Daniel Gómez (ALN).- El chef José Andrés Puerta, nacido en España, es toda una personalidad en Estados Unidos. El congresista John Delaney, futuro candidato presidencial, lo postuló en 2018 como candidato al Premio Nobel de la Paz por su labor humanitaria. En Haití, Puerto Rico, California y ahora también en Cúcuta. Allí instaló una cocina que diariamente alimenta a los venezolanos que migraron a Colombia huyendo del régimen de Nicolás Maduro.
No sólo son números. Detrás de los más de tres millones que protagonizan el éxodo hay un nombre, un apellido y una historia. Como la de Mairez, quien huyó del régimen el año pasado y ahora ayuda a otros compatriotas desde su nuevo hogar: la ciudad colombiana de Bucaramanga. Allí gestiona un refugio de carretera para alimentar a quien lo necesite.
Mairez hoy está contenta. Hace cuatro días recibió una estufa nueva, gas y un equipo de cocina. Se lo trajo World Central Kitchen (WCK), la legión de cocineros que el chef español José Andrés Puerta dirige desde Nueva York.
José Andrés, como se le conoce, es famoso en todo el mundo por su labor humanitaria. Sin ir más lejos, en 2018 fue elegido por la revista Time como una de las 100 personalidades más influyentes del mundo y postulado al Premio Nobel de la Paz por el congresista demócrata de Maryland, John Delaney, futuro candidato presidencial, por este mismo motivo.
El compromiso de José Andrés con los más necesitados comenzó en 2010. Un devastador terremoto azotó Haití, y el chef, aprovechando la influencia que le otorgó el éxito empresarial, organizó una red de cocineros que dio de comer a los hambrientos.
Ahí comenzó un movimiento que casi una década después le llevó a la frontera con Venezuela. José Andrés visitó la ciudad colombiana de Cúcuta. Presenció incluso el bloqueo de la ayuda humanitaria por parte del régimen de Nicolás Maduro el 23 de febrero.
El plan de ayuda para Venezuela
En esos días en Colombia comprobó, y así lo dice, cómo 40.000 venezolanos cruzaban frecuentemente la frontera para comprar alimentos, medicinas y productos de higiene. Entonces llegó el bloqueo a la ayuda humanitaria, y días más tarde, una imagen que le sorprendió.
“Miles de venezolanos continúan cruzando en cruces peligrosos y no oficiales todos los días”, escribió en la web de WCK.
José Andrés se quedó en Colombia casi una semana. Habló con varias ONG, que le insistieron en la necesidad de abrir un canal de ayuda humanitaria. Habló con periodistas, quienes le explicaron la situación que se vive en la frontera con Colombia. Y por supuesto, habló con venezolanos.
“Todos los que conocimos estaban huyendo del hambre”, explicó.
Además de entregar materiales a venezolanos como Mairez, el equipo de José Andrés ha montado un centro de ayuda humanitaria en Cúcuta en el que participan voluntarios colombianos. Muchos de ellos, estudiantes de cocina.
En el centro de cocina se preparan todos los días “cientos de comidas nutritivas”. Hay de todo. Hidratos, proteínas y grasas. Arroces, carnes y caraotas. En alguna ocasión han preparado hasta pabellón criollo, uno de los platos más típicos de Venezuela.
Estas comidas que salen del centro luego se las reparten a los venezolanos que están por el lugar. WCK tiene una legión de cocineros, y también conductores que les ayudan con el reparto. Además, el combustible corre a cargo de José Andrés.
“Si bien reconocemos que la situación política en Venezuela sigue siendo incierta, el movimiento de refugiados no disminuirá. Estamos aquí para servirles”. Eso dice el chef.
La historia de José Andrés
José Andrés, de 49 años, nació en Mieres, Asturias. Se formó en hostelería y llegó a estar las órdenes de Ferrán Adrià. Este lo despidió por un malentendido, aunque fue eso lo que lo catapultó al éxito.
Sin trabajo en España, con 21 años, José Andrés se lanzó a la aventura y arribó a Nueva York. Poco a poco fue creciendo como cocinero. Destacándose en la Gran Manzana. Más tarde en Miami, Los Ángeles, Las Vegas y Puerto Rico. También en la universidad, gracias a su habilidad e innovación.
En 2010 impartió un curso de física culinaria en Harvard, dos años después fue nombrado decano de estudios españoles en The International Culinary Center y en ese mismo 2012 se destacó como profesor de la Universidad George Washington.
El impecable currículum de José Andrés, empresario y académico culinario, le llevó a cambiar el mundo. También desde su óptica de chef. Por eso fundó WCK cuando el terremoto de Haití. Por eso acudió a Puerto Rico tras el huracán María en 2017, logrando que se sirvieran más de tres millones de raciones de comida. Logró más que cualquier organización humanitaria.
La polémica con Trump
En enero de 2019, José Andrés fue el centro de una polémica que le enfrentó con Donald Trump, presidente de EEUU. Este decretó por casi un mes el cierre del gobierno porque los demócratas se negaron a aceptar la construcción del muro en la frontera con México.
“Espero que el muro sea la tumba política de Trump”, declaró al diario español La Vanguardia.
José Andrés: “Si bien reconocemos que la situación política en Venezuela sigue siendo incierta, el movimiento de refugiados no disminuirá. Estamos aquí para servirles”
Como consecuencia del cierre del gobierno, 800.000 funcionarios se quedaron sin ingresos. Entonces José Andrés abrió con WCK un centro de comida en Washington para atender a estas personas.
“Espero que sea una llamada de atención a los senadores, congresistas y especialmente al presidente Trump para que terminemos con esta historia en la que tantas familias van a pasar hambre”, dijo el chef en un vídeo en Twitter.
No ha sido el único enfrentamiento. El chef tenía un contrato con la Organización Trump y decidió romperlo en 2016, coincidiendo con el endurecimiento de las políticas migratorias por parte de la Casa Blanca. Trump le demandó por ello.
La demanda pasó por los tribunales y terminaron en un arreglo. Lo que no se arregló fue su relación. Famoso fue lo ocurrido hace un año, cuando Ivanka Trump, hija del presidente, vetó a José Andrés en una fiesta a la que previamente fue invitado.
No todo está perdido. José Andrés y Trump tienen una causa común. Y esa es Venezuela. Mientras uno alimenta a los venezolanos de la frontera con su ONG, el otro mantiene toneladas de comida, suplementos alimenticios y medicinas en Cúcuta a la espera de conseguir la apertura de un canal humanitario.