Daniel Gómez (ALN).- Carlos Pellas Chamorro, junto a otros influyentes empresarios de Nicaragua, firmó una carta remitida al presidente, Daniel Ortega, para que adelante elecciones y las realice de forma “libre y justa”. No soportan más. Les genera “tristeza y dolor” que hayan muerto tantos nicaragüenses en la crisis de las protestas, y que la situación de la economía sea tan “devastadora”.
“Urge una solución negociada entre los distintos sectores antes de que la crisis sociopolítica y sus efectos económicos se profundicen aún más”. Eso dice la carta que Carlos Pellas Chamorro, el hombre más rico de Nicaragua, le envió este miércoles al presidente, Daniel Ortega.
Pellas Chamorro no está solo. Firma la carta apoyado por otros influyentes empresarios, como Miguel Zavala, César Augusto Lacayo, Miguel Gómez, José Antonio Baltodano, Ramiro Ortiz, Juan Bautista Sacasa, Jaime Rosales, Alberto Chamorro y Jaime Montealegre.
“En el sector privado reiteramos que la solución debe incluir retomar las reformas electorales acordadas con la Organización de Estados Americanos, y con el asesoramiento y apoyo de esa organización implementar las mismas, incluyendo cambios en la composición del Consejo Supremo Electoral, y los pasos necesarios para asegurar la realización de elecciones libres, justas, adelantadas y con observación nacional e internacional independiente”.
“Tristeza y dolor” dicen sentir ahora los empresarios por la pérdida de vidas humanas, y “tristeza y dolor” también por el estado de la economía
Era 29 de mayo. Nicaragua llevaba un mes y medio sumido en protestas. 70 personas habían muerto. Entonces, los empresarios hicieron un llamado similar. Pidieron al régimen dar un paso atrás y convocar elecciones libres y avaladas internacionalmente.
El régimen desoyó la solicitud y lo que ocurrió después es sabido por todos. La violencia se intensificó por parte de los paramilitares de Ortega. Fue un verano bañado en sangre y el saldo final de muertos sobrepasó los 500, según la Asociación Nicaragüense Pro de Derechos Humanos.
“Tristeza y dolor” dicen sentir ahora los empresarios por la pérdida de vidas humanas, y “tristeza y dolor” también por el estado de la economía. La situación es “devastadora”, matizan.
La debacle económica
Lo es por las “decenas de miles” de puestos de trabajo perdidos por la crisis. 400.000, según la Fundación Económica para el Desarrollo Económico y Social (Funides). También por la “enorme incertidumbre y pérdida de confianza”. Y como consecuencia, “una dramática reducción de la actividad económica”.
Las últimas previsiones del Fondo Monetario Internacional (FMI) advierten sobre una recesión de 4% en 2018. Números rojos que nadie imaginó a principios de año, cuando se estimó un crecimiento de 4,8%.
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Por si no fuera suficiente, poco antes de que los empresarios enviaran la carta, el Congreso de Estados Unidos aprobó una ley para condicionar los préstamos de organismos financieros internacionales a Nicaragua hasta que en el país no se respeten los derechos humanos y se realicen elecciones libres.
Un mazazo para cualquier empresario que opere en Nicaragua, y sin duda para Pellas Chamorro. No se sabe con exactitud el monto de su fortuna. Dicen que supera los 2.500 millones de dólares. Pero el caso es que ahora se queda sin una importante fuente de financiación como puede ser el Banco Interamericano de Desarrollo.
Qué culpa tiene el sector privado
La mayor parte de las inversiones de Pellas Chamorro están en Panamá y Estados Unidos. Aunque también en Nicaragua. Allí realizó su última gran operación. La compra del banco ProCredit en agosto de 2017. Una adquisición con la que saldaba una deuda histórica con el régimen de Ortega.
En el primer mandato del líder sandinista, en los años 80, este inició una fuerte política de nacionalizaciones que afectaron a la familia Pellas, histórica en Nicaragua. Les dejaron sin banco.
Un banco que finalmente recuperó con la compra de ProCredit, aprovechando también que Ortega, en su segundo mandato, utilizó la táctica del dictador Anastasio Somoza para aferrarse al poder: darles espacio a los empresarios en los negocios a cambio de que ellos no se metieran en política.
Una “fórmula feliz”, como la definió el escritor nicaragüense Sergio Ramírez, que se agotó este mayo. Cuando los empresarios pidieron elecciones. En ese momento, Ortega se vengó suprimiendo las ventajas fiscales de las que gozaban.
Sergio Ramírez culpa al capital privado de la crisis en Nicaragua
Aquí no hay que olvidar que, según Ramírez, en esa “fórmula feliz” está el origen de todos los males. “El capital nicaragüense renunció a reclamar institucionalidad democrática y ahora estamos pagando las consecuencias”, dijo en un acto en Madrid en noviembre.
Porque, agrega el escritor, Nicaragua lleva siendo una dictadura mucho tiempo. No sólo desde el 18 de abril, cuando estallaron las protestas. Quería más acción por parte del sector privado, que, aunque llega tarde, llega con este nuevo llamado a la democracia liderado por Pellas Chamorro.