Leticia Núñez (ALN).- El investigador y analista político peruano Sinecio López considera que el perdón presidencial a Fujimori no ha beneficiado a nadie. Por un lado, sostiene que el gobierno de Pedro Pablo Kuczynski “quedó muy debilitado”. Por otro, dice que “el fujimorismo dejó de ser un actor apabullante en el escenario político”. E, incluso, cree que el APRA “también perdió”. ¿No hay ningún ganador? En declaraciones al diario ALnavío, cita uno, aunque con ciertos reparos: “Quizá sea el despertar de la sociedad, que estaba totalmente aletargada”.
La política en Perú está paralizada. El indulto que Pedro Pablo Kuczynski concedió a Alberto Fujimori ha puesto patas arribas el país, dando lugar a un nuevo escenario. Y en él, PPK aparece como “un secuestrado infeliz”. La expresión es del peruano Sinecio López, Doctor en Sociología en la Universidad de París, investigador y analista político. Secuestrado porque “depende mucho del fujimorismo” e infeliz por “el acoso tanto del fujimorismo como por el gran movimiento social que viene”.
En una entrevista con ALnavío, López, consultor de organismos internacionales como el Banco Interamericano de Desarrollo, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo y Unicef, y profesor en la Pontificia Universidad Católica de Perú, defiende que “todos” los sectores políticos “se han perjudicado” a raíz del indulto y que ahora Kuczynski, quien a su juicio “siempre fue débil”, está “totalmente aislado”. Pero no sólo eso. Más allá de esta última sacudida, el experto asegura que en Perú “hay una gran crisis política, que ya no es sólo del poder, sino que agarra el régimen político”.
– Tras los terremotos por el fracaso de la vacancia a Pedro Pablo Kuczynski y el indulto a Alberto Fujimori, ¿hacia dónde camina Perú? ¿Qué escenario se dibuja?
– La política está paralizada. Lo que sucede en este momento es que hay un gobierno aislado totalmente, tanto de la oposición mayoritaria controlada por el fujimorismo como por la oposición que algún momento apoyó a PPK para enfrentar al fujimorismo. Su destino futuro dependerá de dos cosas fundamentales. Una es cómo se redefine el fujimorismo, que todavía no está claro hacia dónde va. Y lo otro es la gran protesta social que va creciendo y que podría ser muy importante.
– ¿Ve factible que el indulto a Fujimori se pueda revertir en caso de que crezcan las protestas?
– Es un tema muy controvertible por juristas y políticos en el Perú. Se dice que, por un lado, organismos internacionales como la Corte Interamericana de Derechos Humanos, lo podían revertir. Otros dicen que no. Que puede mostrar su desacuerdo pero que no hay ningún caso en el que algún organismo internacional haya eliminado un indulto, que eso es una prerrogativa presidencial. Yo lo veo complicado, es un campo de debate entre juristas y políticos y no hay un punto de vista compartido. Internamente, es difícil que se elimine el indulto. Lo que puede ser más fácil es eliminar el derecho de gracia, que se refiere básicamente a un delito de unos campesinos de Pativilca, cerca de Lima, que fueron desaparecidos. Había un juicio abierto y no se puede hacer ninguna concesión de gracia porque no ha cumplido con el plazo necesario. Eso sí puede ser revertido.
– ¿Qué opinión le merece que Kuczynski tomara una decisión de tal calado como es el indulto a alguien como Fujimori en Nochebuena y tras un intercambio de favores para no ser destituido?
– Ha habido una negociación a nivel muy alto. Tengo la hipótesis de que eso se desarrolló incluso entre el presidente con el mismo Alberto Fujimori y su hijo como intermediario. Es un acto desesperado de Kuczynski porque quería salvar la vacancia. Todos estos movimientos son un poco turbios. La vacancia presidencial la plantean básicamente los líderes políticos que han sido mucho más cuestionados por la corrupción y que tienen miedo a lo que pueda venir de Lava Jato. No sólo por financiamiento de campañas electorales, sino también por coimas. Sobre todo, Keiko y Alan García. Cuando tienen un fiscal que cumple bien su función y que no se casa con nadie, entonces lo primero que quieren hacer es acusarlo constitucionalmente para ponerlo de lado. Y lo mismo quieren hacer con el Tribunal Constitucional. Pero la medida clave era sacarse a PPK. Es un golpe mafioso, que viene del acuerdo entre García y Keiko por el temor a que Lava Jato les pueda barrer. Ahí se arma la idea del golpe parlamentario.
“Kuczynski sigue solo, no hay ninguna reconciliación. Más bien se ha producido una enorme polarización”
PPK se logró salvar gracias a la abstención de 10 parlamentarios del fujimorismo. Eso obviamente era producto de una negociación entre PPK y los Fujimori. Es producto de un acuerdo y es eso lo que ya enreda todo. Él mismo es consciente de que podía organizar la política en términos más sólidos. Él mismo dice ‘he aprendido mucho de esta crisis y quiero una política coherente’. El terreno parecía claro: quiénes parecían apoyarlo, quiénes eran los adversarios, qué agenda podía desarrollar… Pero el 25 de diciembre todo se nubló con el indulto. Lo que parecía claro se volvió turbio. En el fujimorismo eso produjo una gran división y en la oposición también una gran confusión, hasta el hecho de paralizar la política. El gobierno está totalmente sólo, aislado. Ahora PPK tiene dificultades para nombrar a su propio equipo ministerial. No hay políticos respetables, no hay técnicos de primera que quieran asumir esa tarea.
– ¿Qué futuro le espera a Kuczynski?
– El futuro depende de cómo resuelva sus problemas el fujimorismo. Ahí hay tres posibilidades de salida. Una es que Fujimori papá como árbitro unifique a los hijos y diga ‘bueno, vamos a ser una sola fuerza y al mismo tiempo les pido que le den un poco de oxígeno al gobierno porque yo estoy libre gracias al gobierno’. Otra salida probable dentro del fujimorismo es que, si no se ponen de acuerdo los hijos, se mantengan como alas de una organización formal. Una más dura de Keiko y otra más liberal y moderada de Kenji. Y, obviamente, esa ala puede crecer de 10 a 25 parlamentarios. Keiko quedaría disminuida a 45-50. Y otra salida es que, si Fujimori pierde esa capacidad de árbitro, se divida el fujimorismo. Por un lado, el kenjismo y, por otro, Keiko. Esto es un pleito dinástico. La que más le conviene a PPK es tener el respaldo más sólido del sector de Kenji. Si, por ejemplo, hubiera ruptura o un ala fuerte y Kenji tuviera 25 parlamentarios, entonces se le quita toda posibilidad a Keiko de hacer lo que le da la gana en el Congreso. Ya no puede obstaculizar.
Lo otro es la furia de la calle. Se estaría pasando de un golpe mafioso, que fracasó, al golpe de la calle. En América Latina ha habido varios golpes ciudadanos: Argentina, Bolivia, Ecuador… Aquí podría ser, aunque le veo limitaciones. Hasta ahora ha sido un movimiento de jóvenes, universitarios. Pero todavía no hay la presencia vigorosa de la calle, del pueblo. Ahí yo veo un límite. Tenemos una sociedad con un 75% de informales [aquellos que no tienen un trabajo estable, que tienen una volatilidad económica impresionante]. Es inmune a la revolución, a las grandes protestas y también al desarrollo. Ese es el drama peruano. La estructura social peruana es complicada. Estos informales son gente que ideológicamente es muy individualista.
– Con Kuczynski aislado, ¿habría que ir buscándole un sucesor?
– Está muy débil y además no ha tenido mucha iniciativa. Siempre fue débil, incluso cuando no tenía la crisis esta. Despreciaba la política es más un técnico. Decía que a la gente no le interesa la política sino los buenos ingresos y los buenos servicios, que la política le interesa un pepino. Entonces, el periódico El Comercio escribió un gran editorial titulado ‘En defensa del pepino’, en defensa de la política.
“Hay una gran crisis política, que ya no es sólo del poder, sino que agarra el régimen político”
El Gobierno y el propio PPK no entienden la política o no la quieren entender. Ellos funcionan básicamente con una racionalidad instrumental. Creen que la gente son medios para conseguir determinados fines. Pero no piensan como gente que tiene sentimientos, creencias, pasiones, intereses… Eso no lo miran. Es el límite que tiene este gobierno, es un gobierno de tecnócratas. Eso lo hemos tenido durante 25 años en este país. Los gobiernos nos han mirado como si fuéramos cosas, medios, para conseguir sus fines. Y como la economía ha marchado más o menos bien, no había problema. Hoy mismo la economía no está mal.
– ¿Hay algún candidato en el horizonte?
– Depende de cómo se desarrolle la crisis. Puede haber una salida constitucional. Sale Kuczynski y podría sucederle el vicepresidente. Si no puede el primero, pues el segundo. Eso no se produjo en el 2000 cuando Fujimori renunció porque tanto el primer vicepresidente como el segundo también renunciaron. Entonces quien asumió fue el presidente del Congreso, que es lo que podría pasar, es la otra salida. La salida constitucional se desplaza a la Cámara de Diputados, que tiene la obligación de convocar nuevas elecciones. Ahí hay un debate de si serían elecciones para presidente o elecciones para todo. En el 2000 fueron comicios para todo. Esos son los escenarios probables en términos institucionales.
– Entonces, ¿a quién ha beneficiado políticamente el indulto?
– Todos de alguna manera se han perjudicado. Sobre todo, el fujimorismo, que es uno de los principales perdedores. Dejó de ser un actor apabullante en el escenario político. El Gobierno quedó muy debilitado y ha perdido sus viejos aliados. Y después, aliados del gobierno, como el APRA, también perdió. Quizá el ganador sea la emergencia de un nuevo movimiento social, el despertar de una sociedad civil que estaba totalmente aletargada.
– Tras la pérdida de credibilidad tanto para el Gobierno como para el fujimorismo, ¿ve posible el gabinete de la reconciliación que anunció Kuczynski?
– El término mismo ha sufrido una prostitución. Tal como lo plantea PPK no hay ninguna reconciliación. En la práctica tendría que haber una reconciliación primero entre fujimoristas, luego tendría que haber una cierta reconciliación en el mismo gobierno, y finalmente entre un ala del fujimorismo con el mismo Kuczynski. Pero ni esto último parece claro. Nadie del sector disidente del fujimorismo quiere entrar en el gabinete. Kuczynski sigue solo, no hay ninguna reconciliación. Más bien se ha producido una enorme polarización. Se ha reavivado brutalmente la polarización entre los que mataron y los familiares de los que fueron asesinados, entre la sociedad. Una política de reconciliación tiene que tomar en la práctica los últimos 40-50 años y cómo salir de eso porque todo eso comienza en los 90 hasta ahora.
Hay una gran crisis política, que ya no es sólo del poder, sino que agarra el régimen político. Una posibilidad es que vayamos a una gran polarización entre todas las derechas, el mercado y el resto: izquierdas, sectores progresistas… Una gran polarización que afecte al modelo.
– ¿Qué papel espera que tenga Alberto Fujimori en libertad?
– Ha comenzado a hacer una doble política. Una para dentro, para el país y para su partido, cargada de ambigüedad semántica. Está activo, quiere ser árbitro dentro de su partido, pero también quiere jugar un papel para fuera. Yo diría que el fujimorismo si bien tiene un sentido patrimonial, es una corriente social, política que básicamente se ha mantenido viva por el padre. La hija tiene poder, pero si ella se apellidara Córdoba y no Fujimori no tendría ningún partidario. Sigue siendo patrimonial. Fujimori sigue teniendo un peso importantísimo dentro del fujimorismo. Él va a ser un árbitro, si bien se nota una cierta inclinación por el hijo menor. Al mismo tiempo está hablando hacia fuera para decir ‘ya basta de polarización, traten de comprender al gobierno, veamos que hay ciertas tareas que tenemos que hacer juntos…’.
“Fujimori sigue teniendo un peso importantísimo dentro del fujimorismo. Él va a ser un árbitro”
– ¿Cree que la crisis de Perú podría tener repercusiones en América Latina?
– Puede tener repercusiones. Ya ha tenido en Chile, donde los sectores conservadores pro Pinochet han dicho que hay que hacer lo mismo. Si la crisis se agudiza, económicamente va a tener un impacto tanto para dentro como para fuera. El Perú en términos de crecimiento iba bien, sobre todo por los altos precios de commodities como el cobre, pero si la crisis política se profundiza, puede incidir en la economía e incidir en Latinoamérica.
– En un artículo que publicó antes de la vacancia, habló de Kuczynski como el “secuestrado feliz”. Con la perspectiva de los acontecimientos, ¿lo sigue pensando?
– Sí, está secuestrado. Depende mucho del fujimorismo. En ese sentido, es un rehén, está secuestrado. Pero ya no es feliz. Antes de la vacancia aparecía como un secuestrado feliz, incluso criticó al fiscal de la nación por razones de investigación judicial. Parecía como un hombre casi dentro del fujimorismo. No había vacancia. Hoy sigue siendo secuestrado, pero no creo que sea feliz. Está muy acosado por el fujimorismo, por las diversas políticas y ahora viene el gran movimiento social que lo va a acosar fuerte. Va a ser un año muy movido, muy crítico, donde puede haber varias formas de confrontación.