Leticia Núñez (ALN).- Dice Ramón Puerta, el embajador argentino en Madrid, que desde la llegada de Mauricio Macri a la Presidencia, Argentina ha retornado a la normalidad. Una muestra de esta apertura global es que el país presidirá la cumbre del G-20 en noviembre. “Ayudará a que nos conozcan en el mundo en este nuevo tiempo”, señala el embajador en declaraciones al diario ALnavío. No obstante, advierte: “No sólo es un reconocimiento, también es un gran desafío”.
Argentina se convertirá los próximos 30 de noviembre y 1 de diciembre en el primer país suramericano que preside la cumbre del G-20. Es algo que se decidió hace años, pero le ha tocado vivir a Mauricio Macri ese momento único para la política exterior de un país que, en palabras del embajador argentino en España, Ramón Puerta, “ha retornado a la normalidad” después de 13 años de kirchnerismo.
En una entrevista con el diario ALnavío, Puerta asegura que la cita, que reunirá a los 20 países más industrializados del planeta con los emergentes, ayudará a conocer Argentina “en el mundo en este nuevo tiempo”. Porque, defiende, “siempre es un buen momento para situar al país en el lugar en el que se merece estar”.
No obstante, el embajador advierte que la cumbre “no sólo es una distinción” sino también “un gran desafío”. En su opinión, “hay que ser exitoso tanto en la organización como en el resultado que se coseche”.
– ¿Cómo ha cambiado Argentina desde la llegada de Mauricio Macri a la Presidencia?
– Un retorno a la normalidad. Yo diría que la frase más breve y más precisa es esta: retornar a la normalidad. Parece pequeño, pero no lo es conociendo la Argentina que heredó el presidente Macri. Recibió un país muy complicado básicamente porque la década kirchnerista dejó conflictos en muchos frentes. Resolver eso tenía varios caminos y el presidente Macri optó por el correcto, que es normalizar las instituciones, la vida cotidiana, respetar al que piensa diferente, que disentir no sea un pecado y tener una política exterior que representa a todos los argentinos ante todos los países del mundo.
– ¿Cree que es un país distinto, maduro, como dijo el propio Macri en la visita que realizó a Madrid el año pasado?
– Es una Argentina distinta sin lugar a dudas, pero parecida a una Argentina que ya existió muchas veces. Una Argentina institucional, que fue respetada en el mundo… Y hablo de 200 años de historia. Hemos tenido momentos de sensatez y de políticas aceptadas por todos en el planeta y hubo momentos también de cierta irracionalidad, que es lo que nos había tocado vivir últimamente.
“La Administración Macri rebajó la inflación del 40% al 25% en dos años. No es poca cosa”
– Hablando del viaje oficial que hizo Macri a Madrid, ¿qué frutos ha dado hasta ahora?
– El solo hecho de tener relaciones de afecto entre Argentina y España ayuda muchísimo. Muchos de los conflictos que se heredaron ya se resolvieron. Hay empresas españolas que han retornado y han normalizado su relación con el Estado. Es un hecho. Ya se concretó. Y otras están en vías de concretar ese camino.
– Sin embargo, el populismo no sale de un día para otro…
– Se resolvieron muchas dificultades para el tamaño de los problemas que se heredaron. Pero, obviamente, el buen nombre se pierde en un día y volver a recuperarlo a veces lleva toda una vida.
– Muestra de la apertura global que está viviendo Argentina es que va a presidir el G-20. ¿Qué supone algo así para el país?
– Un desafío. Un gran desafío. Ser sede del G-20 es una distinción para nuestro país, pero también es un desafío porque siempre el G-20 viene acompañado de problemas, que al fin y al cabo responden a la importancia de los temas que se debaten, más allá de que se llegue o no a acuerdos. Hay que ser exitoso no sólo en su organización, sino luego en el resultado que se coseche.
– ¿Con qué ánimo lo afronta el país, cómo pretende aprovecharlo?
– Fue una decisión de nuestro país aceptar este desafío, así que creo que ayuda a que nos conozcan en el mundo en este nuevo tiempo.
– ¿Es un buen momento para situar a Argentina en un lugar relevante en el mundo?
– Siempre es un buen momento para situar a Argentina en el lugar en el que se merece estar. Siempre. Acá hemos aprovechado una oportunidad.
– Los tres ejes en torno a los que se va a articular este G-20 son el futuro del trabajo, las infraestructuras del desarrollo y un futuro alimentario sostenible. ¿Qué aporta Argentina en estas materias?
– En alimentos hemos dicho mucho durante toda nuestra historia y ahora por supuesto que lo mismo. El desarrollo es un desafío que Argentina lo cumplió en alguna medida, aunque no en plenitud, así que cualquier avance en este terreno es muy bueno. Y en cuanto a futuro del trabajo ahí está quizá la tarea más difícil: adaptarnos a los nuevos tiempos de generación de empleo. Cuando hace 20 años decíamos que la generación de empleo iba a venir del sector servicios y no del sector de industrias básicas, muchos se agarraban la cabeza. Bueno, esto pasó. La dinámica que ha tomado la economía, la política, y yo diría que el planeta, es que la generación de empleo es un desafío en sí mismo. Crear empleos en sectores que ya no son grandes creadores de trabajos es un error, entonces hay que mirar dónde está justamente la veta, el nicho.
– ¿Y cuál sería ese nicho para su país?
– Argentina tiene enormes posibilidades en varios frentes. El sector turístico, por ejemplo, que en España es tan exitoso. Los argentinos tienen para vender sol, playas, montañas, la selva, la Historia… y tenemos un nivel de visitas turísticas que con esta Administración empieza a crecer, pero estamos demasiado lejos de países como España, con 80 millones de turistas. Nosotros estamos con seis millones. Andorra tiene siete millones. Entonces ahí tenemos un desafío impresionante.
Después, en todo lo que sea alta tecnología, Argentina tiene jóvenes y cuenta con técnicos y material humano calificadísimo. Hablamos de 100.000 técnicos en condiciones de dar esta batalla. No sé qué otro país de Iberoamérica lo puede hacer.
– Cabe destacar que en 2017 Argentina fue el país invitado en Fitur.
– Por supuesto, venir a Fitur, que es la meca de las ferias en materia turística, fue muy importante. El éxito se notó, por ejemplo, en el crecimiento que tuvimos este año y en la inversión de empresas relacionadas con el turismo de España en Argentina.
– ¿Aspira Buenos Aires al liderazgo de la región?
– El liderazgo es algo que a estas alturas de la democracia surge por el éxito de la gestión. No se puede imponer. No vivimos en épocas de aquello que fue la salida de la Segunda Guerra Mundial, donde los liderazgos estaban dados por los más fuertes. Hoy los liderazgos vienen por la eficacia de la gestión y por el prestigio que se va ganando. En nuestro continente tenemos muchos países que están caminando por esta senda de buscar eficiencia, consolidación del sistema democrático, transparencia… Nosotros somos uno de ellos. Y el liderazgo, por supuesto que nos gustaría como premio de un buen accionar.
“Ser sede del G-20 es una distinción para nuestro país, pero también es un desafío”
– ¿Han notado que Argentina despierta más confianza en el mundo?
– En la medida que reconstruyamos nuestras instituciones, tarea en la que estamos, esa confianza se va ganando. Pero repito: el buen nombre se pierde en un minuto y recuperarlo a veces lleva toda una vida. Por eso, esto no depende solamente de esta Administración sino también de las que vengan. Tenemos que mostrar al mundo un grado de coherencia entre oficialismo y oposición, que solamente lo tienen las grandes democracias. En esa tarea también Argentina tiene mucho por hacer y este Gobierno lo está haciendo.
– Sin embargo, la inflación no da tregua…
– La inflación ha sido históricamente un gran problema en Argentina. Existió un combate a la misma muy exitoso en los años 90. Dos décadas después, cuando se fue el anterior Gobierno, nos dejó un nivel de inflación muy alto, que la Administración de Macri está consiguiendo que descienda. El análisis es bastante mezquino en cuanto a lo que se comenta. De una inflación de más del 40%, Argentina está ahora con una inflación alta, pero de menos del 25%. El Gobierno optó por un camino de gradualismo para encarar el problema y haberla bajado un 50% en dos años no es poca cosa. Es como mirar el vaso: unos lo ven medio lleno y otros, medio vacío.
– Aparte de la inflación, ¿en qué otros aspectos económicos debe mejorar Argentina?
– A nivel económico, el déficit existe. Las reformas que se han tomado en el campo cambiario dieron muchas ventajas. Por ejemplo, poder crecer en turismo. ¿Qué turista iba a ir a Argentina si estaba prohibido cambiar moneda extranjera y el Estado te pagaba cinco por el dólar que valía 10? Nadie es tonto. Va a otro lugar donde no exista este problema. Pero esto se solucionó en esta Administración porque tomamos el turismo como un eje de creación de empleo. Tenemos déficit comercial y déficit fiscal que la reforma fiscal busca equilibrar. En lo comercial, el crecimiento de nuestra economía tiene que volver a darnos una posición de superávit.
– Entonces, ¿podría decirse que la economía va camino de dejar atrás el calificativo de vulnerable?
– Es el talón de Aquiles. Los logros existen en varios campos de lo económico, pero insisto en que el camino que escogió este Gobierno es gradual. Hay que ir viendo las tendencias.