María Rodríguez (ALN).- Francisco Mena es la cabeza visible de todas las asociaciones y colectivos antidroga del Campo de Gibraltar -aunque profesionalmente se dedica al sector eléctrico-. Ser la voz de la comarca “es una responsabilidad muy grande” pero también algo “gratificante”, subraya Mena en esta entrevista con el diario ALnavío. ¿Siente miedo frente a los narcotraficantes? “Miedo no. Prudencia y precaución”, responde.
Francisco Mena, más conocido como Paco Mena, está a punto de cumplir 58 años. Lleva media vida, literalmente, inmerso en la lucha contra el narcotráfico en el Campo de Gibraltar, al sur de España, aunque profesionalmente se dedica al sector eléctrico, primero como electricista, ahora como gerente de una empresa eléctrica. Mena es la cabeza visible de todas las asociaciones y colectivos antidroga de la comarca. “Una responsabilidad muy grande” pero también algo “gratificante”, como subraya en esta entrevista con el diario ALnavío.
Mena no empezó a combatir el narcotráfico por ser un afectado directo. Ninguno de sus familiares cayó en la droga, pero muchos amigos sí “y lamentablemente perdieron la vida”, explica. En los primeros años de reivindicaciones ya participaba en el corte de carreteras y convocaba manifestaciones multitudinarias para pedir atención socio-sanitaria a los heroinómanos, que en aquella época eran considerados como “delincuentes”, según precisa.
Paco Mena preside la coordinadora Alternativas, una asociación creada en 1992 y que aglutina a 11 asociaciones antidroga del Campo de Gibraltar. Además, es el portavoz de la plataforma Por tu seguridad, por la de todos. Se trata de una iniciativa lanzada este año entre asociaciones antidroga y sindicatos policiales y de trabajadores por la necesidad de dar una solución a la escalada de violencia y narcotráfico que vive la comarca (Leer más: Así funciona el lucrativo negocio del narcotráfico en el Campo de Gibraltar).
– ¿Dónde nació?
– Nací en Tetuán (al norte de Marruecos) de forma circunstancial, pero la infancia la pasé en Málaga, de donde es mi familia. Terminé los estudios de maestría y con 20 años me vine a trabajar a una empresa eléctrica del Campo de Gibraltar. Como he dicho toda mi vida, yo soy electricista profesionalmente. Ya no ejerzo de electricista porque ahora soy el gerente de la empresa. En el Campo de Gibraltar conocí a la que hoy es mi mujer, me casé y aquí me quedé.
En los 80 y 90, en el Campo de Gibraltar y en Galicia hubo una epidemia de consumidores de heroína muy importante
– ¿Y ya se quedará en el Campo de Gibraltar para toda la vida?
– Me parece que sí. Porque además me siento muy campogibraltareño. Es una tierra maravillosa, con un futuro extraordinario y una situación geográfica envidiable. Poca gente en el mundo cuando abre la ventana y mira al mar puede ver otro continente. Además, tenemos el mayor puerto del Mediterráneo (el puerto de Algeciras), que es uno de los 10 más grandes del mundo. También el primer polígono industrial de Andalucía. Y en Tarifa están, para mí, las mejores playas del mundo. No hay un desarrollo urbanístico que haya degradado la zona. El Campo de Gibraltar es una tierra con un desarrollo económico e industrial maravilloso siempre y cuando se le den las oportunidades que se merece. Porque el Estado lo abandonó a su suerte hace muchísimos años al no darle las infraestructuras necesarias para el empleo legal y de calidad que necesita.
– ¿Por qué decidió trabajar en la lucha contra el narcotráfico en la comarca?
– A mí no me ha afectado directamente el mundo ni de las drogas ni del narcotráfico, es decir, ninguno de mis familiares ha tenido problemas con las drogas. No estoy en este movimiento asociativo por ser un afectado directo. Indirectamente sí, porque son muchos los amigos míos que en su día cayeron en el mundo de la droga y lamentablemente perdieron la vida.
– ¿Cuándo se unió a este movimiento asociativo?
– Me uní a finales de los 80, principios de los 90, fundamentalmente por solidaridad con un grupo de mujeres que empezaron a movilizarse en el Campo de Gibraltar por el tema de la heroína. Las llamaban ‘las madres de los pañuelos verdes’. Salían a la calle a gritar públicamente que tenían a sus hijos enfermos de heroína y que había que darles una solución. Una lucha que me parecía muy legítima y necesaria. En esa época en la comarca y en Galicia hubo una epidemia de consumidores de heroína muy importante, como casi en ningún lado de España. En todo esto apareció una figura que fue muy importante y carismática en el movimiento asociativo de lucha contra la droga. Se trata del cura de San Roque, José Chamizo de la Rubia. En esos años yo creé la asociación contra la droga de Castellar de la Frontera. Años después, cuando a Chamizo lo hicieron defensor del pueblo andaluz, las asociaciones decidieron que yo fuese el que le diese continuidad a este proyecto. Y formamos la coordinadora Alternativas. Así arrancaron las movilizaciones, cortando la carretera nacional 340, haciendo manifestaciones multitudinarias, de miles de personas, para reclamar atención socio-sanitaria a los heroinómanos. En aquel momento la sociedad consideraba a un heroinómano como un delincuente. No había casi ningún recurso público para ellos. Ahí empiezan nuestras reivindicaciones, siempre siendo muy beligerantes contra el narcotráfico.
– Carmen Avendaño es el símbolo de las madres que lucharon contra los narcotraficantes en Galicia en los 80 y 90. En el Campo de Gibraltar, usted es la cabeza visible de todos los colectivos antidroga. ¿Cómo es esa responsabilidad?
– Es una responsabilidad muy grande. No solamente por los colectivos, sino por la confianza que tiene la gente honrada y la sociedad en mi persona. Soy la voz de los que piensan (la mayoría) que el narcotráfico es una forma de lucrarse con la salud y el futuro de los jóvenes. Pero no sólo de los del Campo de Gibraltar, sino de los jóvenes de toda Europa. Uno asume esa responsabilidad. Ahora bien. Entiendo que ya llevo mucho tiempo en esto y que va llegando la hora de dejarlo…
– ¿Así lo cree?
– Llevo demasiado tiempo en esto. Pero claro, nuestra meta siempre fue acabar con el narcotráfico, aunque parezca una utopía. Y como esto no se consigue, me parece una irresponsabilidad dejar el movimiento asociativo de lucha contra la droga. Fundamentalmente porque alguien tiene que decir lo que está ocurriendo y alguien tiene que ser la cabeza visible de la sociedad del Campo de Gibraltar.
– ¿Tiene candidatos que lo puedan reemplazar llegado el día?
– Candidatos hay. La verdad que el movimiento asociativo en el Campo de Gibraltar está muy cohesionado y con gente muy preparada. Me respaldan muchísimo. Ese es posiblemente uno de los motivos de mi continuidad. La gente que está conmigo me dice que de irme nada, que hay que aguantar, que hay que estar y seguir luchando para poner al Campo de Gibraltar donde se merece. Ahora bien, si yo en un momento dado decidiera dar un paso a un lado, conmigo no acaba el movimiento asociativo. Hay personas que se pueden hacer cargo y darle continuidad.
“Lo más importante en el movimiento asociativo es que la gente pueda recuperar su vida gracias al esfuerzo de todos”
– Fuentes vinculadas al movimiento de lucha contra la droga en la comarca le describen como una persona comprometida con la causa, que conoce al detalle cómo funciona el narcotráfico en la comarca. ¿Qué es lo más gratificante?
– Imagínate. Una persona llega a nosotros a pedirnos ayuda porque quiere salir del mundo de la droga. Le abrimos las puertas de nuestras organizaciones para que comience el tratamiento. Cuando termina vuelve a su lugar de origen, sea o no del Campo de Gibraltar. Lo más gratificante es que años después vayas paseando por cualquier municipio de España, venga alguien, se te acerque y te pregunte si lo recuerdas.
– Le ha pasado.
– Sí, me ha pasado. De ir a Granada un fin de semana a pasarlo con la familia, y a Madrid, y de pronto alguien me paró y me dijo: ‘¿Te acuerdas de mí?’. Obviamente son miles los jóvenes que han pasado por nuestros recursos… Le dije ‘mira hijo, ahora mismo no caigo’. Me dijo soy tal, tal y tal, y te voy presentar a mi familia, a mi mujer y a mis hijos, que los he recuperado gracias a vosotros. Eso es lo más importante de todo lo que hacemos en el movimiento asociativo, que la gente pueda recuperar su vida gracias al esfuerzo que han hecho ellos a nivel personal pero también gracias a que nosotros les abrimos las puertas para salir del mundo de la drogodependencia. Y que su vida cambie por completo.
– ¿Y lo más duro?
– Pues ver gente que lo ha intentado y lamentablemente un día te enteras que había vuelto a recaer y falleció. Tuvo una oportunidad, no la supo aprovechar y le costó la vida. Hemos vivido situaciones muy duras a lo largo de los años en esta comarca.
– ¿Siente miedo frente a los narcotraficantes?
– Bueno, miedo no. Prudencia y precaución. A lo largo de estos años yo he sufrido de todo un poco. Amenazas, intentos de soborno… Uno asume el riesgo porque sabe dónde se mete y tomas tus precauciones. Tienes cuidado de cómo vas, dónde vas, y a la hora a la que vas, pero ya está. No es una cuestión de miedo. Sólo que lo que hago y lo que digo tienen una repercusión que a cierta gente no le gusta.
– ¿Tiene hijos?
– Dos hijos.
– ¿Qué dicen de la labor que hace su padre?
– Se sienten muy orgullosos, lógicamente. Me acompañan en manifestaciones o cualquier actividad importante. Y aunque no están vinculados al movimiento asociativo entienden mi compromiso. También han vivido conmigo de cerca esta situación y la han sufrido de alguna manera, en el sentido de tener a un padre que tiene un trabajo que es su fuente económica de ingresos y después estar en el movimiento asociativo. Con ello también le he quitado tiempo a mi familia pero han aceptado esa parte y tengo una magnífica relación con ellos. Mis hijos son sanos y con una vida por delante.