(EFE).- «¡Mira, es Castillo!», gritan sorprendidos y revolucionados los transeúntes del concurrido Jirón de la Unión, la calle mayor de Lima, al ver pasear campante frente a ellos al mismísimo presidente de Perú, o al menos eso creen, pues no atinan a distinguir que se trata en realidad de su doble.
Bajo el imponente sombrero chotano que sobresale entre la multitud de viandantes está Samuel Carrillo, a quien le gusta de vez en cuando ponerse en la piel del nuevo presidente de Perú, Pedro Castillo, después de que mucha gente le comenzase a confundir involuntariamente con el mandatario.
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«Desde el momento que salgo de casa, toda la gente se vuelca y viene hacía mí», cuenta a Efe Carrillo, que no para de recibir abrazos, saludos y pedidos para selfis mientras avanza por el casco antiguo de la capital peruana, a pocos metros del Palacio de Gobierno, donde se encuentra el verdadero presidente.
Con la mascarilla contra la covid-19 y una casaca con motivos andinos similar a las que usa el gobernante peruano, cuesta diferenciar a Carrillo de Castillo e incluso hace dudar a los mismos policías que resguardan el palacio presidencial, quienes hacen llamadas para verificar si el jefe de Estado sigue adentro.
«PEDRITO 2», EL PAISANO DE CASTILLO
Las coincidencias van más allá del mero aspecto físico y de las dos letras que varían de apellidarse uno Castillo y el otro Carrillo, quien ya ha comenzado a ser apodado como «Pedrito 2».
Al igual que Castillo, Carrillo es oriundo de la provincia andina de Tacabamba, perteneciente a la región de Cajamarca, ubicada en el norte de los Andes peruanos.
Mientras el presidente, de 51 años, es un profesor de escuela rural y líder sindical del magisterio, su imitador vive en el humilde distrito limeño de Puente Piedra, suburbio del norte de la capital peruana, tiene 42 años y se dedica a la fabricación de estructuras metálicas después de que se malograra su taxi.
«Trabajo día a día para parar la olla. Vine a Lima a buscar nuevas oportunidades y con la situación que atravesamos no las estamos encontrando», lamenta Carrillo.
CONFUSIÓN
Sin embargo, desde hace unas semanas desarrolló su «alter ego» al ser confundido una y otra vez con el presidente.
Todo comenzó cuando fue a donar alimentos y víveres a los simpatizantes de Castillo que acampaban frente al Jurado Nacional de Elecciones (JNE) a la espera de la proclamación oficial de su victoria electoral.
«Llegué con mi vestimenta propia de Cajamarca y comenzaron a decirme que era Castillo. En un momento tuve que sacarme el sombrero y la mascarilla porque el tumulto era bastante grande. Traté de convencerles de que no era Castillo, pero ellos seguían diciendo que sí era», narra el doble del presidente.
ROCKSTAR
Mientras prosigue su paseo rodeado de algunos aplausos, más y más gente se acerca a intentar conocer en primera persona al que creen que es el presidente, convertido de un momento a otro en el «rockstar» de la calle peatonal más transitada de Lima, eclipsando a artistas callejeros como músicos y estatuas humanas.
La expectación es tan alta que cuesta creer que Castillo sea el gobernante que comienza su mandato con la aprobación más baja (38 %) de los últimos siete jefes de Estado.
«De cada 100 personas que vienen a mí, solo dos me dicen algo malo. Veo que la mayoría de gente está con mi paisano. Esa es mi encuesta», sentencia Carrillo.
QUIERE CONOCER A CASTILLO
Mientras responde a la pregunta es interrumpido por un joven que, a modo de reportero, graba con su teléfono móvil y le pregunta qué va hacer con el alza de precios.
«Querido compatriota, de repente te estás confundiendo. Yo no soy la persona indicada. Soy Samuel Carrillo. Sería magnífico recoger todas las opiniones de las personas y hacerlas llegar al Gobierno, pero hasta el momento no ha habido oportunidad», contesta Carrillo casi con la misma cadencia y tono que usa Castillo para hablar.
Carrillo no oculta que le haría tanta ilusión conocer en persona a Castillo y saludarlo igual como la que tienen el resto de personas que lo abordan en la calle al confundirlo con el mandatario.
«Sé que es una persona muy solicitada y no es tan fácil concertar una cita», dice el imitador, consciente de la dificultad de tener cara a cara al imitado.
¿QUE PIDEN LOS PERUANOS?
Antes de que termine la frase ya tiene delante un teléfono móvil para hacerse una selfi, es el de Betty Casas, una mujer que le pide a Castillo cumplir con todo lo prometido.
«Él ha dicho que el pueblo es primero y creemos en su palabra. Sé que no nos va a fallar», dice a Efe Casas.
Al otro lado, Daniel Castillo (sin relación con el presidente) reclama mejores trabajos: «No queremos que nos regale nada, simplemente que tengamos un trabajo digno y un salario digno. Lo demás, trabajando se consigue. Eso es todo lo que pedimos».
«CIERRA EL CONGRESO»
Alrededor se suceden pedidos como «¡baja el precio del gas!», «¡baja el dólar!», «¡no seas corrupto!», «¡cierra la prensa basura!» y, el más repetido, «¡cierra el Congreso!», donde la oposición, que tiene el control de la cámara, se ha mostrado intransigente con el marcado tono izquierdista de su Consejo de Ministros.
«La gente me pide de todo. Muchos me piden que haga un buen Gobierno, y como paisano tacabambino que soy, tengo la certeza de que lo va a hacer. Con este Gobierno tienen una esperanza de que cambie la situación», concluye «el otro» Castillo.