Alonso Moleiro (ALN).- El candidato presidencial Juan Diego Castro, apodado ‘el Donald Trump de Costa Rica’, encarna una especie de variante subregional de los fenómenos populistas globales. Con un estilo frontal, cuestiona la corrupción y promete acabar de raíz con la delincuencia y la impunidad. Castro ofrece un gobierno cibernético, que rinda cuentas directas a los ciudadanos, y castigar ejemplarmente los desafueros administrativos. Como suele suceder con estos meteoros carismáticos de citas electorales, tampoco es muy amigo de la prensa.
Estrafalario en sus declaraciones, amante de los adjetivos, díscolo y polémico. Le molesta el escrutinio de los periodistas y le gusta enfrentarse con la prensa. Promete combatir el crimen y acabar con la corrupción de raíz. Ha formulado graves amenazas a algunos medios de comunicación. Es un profeta que clama contra la política tradicional.
Juan Diego Castro es candidato a la Presidencia de Costa Rica, a celebrarse este 4 de febrero, por el Partido Integración Nacional. Al comienzo iba relativamente rezagado en las preferencias del electorado. Hoy se desplaza en un claro segundo lugar, detrás de Antonio Álvarez Desanti, del Partido de Liberación Nacional, en todos los sondeos de opinión.
Castro ha sido llamado por sus adversarios “el Donald Trump de Costa Rica”, apelativo que le molesta y en todo momento niega. En las promesas para controlar el hampa, en las polémicas contra la prensa, en el vínculo natural con el escándalo como hombre público, y en el estilo que tiene para dirimir las diferencias con sus adversarios, a ratos podría recordar, también, al presidente filipino Rodrigo Duterte. También a él se le acusa de “no conectar su lengua con su cerebro”, cuando tiene que declarar.
Castro es una señal de que la estable democracia costarricense, todo un modelo político para América Latina, también es capaz de engendrar sus variantes populistas
Castro es una señal de que la estable democracia costarricense, todo un modelo político para América Latina, también es capaz de engendrar sus variantes populistas. Su propio vocero antipartidos. Alguien que odia a los medios pero vive metido en sus entrañas.
Aunque los números que ofrece su cuenta de Twitter en materia de pronunciamientos y seguidores no lucen tan espectaculares, por supuesto que los pasos dados en las redes podemos saborear la textura de los contenidos de su campaña electoral, que se encuentra en un momento culminante.
Estos contenidos fueron expuestos en un comentado debate presidencial que tuvo lugar en Costa Rica:
Mi gobierno no será uno agachado a los bancos, a los medios de comunicación, a los sindicatos o a las cámaras. Un gobierno para los más ricos, los más pobres, jóvenes y viejos. #DebateExtraTV #DebateDeTodos
— Juan Diego Castro (@JDiegoCastroCR) 26 de enero de 2018
La Nación está psicopática. Es mentira que “la sentencia” esté en el Newseum en Washignton. Compre ya mi libro LOS EMBUSTEROS DE LA MALA FE, en las librerías Universal y conozca toda la verdad. Injuriadores y defraudadores fiscales… y llorones.
— Juan Diego Castro (@JDiegoCastroCR) 26 de enero de 2018
Vamos a aplicar el Artículo 16 del Código Procesal Penal como no se ha atrevido ninguno de los partidos añejos. Implementaremos la Agencia Estatal Anticorrupción que investigará la corrupción en todos los puestos del gobierno.#DebateExtraTV #DebateDeTodos
— Juan Diego Castro (@JDiegoCastroCR) 26 de enero de 2018
Castro es todo un outsider costarricense. Le gusta hablar de reconstrucción y nuevos comienzos. En esa dirección parece querer enfilar las baterías de su conducta pública. La legislación del país le prohíbe postularse con plataformas electorales circunstanciales o movimientos de electores. Tuvo entonces que organizar su propio partido contra la partidocracia. Parte de los contenidos están destinados a cañonear a la dirigencia tradicional de Costa Rica. Y como cualquier candidato con posibilidades electorales, el grosor de su lenguaje aumenta en la medida en que se acerca la fecha de las elecciones.
En este momento, su cuenta de Twitter es lo que cabe imaginar: promesas y “plomo” verbal. Su presencia es toda una novedad en una nación que tiene un panorama político que no ofrece muchas noticias, donde no hay pugnas para reelegirse ni se registran golpes militares, porque no hay Fuerzas Armadas.
Enterremos los partidos añejos y corruptos. No permitamos que se utilicen los recursos de todos los costarricenses al antojo de los políticos de turno.
La exdiputada liberacionista Maureen Ballestero utilizó en dos ocasiones avionetas del M.S.P para asuntos personales. pic.twitter.com/HqaqfrUOrp— Juan Diego Castro (@JDiegoCastroCR) 25 de enero de 2018
Cada día somos más los que vamos a Reconstruir Costa Rica acabando con la corrupción. Se aproxima el día del Triunfo, arrasaremos en las elecciones. pic.twitter.com/K2QwiJLCdD
— Juan Diego Castro (@JDiegoCastroCR) 24 de enero de 2018
Este 4 de febrero debemos escoger entre la corrupción y la posibilidad de reconstruir nuestro país.
— Juan Diego Castro (@JDiegoCastroCR) 24 de enero de 2018
Nosotros vivimos en una cárcel al revés. Los trabajadores detrás de las rejas y los delincuentes libres por las calles.
— Juan Diego Castro (@JDiegoCastroCR) 22 de enero de 2018
Probablemente no gane, pero Juan Diego Castro le ha puesto color a la política local de Costa Rica. Y como otros políticos de su linaje, puede que luego siga insistiendo, hasta finalmente terminar en la Presidencia, donde todo político siente que tiene que terminar