Pedro Benítez (ALN).- La oposición venezolana se enfrenta a un dilema que no es nuevo: ¿Cómo enfrentar democráticamente a un gobierno que no es democrático? ¿Votar contribuye a frenar al régimen o legitima sus abusos? Si renuncia a la vía electoral, ¿qué otra opción le queda?
Según los números del Consejo Nacional Electoral de Venezuela la hiperinflación y la escasez no hacen mella en el apoyo popular a los candidatos del oficialista PSUV. A este paso Nicolás Maduro sería reelegido con más votos que Hugo Chávez en su mejor momento.
El anuncio de los resultados de las elecciones municipales fue acompañado por el silencio en las barriadas más populosas de Caracas. Otrora bastiones del chavismo, no dan muestras del entusiasmo de otras épocas ante estas victorias electorales oficiales.
Como ha venido ocurriendo en los últimos procesos, el presidente Nicolás Maduro celebró con unas palabras ante una discreta asistencia en la plaza Bolívar de la ciudad capital.
Esa imagen y la reacción popular no se corresponden con la que se supone es una enorme victoria política en la que el oficial Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) se ha adjudicado al menos 300 de las 335 alcaldías del país, con una participación que supera los nueve millones de votos (47% del registro electoral).
A la hora de redactar esta nota el Consejo Nacional Electoral (CNE) no había discriminado los votos por organizaciones políticas, de modo que aún no se puede saber cuántos de ellos corresponden al PSUV, pese a que el proceso electoral venezolano es totalmente electrónico.
El PSUV ha hecho uso de un masivo y abierto mecanismo de control y coacción social para asegurar sus votos a cambio de comida
No es la primera vez que ocurre esta reacción de la ciudadanía. Otro tanto aconteció con la cuestionada elección de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) el 30 de julio pasado, en la cual la oposición no participó y la mayoría de los gobiernos de América y Europa no dieron como legítima.
En la elecciones municipales anteriores (diciembre de 2013) sufragaron más de 10.600.000 electores (58% del registro), pero en esa ocasión participó la oposición. En cambio ahora tres de los cuatro principales partidos opositores llamaron a la abstención, lo que contribuyó a la desmovilización de la población adversa al Gobierno. En las parlamentarias de 2015 sufragaron un poco menos de 14 millones y en las de gobernadores de estados del pasado 15 de octubre 10.800.000 venezolanos.
De modo que según los datos oficiales exhibidos por el CNE sobre las elecciones desde la Constituyente, el PSUV bajo el liderazgo de Maduro viene obteniendo un mejor desempeño electoral que en la mejor época del expresidente Hugo Chávez.
Incluso superando sus números de hace apenas dos meses en el estado Zulia, donde se repitió la elección del gobernador (pues el opositor elegido, Juan Pablo Guanipa, se negó a jurar ante la ANC). Omar Prieto, candidato del PSUV, alcanzó más votos que Francisco Arias Cárdenas, el gobernador oficialista derrotado el 15 de octubre.
Y esto pese a la brutal crisis económica que ha destruido un tercio del PIB venezolano en cuatro años, agudizada ahora por el proceso hiperinflacionario en el que ha caído el país en los últimos meses.
La relativamente alta participación electoral (para los parámetros venezolanos en un proceso municipal) de ayer domingo, no se corresponde con una expectativa según la cual la abstención opositora le daría una fácil victoria al oficialismo.
Pero estos números reintroducen la sospecha del fraude denunciado en ocasión de la elección constituyente del 30 de julio pasado y reiterada en la de gobernadores de estado.
Según el CNE la ANC obtuvo más de ocho millones de votos. Chávez logró para su reelección 8.300.000 en octubre de 2012.
Números inverosímiles
Pero más allá de la duda razonable están los hechos concretos. El PSUV ha hecho uso de un masivo y abierto mecanismo de control y coacción social para asegurar sus votos a cambio de comida y ofertas de dinero en efectivo, por medio de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), y el Carnet de la Patria.
El propio Maduro ha insistido en el uso del carnet para ejercer el derecho al voto, pese a que eso es contrario a la legislación electoral vigente.
Con esta actitud Maduro sigue contribuyendo a consolidar la percepción nacional e internacional de su propia ilegitimidad
A lo anterior súmese la destitución, arresto, persecución e inhabilitación de más de una docena de alcaldes opositores, entre ellos el hoy exiliado Antonio Ledezma.
Todo lo anterior ha llevado a la oposición venezolana a dividirse ante un dilema que no es nuevo: ¿Cómo enfrentar democráticamente a un gobierno que no es democrático? ¿Votar contribuye a frenar al régimen o legitima sus abusos? Si renuncia a la vía electoral, ¿qué otra opción le queda?
La falta de respuestas a estas preguntas la ha llevado a dividirse y a desmovilizar sus bases, dando así a Maduro la ventaja estratégica que necesita para reelegirse presidente en 2018.
Sin embargo, en ese empeño el sistema electoral que este controla presenta números cada más inverosímiles.
Con su actitud Maduro sigue contribuyendo a consolidar la percepción nacional e internacional de su propia ilegitimidad.