Leticia Núñez (ALN).- El guion tiene dos partes. Primero, el presidente de Ecuador se distanció de su antecesor, Rafael Correa. Después, este jueves, llegó la separación del bloque bolivariano, el ALBA que fundaron Hugo Chávez y Fidel Castro en 2004. Ecuador se aleja del chavismo.
Ha sido un alejamiento gradual, paulatino, con características propias. Nada más llegar al poder en mayo de 2017, el presidente de Ecuador, Lenín Moreno, rompió totalmente con el exmandatario Rafael Correa, con quien ejerció como vicepresidente. Fue la primera parte. Después, Moreno marcó distancias con los que habían sido aliados tradicionales de Quito, especialmente Venezuela. Hoy ese proceso culmina con la salida de Ecuador de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) que promovieron Hugo Chávez y Fidel Castro a finales de 2004.
Ecuador se aleja del chavismo. “Concluye un proceso de ruptura con el bloque bolivariano y con todos los lineamientos políticos internos y externos”, asegura Rogelio Núñez, investigador del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid), en declaraciones a ALnavío. En su opinión, “la decisión de salir del ALBA deja las cosas más claras: Ecuador ya no pertenece al bloque chavista”. Es la segunda parte del guion. Moreno rompió con Correa y ahora lo hace con los aliados que este tenía en la región.
En esta misma línea se expresa Alfredo Rodríguez, director del Máster en Políticas Públicas de Seguridad en la Universidad Camilo José Cela (Madrid). “Desde su llegada al poder, Lenín Moreno se ha distanciado de Correa y de sus muestras de amor a la revolución. También lo ha hecho de la organización bolivariana y de Venezuela, poniendo distancia con las artimañas dictatoriales”, dice a este diario.
“La decisión de salir del ALBA deja las cosas más claras: Ecuador ya no pertenece al bloque chavista”
La salida de Ecuador del ALBA llega, precisamente, en un momento nada bueno para el proyecto de integración que impulsó Hugo Chávez en América Latina. “Todo eso está viniéndose abajo. El proceso no arranca ahora, sino con la muerte de Chávez en 2013. Fue un golpe duro y ahora se suma la crisis económica venezolana”, explica Núñez. El argumento es sencillo: Caracas era el banco que financiaba a la izquierda latinoamericana. Ahora ha pasado de ser un país donante de dinero a uno necesitado de donaciones (Ver más: Venezuela, el país rico que despilfarró la plata).
Hoy el ALBA cuenta con 11 miembros. Lo fundaron Venezuela y Cuba. En 2006 se unió Bolivia, en 2007 Nicaragua, en 2008 llegó Dominica, en 2009 hizo se sumaron Antigua y Barbuda, y San Vicente y las Granadinas. Hubo que esperar a 2012 para la adhesión de Surinam. En 2013 se incorporó Santa Lucía y en 2014 Granada, y San Cristóbal y Nieves. Su última reunión se celebró en marzo en La Habana. Criticaron las sanciones que la comunidad internacional le ha impuesto a Caracas y cargaron contra la “intromisión en los asuntos internos de la República Bolivariana de Venezuela”.
Ecuador critica la pasividad de Maduro con el éxodo
El motivo esgrimido por el Gobierno ecuatoriano para abandonar el ALBA es claro: la pasividad del régimen de Nicolás Maduro ante la crisis migratoria desatada en la región por el éxodo venezolano. Falta de voluntad política que se traduce en la falta de voluntad por parte de Maduro para solucionar los problemas políticos, económicos y sociales. Porque el éxodo es la expresión de todo eso. Hay un drama detrás.
Naciones Unidas asegura que 2,3 millones de venezolanos se han marchado del país por el hambre, la falta de esperanza y la inseguridad personal. Mientras, la firma Consultores 21 lo eleva a más de cuatro millones.
Ecuador es uno de los afectados por el éxodo. Según la Cancillería, más de un millón de venezolanos ingresaron en Ecuador en lo que va de año y cerca de 200.000 se quedaron. El canciller, José Valencia, calificó de “inhumano permitir que millones de personas salgan de un país”. Explicó que la salida reafirma la independencia y autonomía de Ecuador, que “actúa bajo sus propios principios y cuando creemos que en un determinado medio no estamos calzando adecuadamente, simplemente tomamos una decisión diferente”.
Desde la semana pasada, el Gobierno ecuatoriano exige el pasaporte a los venezolanos que quieran entrar, una restricción que generó “preocupación” en el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, que pidió al país que no entorpezca la entrada de quienes huyen de una nación destruida.
Según la Cancillería, más de un millón de venezolanos ingresaron en Ecuador en lo que va de año y cerca de 200.000 se quedaron
“Esta crisis humanitaria provoca un gran estrés en los países receptores, que no están preparados para semejante presión humanitaria. Se requieren infraestructuras, médicos, escuelas…”, explica Rogelio Núñez. A ello se suma la coyuntura económica, no especialmente favorable para Ecuador. De hecho, esta semana Moreno anunció un plan de ajuste para ahorrar 1.000 millones de dólares. La deuda pública del país se sitúa en 60.000 millones de dólares (Ver más: Las 5 reformas de Moreno para ahorrarle 1.000 millones de dólares a Ecuador).
Por ello, Núñez habla de “un cúmulo de cosas”. No se olvida tampoco de los movimientos de tinte xenófobo que empiezan a cobrar protagonismo tanto con el éxodo venezolano como con la huida de nicaragüenses a Costa Rica por la brutal represión deDaniel Ortega. “A nadie se le escapa que estos mensajes están calando en el contexto internacional y ganan elecciones. Donald Trump es un ejemplo”, dice.
Preguntado por si el distanciamiento no llega algo tarde, Alfredo Rodríguez señala que “nunca es tarde si la dicha es buena”, como dice el refrán. En este sentido, agrega: “Hubiese sido mejor antes, mucho antes, pero bien llegada sea la declaración actual a pesar de que se mezclen, posiblemente, sentimientos de luchar contra la dictadura con impotencia ante la avalancha de refugiados”.
Una vez efectuado el adiós, Núñez apunta que el camino “más lógico” para Ecuador es acercarse a la Alianza del Pacífico. “Ahora es el proyecto que parece más pujante, sobre todo por los acuerdos con Mercosur”, señala. De hecho, el embajador ecuatoriano en España, Cristóbal Roldán, anunció en junio que el país quiere entrar en la citada alianza, que conformanColombia, México, Perú y Chile.
Así se fraguó el proceso de ruptura
Ecuador se unió a la órbita de los países afines al proyecto chavista en 2007 con la llegada de Rafael Correa a la Presidencia. Desde entonces, Quito ha sido aliado ideológico de Venezuela, Bolivia y Nicaragua.
Sin embargo, Lenín Moreno fue marcando distancias con el régimen venezolano desde poco después de suceder a Correa en el poder, en mayo de 2017.
El distanciamiento se ha ido fraguando poco a poco. En agosto del año pasado, cuando la represión de cuatro meses de protestas había provocado ya 120 muertos en Venezuela y unos 5.000 heridos, Moreno dijo que era “preocupante la situación que atraviesa nuestra querida hermana República Bolivariana de Venezuela” (Ver más: Evo Morales es el único respaldo incondicional de Nicolás Maduro en Suramérica).
Añadió que “por encima de todo derecho, por encima de cualquier postura ideológica o política, la vida es sagrada e intocable. La muerte de seres humanos es un hecho que debemos lamentar y rechazar enérgicamente” y expresó su preocupación “por la cantidad de presos políticos” en Venezuela.
Que Maduro no podía contar con Moreno entre sus aliados incondicionales quedó patente a finales de febrero
En diciembre de 2017, el presidente de Ecuador volvió a expresarse en términos similares, en esta ocasión en un acto celebrado en la Casa de América en Madrid. Allí se refirió a Venezuela así: “Es evidente, tenemos la sensación de que hay demasiados presos políticos y muchos muertos, más de 100 ya son bastantes”.
Que Maduro no podía contar con Moreno entre sus aliados incondicionales quedó patente a finales de febrero, cuando el entonces subsecretario de Estado de EEUU, Thomas Shannon, visitó Ecuador. Shannon agradeció a Moreno la abstención ecuatoriana en una votación sobre Venezuela en la OEA, por considerar que significaba un “mensaje fuerte” al régimen chavista sobre “la necesidad de que encuentre una manera de presentar elecciones confiables, donde el pueblo y la oposición puedan participar”.
Pero lo que realmente marcó un antes y un después fue el silencio de Moreno tras las elecciones venezolanas, que la inmensa mayoría de la comunidad internacional no reconoció. La práctica totalidad de los aliados del chavismo felicitaron a Maduro por su reelección. La excepción fue Ecuador (Ver más: El presidente ecuatoriano todavía no se cuadra con Maduro).
Algo que celebró Luis Verdesoto, catedrático de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) en Quito. Era finales de diciembre y en declaraciones a este diario ya aseguró que Ecuador tenía que “sacudirse de la relación con Nicolás Maduro, no puede salir al mundo de modo autónomo y no alineado si es de la mano de Maduro” (Ver más: “Ecuador tiene que sacudirse de la relación con Maduro”).
Verdesoto también defendió que Ecuador tenía que abandonar el ALBA, que el país no podía vivir de espaldas al conjunto de las grandes agendas internacionales. Ocho meses después se ha cumplido.