las grandes lecciones del siglo XX es que el apaciguamiento respecto de la conducta de un agresor potencial, en vez de oponer resistencia, termina alentando la agresión. El presidente mexicano lo está experimentando en carne propia.
Por lo pronto todo el sector exportador de la economía mexicana se va a beneficiar de la devaluación del peso y además ya está alentando inversiones en el recientemente liberalizado mercado de los hidrocarburos.
No hay forma de que México no sufra las consecuencias negativas del proteccionismo de Trump, “se porte bien o se porte mal”, pero el mundo no se va a acabar, se va a mover.
Tal como ocurrió en los años 30 del siglo pasado con la ola proteccionista promovida por los republicanos de entonces, el destino de este nuevo proteccionismo comercial de Donald Trump no será otro que la pérdida de puestos de trabajo en Estados Unidos. Exactamente lo contrario de lo que promete.