(EFE).- Arquímedes Reyes, activista bisexual venezolano de 27 años, tiene que bregar a diario con etiquetas malintencionadas o desinformadas que desvirtúan la realidad de su orientación. En espacios públicos y en redes sociales, escucha y lee comentarios donde lo critican o lo tildan de «confundido» y «promiscuo».
«Me lo dicen siempre», explicó a EFE. «Eso es por ignorancia y desinformación, no buscan aclarar dudas con personas bisexuales, sino que, por sus prejuicios, asumen cosas que no son correctas».
Desde muy joven, siente atracción por hombres y mujeres, por lo que no se identificaba con los conceptos ni de homosexual ni de heterosexual, aún cuando su familia y compañeros del colegio intentaban ponerle alguna de estas etiquetas.
Los prejuicios provocaron que se aislara en los espacios donde se desenvolvía, lo que «desencadenó problemas de autoestima, problemas de ego, que luego se traducen en un montón de inseguridades (…) que siguen causando cierto daño personal».
A las personas en general, señaló, «les cuesta comprender o no aceptan que hay algo más allá de la heterosexualidad y la homosexualidad», por lo que «siempre están en busca» de invisibilizar y encasillar.
«Las personas siguen buscando invalidarte la bisexualidad porque, si te gustan los hombres, no te pueden gustar las mujeres; si te gustan las mujeres, no te pueden gustar los hombres. Incluso, si ven que tienes experiencias tanto con hombres como con mujeres, están pendientes de con quién sales más o con quién tienes más experiencia para decirte o eres gay o eres hetero, pero no bisexual», dijo.
Venezuela, una sociedad cerrada
Para Venus Peña, de 26 años, fue difícil reconocerse bisexual, una palabra que desconoció durante su adolescencia, cuando se hizo evidente que sentía atracción por ambos sexos. Piensa que la sociedad de su país, «cerrada y religiosa», complicó aún más su proceso.
«Venezuela es un país muy religioso (…) y se me hizo muy, muy complicado, no solamente por mi entorno, por la cultura, sino porque en la sociedad venezolana (…) no hay ningún referente (…) bisexual», aseguró.
Los referentes los encontró cuando, cerca de cumplir la mayoría de edad, viajó a Brasil, donde vio «una diversidad que no había visto» en su país y conoció a personas con las que se identificó. En esa época fue cuando descubrió la palabra bisexualidad, con cuyo concepto se sintió cómoda.
«Por eso a veces digo que Venezuela no me dio ese empuje», agregó la joven, estudiante de filosofía, quien, pese a que fue «complicado», recibió el apoyo de sus padres y su hermano, mas no del resto de su familia, para la que la bisexualidad «no existe».
Combatir la desinformación sobre la comunidad bisexual
A juicio de Reyes, «una de las formas de combatir esta desinformación e ignorancia es con educación», algo a lo que decidió dedicarse a través de su propia formación como capacitador para impartir talleres sobre la sexualidad integral y los derechos sexuales y reproductivos.
También comenzó a reconocer, sin tapujos, la bisexualidad en la calle, para darle mayor visibilidad.
«Una de las cosas que yo empecé a hacer era llevar esta banderita de ‘Yo soy bisexual’ a los espacios públicos, no como una forma de ‘ay, soy cool porque soy bisexual’, sino decir que ‘yo existo y merezco respeto’. (…) Mientras se siga hablando, mientras se combatan esos chistes, esos comentarios, (…), siento que vamos haciendo un cambio», aseguró.
Reyes ha conectado la comunicación social con el activismo a través de la difusión de «contenido informativo» sobre derechos sexuales, estigmas y discriminación, que publica en las redes sociales.
Explicó que también se trata de educar donde se encuentre y alguien mencione el tema, bien sea en un chiste o en cualquier otro tipo de comentario, lo que el joven activista ve como «una oportunidad para informar».
Señaló, además, que recientemente, el colectivo bisexual ha creado alianzas con organizaciones, propuesto proyectos y se ha visibilizado aún más en las actividades de calle, con el objetivo de dejar claro y decir: «Aquí estoy yo».