Daniel Gómez (ALN).- Los hitos económicos de Evo Morales son innegables: la reducción de la pobreza, de la desigualdad, la implantación de un sistema que cuidaba la inversión extranjera. Nada de esto sucedió en la Venezuela de Hugo Chávez, ni tampoco en la de Nicolás Maduro. Pero esto no sirve como excusa para lo demás. “En Bolivia en lo político ha habido un intento de reduccionismo de la pluralidad como en Venezuela. Se han monopolizado instituciones. Se ha tratado de ocultar a la oposición, demonizándola de paso. El gobierno de Evo Morales quiso hacer entender que ellos eran el pueblo. Y que el pueblo era uno solo”, explica al diario ALnavío la investigadora Anna Ayuso.
Evo Morales no fue tan torpe como Hugo Chávez manejando la economía. Pero en lo político cometieron el mismo pecado. Se aferraron al poder a toda costa. Con la diferencia de que Morales tuvo que salir de Bolivia, mientras que Chávez implantó un régimen en Venezuela que todavía perdura bajo el mandato de Nicolás Maduro.
“Evo Morales a diferencia de Hugo Chávez ha respetado más la parte institucional. Sus formas no eran las de decir exprópiese a las empresas. Pero en Bolivia en lo político ha habido un intento de reduccionismo de la pluralidad como en Venezuela. Se han monopolizado instituciones. Se ha tratado de ocultar a la oposición, demonizándola de paso. El gobierno de Evo Morales quiso hacer entender que ellos eran el pueblo. Y que el pueblo era uno solo”, explica al diario ALnavío Anna Ayuso, investigadora principal para América Latina del Centro de Relaciones Internacionales de Barcelona (Cidob).
Anna Ayuso fue protagonista el martes en Radio Nacional de España. Fue entrevistada para analizar la situación en Bolivia. También habló de lo ocurrido con Evo Morales. ¿Fue un golpe de Estado contra el ahora exmandatario?, le preguntaron. “Hay un golpe entre comillas”, respondió.
La investigadora, en la conversación que mantuvo con el diario ALnavío, dijo que hubo un golpe, “pero no un golpe militar en el sentido clásico”. Lo dice porque “el Ejército no ha ocupado el poder como se entiende en un golpe tradicional. Pero sí ha habido un pronunciamiento de que no se van a poner bajo la autoridad de Evo Morales”.
– ¿Pero se puede decir que hay un golpe de Estado cuando realmente los militares están respondiendo a un fraude?
– Que el Ejército se niegue a ponerse bajo el mando de las autoridades civiles, en principio eso es una desobediencia. Pero si previamente ha habido una situación de violentar la Constitución, ha habido un incumplimiento. Y el Ejército tiene la obligatoriedad. Entonces lo que se está discutiendo es: Si Evo Morales había renunciado a unas elecciones, ¿era necesario que se marchara?
– ¿Y lo era?
– Yo creo que sí. Personalmente pienso que si un mandatario organiza unas elecciones fraudulentas no puede ser el candidato que va a reponer la autoridad y la legalidad. Si lo hubiera hecho en el primer momento habría sido un error. Fue torpe. Si lo hubiera hecho desde un primer momento no habría pasado todo lo demás. Se cerró en banda y luego vino todo lo demás.
Un grupo de empresarios con operaciones en Bolivia consultados por el diario ALnavío comparten esta misma tesis. Evo Morales manejó la situación con torpeza, dándose por vencedor tras un conteo que como luego se demostró, fue fraudulento.
Anna Ayuso pone el ejemplo de Gonzalo Sánchez de Lozada, quien presidió Bolivia en dos ocasiones. La última entre el 6 de agosto de 2002 y el 17 de octubre de 2003. Abandonó el poder tras un alzamiento civil contra su gobierno.
“Sánchez de Lozada sacó el Ejército a la calle y al final se fue del gobierno. Pero quienes pagaron con penas de cárcel de 10 y 15 años fueron los militares y no el presidente. Puede ser que el Ejército esté harto de pagar los platos rotos por los abusos de los gobernantes”, agrega la investigadora.
Hoy el Ejército, y también la Policía Boliviana, respaldan a la presidenta interina de Bolivia, Jeanine Áñez. Su nombramiento no contó con el apoyo de los diputados de Evo Morales, quienes se negaron a asistir a la sesión, pero sí fue avalado por la Asamblea Legislativa y el Tribunal Constitucional. Su reto será organizar unas elecciones libres en 90 días, y no caer en la trampa de Evo Morales: dejar un vacío de poder para sembrar el caos.