Elizabeth Fuentes (ALN).- De Los Ángeles a San Francisco, el Cabin reinventa los incómodos viajes nocturnos: un bus cuyos asientos se convierten en camas y el pasajero recibe desde sábanas limpias, WiFi, calcetines y hasta café en la mañana. No es tan bueno como algunos trenes nocturnos europeos ni tan barato como los buses convencionales, pero resulta una alternativa para quienes detestan volar o se quieren evitar las incomodidades de los aeropuertos.
Los viajeros no van como sardinas en lata porque, según explicó a la prensa su creador Tom Currier, “este es el polo opuesto de un autobús”, aunque técnicamente lo sea, solo que en lugar de asientos contiene dos pisos con pequeñas habitaciones que conforman una especie de híbrido entre una pequeña habitación de hotel y una cabina de primera clase en avión.
El año pasado, sus creadores lanzaron una oferta durante tres días a quienes quisieran probar antes que nadie las bondades del Cabin, como se llama el invento. Bastaba con pagar 45 dólares para ir y venir desde Los Ángeles a San Francisco. Y los pasajes no solo se agotaron sino que se llegó a contar más de 20.000 personas en lista de espera.
El Cabin es un híbrido entre una habitación de hotel y un asiento de primera en avión
Esto fue suficiente para que Cabin decidiera arrancar en julio de este año -ya han construido tres unidades-, a un precio de 115 dólares el ticket y con las mayores comodidades posibles, como WiFi, enchufes para sus laptops o tabletas, una botella de agua, café o té, tapones para los oídos y un frasquito de dream water, una mezcla con melatonina que facilita el sueño. También posee un salón a bordo parecido a los coches-comedores de cualquier tren, solo que no expenden bebidas alcohólicas.
Sus creadores han anunciado que podrían venir más rutas de sleepbus que abarcarían Nueva York-Boston, Boston-Washington DC y Nueva York-Washington DC. Por ahora, las 400 millas que separan Los Ángeles de San Francisco se realizarán por una vía -la autopista 101- que permite un viaje más cómodo, incluso calmante según sus voceros.
Y aunque algunos críticos sostienen que el costo del viaje es similar al de un ticket de avión o que la hora de llegada es difícil para conseguir habitaciones en los hoteles -aunque permiten disfrutar de la “cama” del bus hasta las nueve de la mañana-, sus defensores aducen que el viaje en avión debe incluir el pago del taxi al aeropuerto, más las horas perdidas por el check-in correspondiente y las incomodidades que implican las medidas de seguridad.
Currier, un hombre joven que ha tenido distintas iniciativas de negocios, como vender plantas solares o abrir pensiones en San Francisco y Nueva York para quienes se muden entre una ciudad y la otra, anunció que en el futuro se organizarán pijama-parties en el bus e incluso planifica un paseo nocturno con Harry Potter como temática, lo que permite imaginar que su target va dirigido a gente joven o incluso aquellos que viven en una ciudad pero trabajan en la otra.
“Estamos haciendo el mundo más pequeño para que la vida de las personas pueda ser más grande”, es su eslogan, porque dormir cómodamente cuenta a la hora de elegir cómo viajar.