(EFE).- Las principales compañías del comercio electrónico van camino de volcar en la atmósfera el CO2 equivalente a lo que emiten cada año 44 centrales de carbón, según un análisis que concluye que Amazon y otros cuatro gigantes del sector dependen aún de los combustibles fósiles para repartir sus paquetes.
El trabajo, realizado conjuntamente por la red Clean Mobility Collective (CMC) y el grupo de investigación Stand.earth Research Group (SRG), augura que si se mantiene el actual ritmo de crecimiento de las compras en línea, las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) -culpables del cambio climático- aumentarán exponencialmente para 2030, y advierte de que también se dispararán los casos de enfermedades agravadas por la contaminación del aire.
Amazon logistics, DHL eCommerce Solutions, UPS, FedEx y Geopost, las empresas líderes de entregas vinculadas a pedidos por internet, “no están cumpliendo su promesa de desplegar vehículos de cero emisiones y evitan divulgar suficientes datos relacionados con las emisiones de la última milla”, resalta la investigación, que refleja el impacto climático y para la salud del auge del ‘e-commerce’.
Si continúa la tendencia actual, el volumen mundial anual de entregas podría incluso duplicarse y pasar de más de 315.000 mil millones de paquetes en 2022 a hasta los 800.000 mil millones al año en 2030, señala el estudio.
Incluso sin tener en cuenta esas proyecciones de crecimiento, los autores calculan que, si no hay cambios en la composición de la flota de las multinacionales de comercio electrónico, los envíos mundiales emitirán en 2030 hasta 160 megatoneladas de CO2 cada año, equivalente a lo que emiten 44 centrales de carbón.
“Esto supone que habría que plantar más de mil millones de árboles cada año y dejarlos crecer durante diez años para salvar la contaminación que producen las emisiones de carbono de entregas de última milla”, aducen los investigadores, en referencia al último tramo de un reparto, desde el depósito de distribución hasta el lugar de entrega, que no necesariamente tiene que ser de una milla.
“Se prevé que las emisiones de la última milla de las compañías de comercio electrónico se traduzcan en hasta 168.000 casos de aumento de asma, hasta 285.000, de síntomas respiratorios y hasta 9.500 muertes prematuras”, exponen en su análisis titulado «El precio de la comodidad: revelando los impactos ocultos sobre el clima y la salud de la industria mundial de paquetería».
De acuerdo con el Informe de Sostenibilidad 2021 de Amazon, menos del 7% de todas las entregas de esta empresa en Europa se realizan en vehículos eléctricos u otros modos de movilidad limpia, mientras que en Estados Unidos esta cifra desciende al 1 %, agregan, para enfatizar que, si bien Amazon se ha comprometido a desplegar 100.000 furgonetas de reparto eléctricas, en la actualidad apenas circulan unas 3.000.
Advierten de que el transporte asociado a estos encargos podría exacerbar la crisis climática, pues este sector es “la mayor fuente mundial de nuevas emisiones de GEI”, responsable del 12 % de las emisiones globales, y del 29 % de las españolas.
Pese a los costes ambientales, según una encuesta publicada a finales de abril por la plataforma de logística de comercio electrónico Packlink, el 76 % de los consumidores considera que las devoluciones por sus compras ‘online’ deben ser siempre gratuitas, porcentaje que es un 3 % superior a la valoración del año pasado.
Por generaciones, Packlink constató que los más jóvenes -por lo general «más concienciados» con la huella climática de los transportes, apuntan- son los más receptivas a pagar por las devoluciones, mientras que los ‘baby boomers’ son los más reacios.
Su informe asegura que la tasa de devoluciones de las compras por internet puede llegar al 30 %, en comparación con menos del 10 % en tiendas físicas