Daniel Gómez (ALN).- El Carnaval no siempre fue una apoteosis popular. Venecia popularizó las máscaras y los disfraces, pero sólo entre aristócratas. Esto cambió cuando navegantes españoles y portugueses exportaron la tradición a Suramérica. El ritmo afroamericano y la frescura del Caribe convirtieron la fiesta en una celebración de masas y, en consecuencia, en una industria. En ciudades como Santa Cruz de Tenerife y Barranquilla tiene un impacto económico de 20 millones de dólares. Pero en Brasil, la meca del Carnaval, mueve más de 1.000 millones de dólares.
La visita del Papa, la Navidad, un Mundial de Fútbol… en días así una ciudad se paraliza. El Carnaval es otro de esos días, pero en este caso paralizar no es el verbo adecuado. Y es que en estas jornadas la gente explota de alegría. Canta, baila y se disfraza mientras hoteles y restaurantes se convierten en una mina de oro.
El Carnaval de Río de Janeiro es el más importante del mundo. Tanto que además de una fiesta, es una industria. En 2017 tuvo un impacto económico de 500 millones de dólares, según datos del Estado. Y no sólo el turismo, otros sectores como la gestión del tráfico en las carreteras y la alimentación notaron el estímulo.
Brasil, que viene de la peor recesión de su historia, arranca 2018 con la economía saneada. Por supuesto, este apremio queda reflejado en las fiestas. Será la primera vez desde 2015 que el Carnaval incremente beneficios.
El 62% de esas ganancias están concentradas en Río de Janeiro y Sao Paulo, donde el Carnaval cuenta también con fama mundial. Sólo entre estas dos ciudades, según cifras del Gobierno, esperan movilizar 1.095 millones de dólares. Una cifra que supera por mucho a otros carnavales de referencia como los de Barranquilla (Colombia) y Santa Cruz de Tenerife (España).
La apoteosis del Carnaval
La celebración tiene su origen en el antiguo Egipto. Desde allí se expandió para instalarse en Europa en el siglo XIII. En aquella etapa el Carnaval se convirtió en una fiesta de pocos. La nobleza en Venecia, por entonces una ciudad desordenada y decadente debido a su carácter mercante, tapaba su cara con máscaras para mezclarse con el pueblo. Esta mezcla de vulgaridad y elitismo cautivó a la aristocracia europea que viajaba a Venecia en busca de placer y diversión.
Allí el Carnaval alcanzó su máximo esplendor en 1700. Sin embargo, dos siglos antes, navegantes españoles y portugueses exportaron la fiesta hacia América. Su magnetismo sedujo, sobre todo, a las clases afroamericanas brasileñas, quienes con su alegría, ritmos y disfraces marcaron un cambio de tendencia.
El elitismo europeo desapareció y el Carnaval pasó a ser una manifestación folclórica de la cultura brasileña. Pero no sólo de Brasil, esta fiesta también penetró hacia el Caribe. El Carnaval de Barranquilla es uno de los más famosos del mundo, y al igual que en Brasil, tiene un marcado carácter popular con raíces indígenas y campesinas.
La industria en Barranquilla y Tenerife
Si bien no tiene el impacto de Brasil, la celebración aporta a la economía colombiana cifras millonarias. Gabriel García Márquez, colombiano y caribeño, como fiel relator de su realidad, absorbió para sus escritos la esencia del Carnaval de Barranquilla.
“En un país afectado por la violencia este carnaval es un oasis excepcional de convivencia pacífica y diversidad cultural”, apuntó el escritor sobre el Carnaval de Barranquilla en uno de los textos colgados en el archivo del Harry Ransom Center de la Universidad de Texas.
Cuando el Carnaval regresó de Suramérica a los puertos españoles la esencia de la fiesta se transformó
La pieza fue redactada en 2003. Eran otros tiempos para Colombia. Ahora,15 años más tarde, con el proceso de paz, con la entrega de armas por parte de los guerrilleros de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), la violencia ha caído de forma significativa y el visitante se siente atraído por un país que viene de batir récord de turistas al recibir seis millones en 2017.
Al menos 21,3 millones de dólares moverá el Carnaval de Barranquilla este año, tal como apuntó la Cámara de Comercio de la ciudad. Las celebraciones tendrán lugar entre el 10 y el 13 de febrero.
El 85,7% de ese movimiento, precisa el documento, será aportado por sectores como el turismo y el transporte, mientras que el 14,3% restante corresponde a la venta de alimentos y bebidas, así como artesanías, accesorios y disfraces.
El viaje de ida del Carnaval, también fue de vuelta. Cuando regresó a los puertos españoles la esencia de la fiesta se transformó. La alegría afroamericana y la frescura del Caribe dejaron a un lado el esnobismo veneciano para cautivar a la cultura popular.
La máxima expresión de fiesta se vivió en Canarias, un archipiélago más cerca de la costa africana que de la española y con una importante influencia latinoamericana. El mestizaje hizo que por ejemplo Santa Cruz de Tenerife ostente el título de poseer el segundo Carnaval de mayor renombre en el mundo, después de Río.
La explosión de esta fiesta tendrá lugar este sábado. A lo largo de esta semana, la ciudad se ha ido preparando con actos como la elección de la Reina del Carnaval, y recibiendo a los miles de visitantes que acuden a Tenerife a disfrutarlo.
En 2017, el Carnaval tuvo un impacto económico de 42 millones de dólares. Y un buen termómetro del impacto que tiene en la ciudad es que la afluencia de turistas es igual a la generada en verano.