Antonio José Chinchetru (ALN).- La próxima apertura a una reforma que legalice el matrimonio entre personas del mismo sexo en Cuba no puede ocultar la naturaleza homófoba del castrismo. La dictadura cubana llegó a encerrar en campos de concentración a numerosos gays, considerados “elementos antisociales”. El más conocido de todos fue el escritor Reinaldo Arenas. En la actualidad, la policía de Cuba continúa realizando redadas y detenciones de personas por su orientación sexual.
La reforma de la Constitución de Cuba que permitiría una futura legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo es un gesto de alta dosis propagandística. La realidad en el país es que la discriminación y la persecución de los homosexuales continúan siendo muy reales. Ya no llegan a los extremos del pasado, cuando se les confinaba en campos de concentración y las autoridades se ensañaron con figuras como el escritor Reinaldo Arenas. Sin embargo, actualmente todavía se practican redadas y detenciones.
El borrador de la nueva Constitución castrista no legaliza el matrimonio homosexual. Tan sólo abre la puerta a una futura reforma del Código de Familia cubano que sí lo haga. Lo que hace es sustituir la redacción actual, en la que se define el matrimonio como una “unión concertada voluntariamente entre un hombre y una mujer” por otra en la que se dice simplemente que es la “unión entre dos personas” (artículo 68 del proyecto de nueva Constitución).
La impulsora del cambio constitucional ha sido la sexóloga Mariela Castro, hija de Raúl Castro y una de las personas más poderosas del régimen. Se presenta como defensora de gays y lesbianas en Cuba, y llega a organizar actos en este sentido. Sin embargo, desde hace años la oposición y grupos no afines al régimen denuncian que se trata de una mera estrategia de propaganda. Si no existe una lealtad al régimen absolutamente demostrable, la vida de los homosexuales cubanos sigue estando caracterizada por la discriminación y la represión.
Paco Ramírez (Colegas): “Hay una persecución contra cualquier colectivo LGTBi no oficialista
El presidente de Colegas – Confederación LGBT Española, Paco Ramírez, conversó sobre este asunto con ALnavío. Esta asociación colabora de forma activa con asociaciones cubanas independientes, que la mantienen informada de la situación. Ramírez destacó: “Hay una persecución contra cualquier colectivo LGTBi no oficialista. Por mucho que abran la posibilidad constitucional de aprobar el matrimonio igualitario, de qué sirve eso si no se cuenta con los derechos básicos al vivir en una dictadura”.
Explicó que en la actualidad “hay redadas, se impiden actos de las organizaciones no oficialistas y se producen algunas detenciones en centros de reunión LGTBi”. Por ello, concluyó: “No vale de nada salir a bailar la conga una vez al año con Mariela Castro si el resto del tiempo no se puede tener derechos”.
Por su parte, en septiembre de 2010 Fidel Castro asumió su culpa por la persecución de los homosexuales en Cuba. “Si hay que asumir responsabilidad, asumo la mía. Yo no voy a echarle la culpa a otros”, dijo Castro en una entrevista con el diario mexicano La Jornada. Poco después de la llegada al poder de Castro, el Gobierno envió a los homosexuales a campos de trabajos forzados. “Sí, fueron momentos de una gran injusticia. ¡Una gran injusticia! La haya hecho quien sea. Si la hicimos nosotros, nosotros”, expresó entonces el exjefe de Estado cubano.
El paso de Reinaldo Arenas por las UMAP
Concebidos como “centros de reeducación” pasaron por los barracones de las UMAP cerca de 25.000 hombres acusados de ser “elementos antisociales”
La situación para los homosexuales fue incluso peor en el pasado. El destino de muchos fue el confinamiento en los campos de concentración llamados Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP), que funcionaron entre 1965 y 1968. Concebidas como “centros de reeducación”, en la más pura tradición comunista, pasaron por sus barracones cerca de 25.000 hombres acusados de ser “elementos antisociales”. Entre los motivos para ser recluido en las UMAP figuraban desde escuchar música estadounidense hasta llevar el pelo largo. Los homosexuales representaron una gran parte de la población reclusa en esta versión caribeña del Gulag soviético.
Uno de los que pasaron por las UMAP fue Reinaldo Arenas, a quien el régimen no perdonaba su orientación sexual. Fue enviado por la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), ya entonces controlada por la Seguridad del Estado (la policía política) al campo conocido como El Central Manuel Sanguily en la provincia de Pinar del Río. El relato que hace en Antes que anochezca es escalofriante:
“La situación era, realmente, desesperante. No es posible, para quien no lo haya vivido, comprender lo que significa estar a las doce del día en un cañaveral cubano y vivir en un barracón como esclavos. Levantarse a las cuatro de la madrugada y coger una mocha y una cantimplora con agua y partir en una carreta y trabajar allí todo el día, bajo un sol restallante, dentro de aquellas hojas cortantes de los cañaverales que producen una picazón insoportable. Entrar en uno de aquello sitios era entrar en el último círculo del Infierno. Estando allí, completamente disfrazado de pies a cabeza, con mangas largas, guantes y sombrero –único modo de entrar a aquellos sitios de fuego– comprendía por qué los indios preferían el suicidio a seguir trabajando como esclavos; comprendía por qué tantos negros se quitaban la vida asfixiándose. Ahora yo era el indio, yo era el negro esclavo; pero no era yo solo; lo eran aquellos cientos de reclutas que estaban a mi lado”.
El régimen castrista no cambió en la UMAP la sexualidad de Arenas, no doblegó su creciente sentido crítico con el régimen. Siguió sufriendo la persecución por parte del castrismo. Su obra estaba prohibida en Cuba. Entre 1974 y 1976 estuvo encerrado en la prisión de El Morro (uno de los antiguos castillos españoles construidos para proteger el puerto de La Habana). Antes de eso, se casó con la actriz Ingrávida González como un modo de evitar la represión y conseguir que el régimen le concediera un cuarto donde vivir. Lo cuenta en el citado libro:
“Lo pedí a través de la Uneac, pero sólo podían dárselo a una persona que estuviese casada, según me indicó Bienvenido Suárez, un delincuente que podía llegar a ser gracioso en ocasiones. La Revolución no le iba a dar un cuarto a un homosexual para que metiera en él a hombres; era, evidentemente, lo que me quería decir Bienvenido Suárez (…) De manera que la mujer, como el homosexual, son considerados en el sistema castrista como seres inferiores. Los machos podían tener varias mujeres y esto se veía como un acto de virilidad. De ahí que las mujeres y los homosexuales se unieran, aunque sólo fuera como una manera de protegerse”.
El gobierno de Fidel Castro prohibió a Reinaldo Arenas salir del país, pero logró escapar en el conocido como Éxodo de Mariel (cuando la dictadura autorizó la salida por ese puerto de numerosos opositores y otras personas consideradas “elementos indeseables”) utilizando su primer apellido, Arinas, que no utilizaba como escritor.
Arenas, un símbolo de la persecución castrista contra los homosexuales y los escritores no afines al poder, se suicidó en EEUU en 1990. Tres años antes le había sido diagnosticado el virus del sida.