Daniel Gómez (ALN).- En una semana Perú se hundió en el caos. Las protestas por la destitución de Martín Vizcarra como presidente por un supuesto caso de corrupción, provocaron la renuncia de su sucesor, Manuel Merino, este domingo. Apenas seis días duró en el cargo. La muerte de dos manifestantes motivó su renuncia. Ahora el país se encuentra sin presidente porque el Congreso no se pone de acuerdo para nombrar sucesor.
El desgobierno reina en Perú. Mientras la calle arde, el país no tiene presidente porque el Congreso es incapaz de ponerse de acuerdo para nombrar un mandatario, y una de las soluciones podría ser que el destituido Martín Vizcarra regrese a la presidencia si el Tribunal Constitucional así lo decide.
El caos comenzó el lunes pasado, cuando el Parlamento inhabilitó a Vizcarra por “incapacidad moral permanente” por un supuesto caso de corrupción. Ahí tomó el poder el opositor y jefe del Congreso, Manuel Merino. La maniobra no le gustó a buena parte del pueblo peruano. Vizcarra era un presidente con elevadas cotas de popularidad y al que apenas le quedaba medio año de mandato porque para abril de 2021 había convocadas elecciones presidenciales. Y aunque la corrupción salpicó su imagen, muchos peruanos entendieron su destitución como una maniobra de algunos congresistas para llegar al poder.
Por esto decenas de miles de personas se echaron a las calles de Lima para protestar contra la marcha de Vizcarra. Ahí fue cuando estalló la violencia.
Aunque desde el nuevo Ministerio del Interior sostuvieron que las autoridades actuaban en defensa propia, las imágenes ponían de manifiesto la represión policial, la cual alcanzó su punto álgido el sábado, con el fallecimiento de dos jóvenes. Uno de 25 años perdió la vida por un tiro en la cabeza, y otro de 24 tras recibir cuatro impactos de un arma de fuego en el cuerpo.
A estos dos muertos hay que sumar los 40 desaparecidos y 112 heridos que denunció la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos, así como las detenciones arbitrarias y los obstáculos puestos a los abogados en las comisarías.
El Parlamento no se pone de acuerdo
Manuel Merino, incapaz de pacificar el país, y sin ningún tipo de apoyo -ni popular ni político, ya que el propio Congreso que le aupó al poder solicitó su renuncia- dimitió.
“En este momento, en una de las más grandes crisis políticas, presento mi renuncia irrevocable e invoco a la paz y a la unidad de todos los peruanos. Haré el mayor de los esfuerzos para la sucesión constitucional. El Perú merece seguir adelante”, dijo Merino este domingo, poniendo fin a un mandato de apenas seis días.
Junto a Merino, renunció todo el gabinete ministerial que había nombrado, por lo que correspondía al Congreso nombrar un nuevo gobierno. En ese instante comenzaron las negociaciones. Se suponía que la diputada Rocío Silva Santisteban, del izquierdista Frente Amplio, tomaría las riendas del país y se convertiría en la primera presidenta de Perú. Pero no recabó los apoyos necesarios.
¿Y si vuelve Vizcarra?
Ahora el foco se pone en el Tribunal Constitucional, cuyo pronunciamiento se espera para el miércoles. Cuando Vizcarra fue destituido, denunció ante el alto tribunal que el mecanismo de vacancia empleado por el Congreso era inconstitucional. De tener razón, se anularía la destitución y este volvería de inmediato a la presidencia. Pero ante el desgobierno, el exmandatario le pidió al Constitucional una decisión inmediata.
“Que se reúna de emergencia y con sentido de urgencia se pronuncie de una vez y diga si es legal lo que hizo el Congreso con la vacancia. Ante la crisis no podemos estar esperando”, dijo Vizcarra, quien también reaccionó a la renuncia de Manuel Merino.
“Un dictadorzuelo ha salido de Palacio. Su renuncia es un paso, no soluciona el problema”, agregó.
Perú está viviendo un 2020 para el olvido. La crisis política se suma al declive económico y sanitario.
La pandemia llevó al país a la recesión tras más de dos décadas de imparable crecimiento económico. También puso de manifiesto un sistema de salud frágil, por el cual Perú se ha convertido en el segundo país del mundo con mayor tasa de mortalidad, con 110 fallecidos por cada 100.000 habitantes. Sólo le supera Bélgica.