Pedro Benítez (ALN).- La Navidad en Venezuela llega marcada por una ola de protestas provocadas por la escasez de comida y combustible para el transporte público. A todas luces el país se sumerge en su propia caótica versión del Periodo Especial cubano. La causa reside en la crónica falta de divisas que la caída de la producción petrolera está agravando.
¿Qué relación hay entre la reciente toma por parte de Cuba de la posesión completa de la refinería de Cienfuegos que compartía con Petróleos de Venezuela (PDVSA) y el severo desabastecimiento de gasolina que padecen la mayoría de los estados occidentales de Venezuela en los últimos días del año?
El colapso petrolero es la respuesta. En un ciclo perverso descendente, la industria petrolera venezolana no ha escapado de la crónica falta de dólares acelerando la caída de la producción, de la capacidad de refinación y del flujo de caja para importar gasolina. No es una tendencia nueva, pero todas las evidencias indican que en 2017 se precipitó el proceso, lo que entre otras cosas le está impidiendo al país sacar provecho de la moderada alza en la cotización de los hidrocarburos a nivel mundial.
De modo que hoy Venezuela no puede ni cumplir con el convenio de suministro petrolero a Cuba (por lo general destinado a la refinería de Cienfuegos) ni con sus propias necesidades internas.
El colapso de Venezuela pareciera estar precipitándose con un desenlace inesperado
Hasta 1999 Venezuela fue uno de pocos grandes exportadores de crudo que no importaba combustibles refinados para su parque automotor, sino que por el contrario lo exportaba. Ahora el país gasta miles de millones de las valiosas divisas para sostener un subsidio absurdo al carburante que consiste, sencillamente, en regalarlo.
Así, la crisis en Venezuela pareciera no tener fondo en el sentido en el cual el gobierno de Nicolás Maduro no da ninguna señal de rectificación de esas y otras “políticas públicas” irracionales.
Ese empeño oficial está llevando al país al colapso petrolero (matando lentamente y por etapas a la gallina de los huevos de oro que todo lo ha pagado), monetario y de todos los órdenes de la vida cotidiana.
Este proceso está afectando incluso las redes de distribución estatal de alimentos, por medio de los denominados Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), que durante este mes de diciembre han sido incapaces de cubrir las promesas de alimentos a cambio de votos en las últimas y cuestionadas elecciones municipales.
Esta combinación de escasez en el suministro de gasolina, de alimentos básicos, de papel moneda (la velocidad de la hiperinflación supera el suministro de efectivo por parte del Banco Central de Venezuela) y de gas para cocinar (Venezuela tiene las mayores reservas de gas libre y asociado de Suramérica) han provocado una nueva ola de protestas sociales en buena parte del país, haciendo que por segundo año consecutivo la Navidad esté marcada por el descontento social.
En horas recientes, en Caracas, vecinos de Gramoven y Nuevo Horizonte en Catia (tradicional bastión chavista) protestaron porque las bolsas de comida del CLAP no les han llegado y por la falta de transporte público (otra consecuencia de la escasez de combustibles, pero también de repuestos). En el estado Miranda, al este del área metropolitana de Caracas, protestas de sectores humildes bloquearon la más transitada autopista del país a la altura de las poblaciones de Petare y Guarenas, con el saldo de 11 personas detenidas por demandar comida.
A todas luces Venezuela se sumerge en su propia caótica versión del Periodo Especial cubano
En el estado centro occidental de Carabobo se registraron más protestas por falta de comida y saqueos en Tocuyito, en el área metropolitana de la ciudad de Valencia, capital de esa entidad. Lo mismo pasó en los estados Falcón, Bolívar, Lara, Mérida, Portuguesa, Aragua, Cojedes y Yaracuy con cierres de vías públicas. La mayoría de los manifestantes suelen acusar al Gobierno de haber incumplido sus promesas de alimentos subsidiados a cambio de votos.
Esta ola de manifestaciones ha venido acompañada de frecuentes caídas del servicio de electricidad de 10 o más horas y colas kilométricas por combustible en los estados Táchira, Mérida, Barinas y Trujillo (en el centro occidente).
Las respuestas oficiales son las ya conocidas: culpar al imperio (léase Estados Unidos), a los empresarios privados, a la oposición y ofrecer más recortes de importaciones para el 2018. Sencillamente el colapso de Venezuela pareciera estar precipitándose con un desenlace inesperado y el corazón de ese proceso es el vital sector petrolero.