Ysrrael Camero (ALN).- En una entrevista realizada por Fernando González “Gonzo”, por La Sexta, el vicepresidente Pablo Iglesias decidió equiparar el autoexilio de Carles Puigdemont, expresidente del Govern catalán, con el exilio republicano posterior a la Guerra Civil. Ante la cercanía de las elecciones catalanas y con el conocimiento que Iglesias tiene de la historia española, esta declaración tiene un claro piquete coyuntural, pero sigue siendo un error, tanto en su evaluación histórica como en su impacto político.
El vicepresidente Pablo Iglesias viene del mundo de las universidades, ha tenido recurrente contacto con investigadores del período de la Segunda República Española, de la Guerra Civil y de la dictadura franquista. Su organización, Unidas Podemos (UP), ha sido defensora de las políticas de Memoria Histórica, ahora Memoria Democrática, tanto para denunciar los crímenes cometidos por el franquismo durante sus cuatro décadas de gobierno autoritario, como para recordar que Francisco Franco se alzó contra un gobierno republicano, legítimo y democrático.
El mismo Pablo Iglesias, siendo director y presentador de varios programas de tertulia, tanto política como histórica, ha tenido la ocasión de recorrer la historia política de la España contemporánea; por ende, debemos concluir que es una materia que conoce bien, y sobre la cual ha mostrado particular sensibilidad.
Por otra parte, muchos de quienes han votado, y militan, dentro de Unidas Podemos, pertenecen al universo cultural de las izquierdas urbanas españolas, son profesionales jóvenes, con educación superior, sensibilizados con una lectura crítica de la historia española reciente. El antifascismo que defienden se vincula justamente a la lucha contra el franquismo durante la Guerra Civil, y después.
Finalmente, tanto Pablo Iglesias como Unidas Podemos se manifiestan recurrentemente como republicanos, defensores de lo realizado durante la Segunda República, y promotores de una Tercera República, lo que ha motivado más de un momento de tensión con otras fuerzas políticas, incluso con un PSOE que, defendiendo la Constitución de 1978 y el legado de la transición a la democracia, apoya la continuidad de la monarquía parlamentaria y constitucional.
Todo esto nos lleva a concluir que la equiparación entre el exilio republicano y el caso de Carles Puigdemont en Waterloo, no es producto de la ignorancia. Dos lógicas podrían estar tras este desliz: primero, un cálculo respecto a las elecciones catalanas, y segundo, la tensa relación que Iglesias tiene con la Transición a la democracia en España, esto es, con el régimen del 78.
Una respuesta que mira a Cataluña
Como hemos mencionado, las elecciones catalanas tienen importancia dentro de un plan de desescalada del proceso independentista, para reacomodar a los catalanes en un proyecto de vida en común dentro de España. El fortalecimiento del Partido de los Socialistas de Cataluña (PSC) y de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), que muestran las encuestas, deja en mala posición a los compañeros catalanes de Unidas Podemos, a la coalición electoral En Comú Podem, quienes se ven desdibujados.
Unidas Podemos no es independentista, sostiene que lo mejor para Cataluña es permanecer en España, pero ha defendido la necesidad del diálogo político, incluso mostró su disposición a apoyar la realización de una consulta a la ciudadanía. Rechazó, en octubre de 2017, la aplicación del artículo 155 de la Constitución española sobre Cataluña, así como llevar a juicio a los responsables del referéndum del 1º de octubre.
Esta lógica coloca a UP en una posición proclive a indultar a los condenados por la realización de dicha consulta, favorecer la negociación política y la desescalada. El retorno de Carles Puigdemont a España sería la última derivada en esta línea. En ese marco es que podemos ubicar la respuesta, errónea, de Pablo Iglesias.
Una respuesta que mira al régimen del 78
Sin embargo, acá no se detiene el análisis. Pablo Iglesias, como Íñigo Errejón y Juan Carlos Monedero, participa de una visión crítica, revisionista, del proceso de Transición a la democracia que vivió España entre la muerte de Franco en 1975 y la aprobación de la Constitución en 1978.
Ese revisionismo rechaza la calificación de transición “modélica” de la construcción democrática española. La calificación de “régimen del 78”, usada por muchos dirigentes de UP, enfatiza las continuidades entre el régimen franquista y la democracia, criticando la poca disposición de ruptura de los principales dirigentes democráticos españoles de la época. Políticamente, la descalificación le era útil a Iglesias cuando pugnaba contra el PSOE por los votantes de izquierda, en la búsqueda del sorpasso que los llevaría al poder.
Esa lectura conduce a un deslizamiento erróneo, que deriva en no reconocer los grandes cambios políticos que implicó la llegada de la democracia a España. No se puede equiparar el trato que una dictadura, como la franquista, daba a sus disidentes y opositores, represaliando, encarcelando y fusilando, hasta obligarlos a ir al exilio, con el tratamiento que un régimen democrático, en el marco del Estado de derecho, realiza con aquellos que juzga que han violentado un marco jurídico.
Un error histórico y político
Los latinoamericanos recibimos a los exiliados republicanos, que nutrieron con sus capacidades y habilidades, con su inteligencia y trabajo, nuestra vida cultural, intelectual y económica. Un grupo de exiliados republicanos españoles, como José Gaos, fundó el Colegio de México. En Venezuela exiliados españoles brindaron sus luces y enriquecieron al país: Juan Nuño, Manuel García Pelayo, Juan David García-Bacca, entre muchos otros, se convirtieron en destacados intelectuales venezolanos.
Estos exiliados, defensores del proyecto republicano, tuvieron que huir tras una sangrienta guerra civil, que culminó en la instauración de un régimen autoritario que pretendió erradicar a la mitad de España, haciendo desaparecer incluso su memoria histórica, queriendo modificar el ser español, castrándolo.
Desde 1978 en España se vive en democracia. Los distintos gobiernos, de izquierda y de derecha, son fruto de elecciones libres, competitivas y plurales. Se vive en libertad. Aquellos que han sido acusados por la realización de la consulta del 1º de octubre, fueron sometidos a un proceso judicial dentro de un Estado de derecho. Carles Puigdemont no estaba huyendo de una dictadura, se refugió en Waterloo escapando de un proceso judicial realizado en una España democrática.
Ese es el error histórico de Pablo Iglesias, pero su declaración también implica un error político, porque puede llegar a ofender a quienes le han apoyado hasta el día de hoy, justamente por considerar que Podemos defiende una determinada tradición republicana. Pablo Iglesias se va a ver obligado a dar explicaciones a su propia gente sobre estas declaraciones, definitivamente innecesarias.