Roberto Deniz (ALN).- Para las empresas españolas Venezuela es una “tormenta perfecta”. Tres años seguidos de contracción del PIB, inflación de tres dígitos, falta de divisas e imposibilidad de repatriar capitales es lo que enfrentan los ejecutivos de las casi cien compañías españolas en suelo venezolano. “Tenga cuidado con lo que me responda porque usted me está diciendo que el banco no está en venta, pero yo se lo puedo expropiar inmediatamente si quiero en función del interés nacional”. Esa fue la amenaza que en 2011 lanzó en plena transmisión televisiva Hugo Chávez al entonces presidente del Banco Provincial, perteneciente al grupo español BBVA. El desafío quedó en una de las tantas polémicas del fallecido mandatario, pero dibuja la relación de las empresas españolas con la Venezuela del chavismo.
El grupo BBVA continuó con las operaciones del Banco Provincial, que se mantiene como una de las principales instituciones financieras del mercado venezolano. Pero cuando Chávez soltó la advertencia, habían transcurrido tres años de la “nacionalización” del Banco de Venezuela, perteneciente al Grupo Santander. “Yo estoy interesado en comprar y vamos a nacionalizar el Banco de Venezuela, así que yo le hago un llamado a los señores dueños para que vengan por aquí y empecemos a negociar”, ordenó Chávez en 2008.
Para las compañías españolas la situación en Venezuela está lejos de tranquilizarse
La del Banco de Venezuela fue de las primeras expropiaciones que decretó el expresidente venezolano, espoleado por el boom de los ingresos petroleros, para levantar el denominado “socialismo del siglo XXI”, que hoy parece naufragar. El Grupo Santander negoció y cobró por sus activos. Sin embargo, otros inversionistas españoles no corrieron la misma suerte ante la ola estatizadora emprendida por Chávez.
En 2010, tras más de 50 años de actividades en el sector agrícola, pasó a manos estatales la compañía Agroisleña, perteneciente a empresarios canarios. Las federaciones de productores agrícolas aseguran que esa decisión es una de las causas del colapso de la agricultura venezolana, mientras que los antiguos dueños de la compañía optaron por la vía de un arbitraje internacional para reclamar una indemnización al Gobierno venezolano.
Chávez nacionalizó el Banco de Venezuela, perteneciente al Grupo Santander / Wikipedia
La amenaza de las expropiaciones parece haber desaparecido del radar con la administración de Nicolás Maduro, que en cambio sí ha heredado del caudillo venezolano la práctica de la pugnacidad y la tirantez diplomática con las autoridades españolas. Pero más allá de las tensiones diplomáticas, para las compañías españolas la situación en Venezuela está lejos de tranquilizarse. “Todos estamos expuestos, la crisis nos empapó a todos”, resume el ejecutivo de una de las más importantes empresas españolas con presencia en el país, en declaraciones al diario ALnavío.
“El capital no se siente cómodo trabajando en mercados inestables (…) No estamos ganando dinero, como le pasa a todas las empresas de este país”, agrega el empresario. Su opinión seguramente coincide con la de los directivos del casi centenar de compañías españolas que aún permanecen en el que se ha convertido en uno de los mercados más inestables del mundo. Multinacionales como Clorox, Kimberly Clark o Bridgestone, entre otras, han cesado definitivamente sus operaciones.
Venezuela, una “tormenta perfecta”
Hoy Venezuela no es un lugar soleado e ideal en algún punto del Caribe. Para las empresas extranjeras es, más bien, una “tormenta perfecta”: tres años consecutivos de contracción del Producto Interno Bruto (PIB), inflación de tres dígitos -algunas estimaciones indican que sobrepasó 500% en 2016-, caída del consumo, conflictividad política, rigidez legal en materia laboral y de precios, restricción para obtener divisas oportunamente a fin de importar productos o materia prima -rige un control de cambio desde 2003- e imposibilidad de repatriar dividendos a las casas matrices.
El Informe Económico y Comercial fechado en agosto de 2016 y elaborado por la Oficina Económica y Comercial de España en Caracas, describió el cóctel gestado en la economía venezolana. “En 2015, de forma clara, intensa y contundente, explosionaron los fuertes desequilibrios macroeconómicos que venía gestando la economía venezolana desde años atrás, aceleradamente desde 2013, cerrando el ejercicio en una profunda recesión”, refiere el documento.
Tras la ola de expropiaciones y estatizaciones, a Venezuela le llegó una ‘depresión económica”
A falta de las cifras oficiales de 2016, economistas y consultoras locales coinciden en que lo de Venezuela es algo más que esa “profunda recesión” advertida por la Oficina Económica y Comercial de España en Caracas. Se trata, sostienen, de una “depresión económica” con la que la economía ha perdido, al menos, un cuarto de su valor entre 2014 y 2016. Sin señales de recuperación, Venezuela es un mercado cada vez más amargo e irrelevante para las empresas españolas, cuyo dilema es sobrevivir o tirar la toalla.
Hace pocos días Sanitas de Venezuela desmintió su cese de operaciones en el país, pero insistió en la necesidad de que las autoridades regulatorias aprueben el ajuste de las tarifas para sus servicios de medicina prepagada. “Comprendemos que hoy en día el poder adquisitivo cada vez se ve más reducido, pero como empresa que vela por la salud y el bienestar, debemos contar con la aprobación de una tarifa que sostenga el servicio”, informó la compañía. La petición la ha realizado desde hace meses pero aún no obtiene respuesta.
Telefónica de Venezuela también sufre ese problema. Las tarifas de telefonía e internet han estado congeladas por el ente regulador mientras la inflación y la devaluación del bolívar se acentúan cada año, una ecuación que hace inviable la operación de cualquier organización. “El negocio sigue adelante, pero las condiciones no son propicias”, declaró al diario ALnavío Iván San Félix, analista de Renta 4 Banco, a propósito de la presentación en España de los resultados financieros en los que Venezuela ocupa un lugar marginal en la actividad global de la compañía.
Las multinacionales mantenían en sus libros contables los resultados de Venezuela al tipo de cambio oficial, pero eso ha cambiado en los últimos años. Las trasnacionales, entre ellas algunas españolas, han sincerado el tipo de cambio que utilizan para su negocio en Venezuela o, incluso, han “desconsolidado” esa operación para evitar así que los impactos de la devaluación del bolívar afecten los resultados globales. “Hay una evidencia significativa de que las devaluaciones afectan a las multinacionales”, afirmó recientemente el economista Miguel Ángel Santos al presentar un estudio sobre el efecto de las devaluaciones ocurridas desde 2010 en 122 multinacionales de origen estadounidense.
Venezuela es hoy uno de los mercados más inestables del mundo para empresas multinacionales
Las cifras de intercambio comercial también resumen el panorama. El resultado de 2016 confirma la tendencia que se inició en 2013. “Los fuertes descensos de las exportaciones españolas a Venezuela registradas desde 2013 se han debido fundamentalmente: al elevado grado de maduración de los proyectos que vienen desarrollando en Venezuela empresas españolas (metro, centrales termo-eléctricas, líneas eléctricas) que requieren ya un volumen mucho menor de importaciones procedentes de España; al menor volumen de importaciones totales que adquirió el país; y, particularmente, a la dramática escasez de divisas puestas a disposición del sector privado”, explica el informe de la Oficina Económica y Comercial de España en Caracas.
ALnavío reseñó que, de acuerdo al Informe Mensual de Comercio Exterior del Ministerio de Economía, Industria y Competitividad, las ventas de España a Venezuela “cayeron en 2016 un drástico 39,2%, hasta 218,9 millones de euros (unos 230 millones de dólares), y significaron apenas 0,1% de las exportaciones totales”, mientras que “en el lado de las importaciones el descenso en Venezuela fue aún mayor”, al llegar a 69,4%.