Daniel Gómez (ALN).- En 1989, un Boeing 727 destino Honduras se estrelló poco antes de aterrizar. De los 158 pasajeros, sólo sobrevivieron 10. Dos de ellos eran de las personas más influyentes de Nicaragua, los magnates Carlos Pellas Chamorro y su esposa Vivian Pellas. Se recuperaron de la catástrofe y consolidaron un imperio que el régimen de Daniel Ortega quiso arrebatarles en los años 80. Hoy la historia transcurre por otros derroteros.
Carlos Pellas Chamorro, quien sobrevivió a un accidente aéreo, también resiste al régimen de Daniel Ortega en Nicaragua. El propietario del Grupo Pellas, uno de los más poderosos de Centroamérica, se salvó en la catástrofe de la aerolínea hondureña SAHSA, en 1989. El avión, un Boeing 727, se estrelló poco antes de aterrizar en el Aeropuerto Internacional Toncontín, en Tegucigalpa, capital de Honduras. Murieron 148 pasajeros. Hubo 10 supervivientes. Entre ellos, Pellas Chamorro y su esposa Vivian Pellas.
El destino quiso dar una oportunidad a la saga empresarial más influyente de Nicaragua en el último siglo. En los años 80, Carlos Pellas Chamorro, cuarta generación del apellido, inició la reconquista del imperio. Ocurrió que, tal como narra el periódico mexicano El Financiero, el ejército guerrillero del Frente Sandinista de Liberación Nacional, encabezado por un joven Daniel Ortega, actual presidente del país, embargó los bienes de los grandes empresarios nicaragüenses cuando llegó al poder en 1979. Fueron años de declive para la fortuna Pellas.
Para reflotar el grupo, Pellas Chamorro montó BAC Credomatic Network en colaboración con General Electric. Un negocio innovador para la época pues se trataba de un banco online. El éxito quedó demostrado varias décadas después. En 2010, el Grupo Aval de Colombia compró BAC por 1.610 millones de euros (1.920 millones de dólares). Un 25% de ese dinero fue a parar a manos del empresario nicaragüense.
BAC Credomatic Network marchó bien desde el principio, como también otras inversiones que Pellas Chamorro tenía en el sector bancario de Estados Unidos. Sin embargo, el accidente de avión lo mantuvo fuera de juego hasta 1992. El empresario perdió las falanges de cuatro dedos de su mano izquierda y sufrió quemaduras en el brazo. Pero la peor parte se la llevó su esposa. El fuego quemó casi todo el cuerpo de Vivian Pellas, quien sufrió 62 fracturas y a quien tuvieron que reconstruir el rostro con más de 20 cirugías.
La experiencia marcó un antes y un después en la familia Pellas. En 1991, el matrimonio fundó Aproquen, con sede en Managua. Lo que comenzó como un pequeño espacio de atención para niños con quemaduras en el hospital público Fernando Vélez Paiz, acabó siendo, en 2004, un centro de salud especializado independiente y gratuito. La asociación, presidida por Vivian Pellas, también produce ropa compresiva, máscaras y férulas. Artículos difíciles de conseguir que gracias a Aproquen están disponibles en Centroamérica y Estados Unidos sin costo alguno.
Vuelta a los negocios para recuperar una posición histórica
Carlos Pellas Chamorro reinició su periplo empresarial en 1992, coincidiendo con la Presidencia de Violeta Chamorro (1990-1997). La exmandataria guarda parentesco con el empresario. Ambos vienen de la rama de los Chamorro. Ella fue esposa de Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, periodista, dueño y director del periódico La Prensa, opositor al régimen de Anastasio Somoza Debayle y líder de la Unión Democrática de Liberación (UDEL). Por eso, el somocismo asesinó al marido de Violeta Chamorro, desencadenando un malestar social que permitió al ejército sandinista terminar con la dictadura.
Durante el mandato de Chamorro se devolvió a los empresarios lo expropiado por Ortega. Fue así como el Grupo Pellas recuperó su poderío en Nicaragua. Y es que en el país conocen el apellido desde hace más de un siglo.
Tras sobrevivir al accidente aéreo, el matrimonio Pellas fundó la asociación Aproquen para niños con quemaduras en Nicaragua
Alfredo Francisco Pellas Canessa llegó a Nicaragua en 1877. Este inmigrante italiano primero incursionó en el transporte marítimo. Gracias a las ganancias de su flota de barcos de vapor se convirtió en el extranjero más rico del país. Pero lo fue aún más cuando descubrió el azúcar. Junto a otros empresarios locales explotaron una industria inexistente en Nicaragua y lograron cubrir las necesidades de toda la nación. Con el ingenio azucarero empezó la historia de un apellido que hoy firma como conglomerado empresarial.
Tras la concesión de Violeta Chamorro, la familia Pellas no sólo recuperó su posición histórica, sino que la reforzó. Pellas Chamorro gestó una fortuna que supera los 1.000 millones de dólares (aproximadamente 840 millones de euros), según el índice Bloomberg. Es la primera vez que ocurre algo así en Nicaragua, el Estado más pobre de la parte continental de América Latina. Dicha suma es equivalente al 10% del Producto Interior Bruto (PIB) nacional.
Hoy el Grupo Chamorro tiene negocios en toda Centroamérica, Panamá y Estados Unidos. Siguen destacando en el ingenio del azúcar, sobre todo en la producción y venta de licores a través de la firma Ron Miel de Palma. También operan en sectores tan diversos como el bancario, informático, automotor y sanitario.
Sobrevivir a Daniel Ortega y no morir en el intento
Daniel Ortega se volvió a cruzar en el camino de los Pellas en 2006, año en el que recuperó la Presidencia. Entonces la historia fue diferente. No reeditó las expropiaciones del periodo sandinista y garantizó estabilidad jurídica. Era una maniobra pensada para lograr el visto bueno de los empresarios, y así alejarlos de la política. Tú a lo tuyo, yo a lo mío.
Con mejor prosa lo explicó el escritor peruano Mario Vargas Llosa en una reciente columna en el diario El País de Madrid: “Nicaragua tendrá que producir algún día la novela que eternice la historia de Daniel Ortega, este alucinante personaje que, luego de dirigir la revolución sandinista contra los Somoza, se fue convirtiendo él mismo en un Somoza moderno, es decir, en un dictadorzuelo corrompido y manipulador que, traicionando todos los principios y aliándose con todos sus enemigos de ayer y tras antes de ayer, ha conseguido gozar de un poder absoluto a lo largo de 20 años, haciéndose reelegir en unas elecciones de circo, y, a pesar de todo ello, gozando todavía -por extraordinario que parezca- de cierta popularidad”.
El Ejecutivo sandinista dirigido por Ortega mermó la influencia del apellido Pellas en Nicaragua. Aprendió de los errores y copió la estrategia que la dictadura Somoza aplicó durante sus más de cuatro décadas. Carlos Pellas y Ortega no son amigos, pero se soportan, como aseguran varios portales nicaragüenses y de Centroamérica.
La maniobra de Ortega la narró, también en un texto de El País, el exvicepresidente y sandinista Sergio Ramírez antes de que se produjera el cantado triunfo en las presidenciales de 2016: “El régimen se había valido hasta ahora de su alianza con la empresa privada, que aprendió a no temer al discurso virulento de Ortega en contra del imperialismo yanqui, el capitalismo y la oligarquía. La regla de oro de esta relación era que los asuntos políticos quedaban excluidos de las mesas de concertación donde se tratan los temas económicos, que se ajustan al marco aconsejado por el Fondo Monetario Internacional”.
La fórmula descrita por Ramírez es un éxito. Le funciona a Ortega, y también a los empresarios. Véase la última maniobra del magnate nicaragüense. En agosto de 2017, el Grupo Pellas volvía al negocio bancario en Nicaragua. La Corporación Financiera de Inversiones S.A., liderada por Pellas Chamorro, anunció la compra del banco ProCredit SA. “La entidad seguirá comprometida con brindar la mejor atención a las necesidades de sus clientes actuales” y ampliará el modelo con nuevas utilidades digitales, apuntó en un comunicado.
De esta manera, Pellas Chamorro recuperaba un nicho que era suyo. En 1953, la familia Pellas fundó el Banco de América, uno de los más importantes en el sistema mercantil nicaragüense hasta que cayó en manos de Ortega. Como ya el régimen no entra en estos menesteres, el Banco ProCredit aspira a ser el primer banco de Nicaragua.