Reinaldo Iturbe (ALN).- La denominada “presidencia encargada” sufre los embates de los escándalos de corrupción y las renuncias de sus funcionarios
Nicolás Maduro pelea en el ring. Pelea contra Estados Unidos. Contra esa cosa que ha llamado guerra económica. Pelea contra la oposición. Y la oposición, desorientada en el ring, se ha sumergido en un proyecto de presidencia encargada que ha traído más consecuencias negativas que positivas para un país castigado por la pobreza y la ceguera de la clase política.
De la clase política venezolana, el factor que agrupa Juan Guaidó ha perdido el norte tras la jura el pasado 23 de enero de 2019. Allí fue iniciada una ruta que está terminando en el desmoronamiento de todo el gabinete que Guaidó se apresuró en nombrar, bajo la falsa premisa de que Maduro saldría del poder mansamente con la presión internacional.
Los fracasos del 23 de febrero (ayuda humanitaria) y el 30 de abril de 2019 (insurrección militar), sumados a las acusaciones de corrupción contra los miembros del gabinete de Guaidó, han dinamitado la unidad interna opositora y la credibilidad del interinato, desgastado por la imposibilidad de desplazar a Maduro del poder y que la Fuerza Armada reaccione a su favor.
Maduro, quien se alista para llevar a cabo un proceso electoral para renovar el Poder Legislativo, enfrenta el descontento popular, la hiperinflación y la añeja recesión, que han pasado factura en las recientes protestas en el interior del país.
Pero el chavismo gobernante mantiene el control de un factor clave: la Fuerza Armada Nacional. Y con los militares dentro de la cuadratura del chavismo y sin oferta creíble por parte de la oposición, la posibilidad de una transición es prácticamente nula sin incentivos.
Pese a que la Unión Europea, Estados Unidos y una buena parte de la oposición desconocerán los comicios legislativos -incluyendo a Henrique Capriles-, y pese a la horrenda crisis, Maduro sigue resistiendo en el poder.
Mientras tanto en el campo opositor, a Guaidó se le terminó de desmoronar este martes el gabinete económico de su interinato:
-Resta la renuncia de Ricardo Hausmann como representante ante el Banco Interamericano de Desarrollo, justificando su decisión sobre la base de “problemas para conciliar su agenda como coordinador del equipo económico”.
-Luego restó Ricardo Villasmil renunciando a la presidencia ad hoc del Banco Central de Venezuela.
-También restó la renuncia de Luisa Palacios en Citgo.
-La de Luis Pacheco al frente de PDVSA.
-Y también resta el fracaso en la recuperación de activos del país en el extranjero, una promesa que pese a algunas victorias parciales en cortes, no se ha materializado tal como había anunciado Juan Guaidó, salvo por la entrega de estipendios a algunas decenas de miles de trabajadores de la salud.
El interinato resta mientras Maduro sobrevive precariamente en el poder.