Antonio José Chinchetru (ALN).- Aunque siga existiendo, la represión de los homosexuales en Cuba dista de ser tan dura como hace décadas. Encierro en campos de concentración bajo el lema “el trabajo los hará hombres”, depuraciones “morales” en las universidades y la prohibición de ejercer determinados trabajos son algunas de las prácticas con las que la dictadura cubana ha perseguido a los gays desde 1959.
Las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP) de Cuba, nombre bajo el cual se escondían los campos de concentración donde se recluía a los considerados “elementos antisociales” entre 1965 y 1968, son el máximo símbolo de la represión castrista contra los homosexuales. Sin embargo, tal represión comenzó antes y siguió después. De hecho, sigue existiendo (Ver más: El castrismo que persiguió a Reinaldo Arenas sigue reprimiendo a los homosexuales).
El primero de los campos de reclusión se había establecido cinco años antes, bajo el lema “El trabajo los hará hombres”. Fidel Castro pronunció a lo largo de su vida varias expresiones de carácter fuertemente homófobo.
En una entrevista concedida en 1965, y publicada por el periodista Lee Lockwood en el libro Castro’s Cuba, Cuba’s Castro, el dictador caribeño dijo: “No podemos llegar a creer que un homosexual pudiera reunir las condiciones y los requisitos de conducta que nos permitirían considerarlo un verdadero revolucionario, un verdadero militante comunista. Una desviación de esta naturaleza está en contradicción con el concepto que tenemos sobre lo que debe ser un militante comunista”.
Fidel Castro: “Diré que los homosexuales no deben ser permitidos en cargos donde puedan influenciar a los jóvenes”
En esa misma conversación afirmó: “No creo que nadie tenga una respuesta definitiva sobre la causa de la homosexualidad. Creo que debemos considerar cuidadosamente este problema. Pero seré sincero y diré que los homosexuales no deben ser permitidos en cargos donde puedan influenciar a los jóvenes”.
El primer campo de trabajos forzados para homosexuales, al que más tarde llegarían otros jóvenes considerados “antisociales” por el régimen, había comenzado a funcionar cinco años antes. Uno de sus impulsores había sido Ernesto ‘Che’ Guevara y tenía un lema inspirado en el siniestro “El trabajo los hará libres” que recibía a los condenados al exterminio en Auschwitz. El primer establecimiento de la versión cubana del Gulag soviético, situado en Guanahacabibes, tenía en su entrada un cartel que proclamaba: “El trabajo los hará hombres”.
Miles de jóvenes cubanos fueron recluidos y sometidos a una siniestra “reeducación” con el objetivo de doblegarles y hacer de ellos revolucionarios varoniles y heterosexuales. No hay cifras oficiales, pero los testimonios de los reclusos hablan de decenas de suicidios entre los gays, los peor tratados entre los presos de Guanahacabibes y las UMAP.
Pero la represión no se limitaba al encarcelamiento. En el documental Conducta impropia (1984) se recogen los testimonios de numerosas víctimas. La más famosa es Reinaldo Arenas, pero no la única. César Bermúdez, que trabajaba para la cúpula comunista como ingeniero al tanto de los últimos desarrollos tecnológicos que se daban en el mundo, es una de las personas que salen en la pieza audiovisual. Él fue humillado y sufrió represalias, y cuenta qué ocurría en los centros educativos del país.
“Desde el año 65, en la Universidad de La Habana y en las diferentes escuelas, se venían realizando una cantidad de depuraciones morales”, narra. Explica que en las juventudes del Partido Comunista de Cuba organizaban “asambleas por la moral comunista” a las que era obligatorio asistir y cómo en ellas se humillaba a los gays. “Las humillaciones durante las asambleas de depuración consistían en que se obligaba a todas las personas que estaban presentes a decir todos los insultos inimaginables a la persona que estaba siendo depurada”, explica. Cuenta que había jóvenes que no lo soportaban y se suicidaban por la humillación de tener que decir a sus padres que habían sido expulsados de la universidad por ser homosexuales.
El fin de las UMAP no supuso que el castrismo superara la homofobia. Esta siguió muy presente en el actuar del régimen (y lo sigue estando, excepto para los gays de probada lealtad castrista). Fidel Castro proclamó en 1971 que los homosexuales están “infectados por una patología social”, según recoge Guillermo Sheridan en su artículo Fidel y los momentos gays, publicado por Letras Libres en 2016.
Ese año se prohibió que “homosexuales reconocidos”, lo que incluye a lesbianas, ocuparan cargos públicos o se dedicaran a actividades con visibilidad e influencia. Artistas de distinto tipo, profesores de universidad, maestros de escuela y actores perdieron sus trabajos por la orientación sexual. Los gays que en aquel entonces militaban en el Partido Comunista fueron expulsados. Esta prohibición siguió vigente hasta 1975.
La represión en la actualidad es menor, pero sigue existiendo. Todavía hay redadas en las que se detiene a homosexuales, y cualquier organización LGBTi independiente es perseguida con saña. Los homosexuales cercanos a Mariela Castro, la sexóloga hija de Raúl Castro, cuentan sin embargo con la protección del régimen.