Pedro Benítez (ALN).- Los Comités Locales de Abastecimiento y Producción fueron el arma no tan secreta del Partido Socialista Unido de Venezuela en las elecciones de gobernadores. En el país donde una parte muy importante de la población padece diariamente hambre, ofrecer bolsas de comida subsidiadas a 10.000 bolívares -menos de medio euro- a cambio del voto es un incentivo muy poderoso. El chavismo ha tenido la perversa habilidad de hacer del hambre su aliada.
El politólogo venezolano Guillermo Tell Aveledo los calificó como “genialmente malvados”. Los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) cumplieron su cometido en las elecciones de gobernadores en Venezuela. Las bolsas de comida subsidiadas a 10.000 bolívares -menos de medio euro- a cambio del voto han sido muy efectivas en un país donde la población padece hambre. Hambre originada por las políticas del propio Gobierno.
El pasado domingo 15 de octubre, en todos los estados del país se reportó la oferta de los CLAP como mecanismos de movilización política a favor de los candidatos del régimen de Nicolás Maduro. Aunque es difícil precisar el impacto en términos de votos, la insistencia con que han sido promocionados por parte de las más altas instancias del Gobierno hace pensar que fueron cruciales.
El pasado domingo 15 de octubre, en todos los estados del país se reportó la oferta de los CLAP como mecanismos de movilización política
Durante los años del boom de precios del petróleo el chavismo ganó elecciones repartiendo becas, artículos de línea blanca, apartamentos y prometiendo que en el futuro se repartiría todavía más. En la etapa de Nicolás Maduro la oferta se ha reducido a bolsas de comida importada (porque además el país no tiene cómo producir los artículos que la componen).
Como ha pasado con todos los experimentos llevados a cabo en nombre del socialismo, en Venezuela ha ocurrido un dramático descenso en la escala de las prioridades humanas y en esto los estrategas del chavismo han detectado una oportunidad política.
Sacarle provecho político al hambre
Los CLAP fueron creados (con la asesoría cubana) con la lógica de amarrar las lealtades políticas y crear dependencia. Nicolás Maduro ha sido su principal promotor y formalmente son “la nueva forma de organización popular”. En la práctica la distribución ha estado en manos de la estructura política del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), que la lleva a cabo con criterios obviamente partidistas.
El contexto de carestía y dificultades de todo tipo por parte de la mayoría de los venezolanos para acceder a los alimentos más esenciales ha potenciado la eficacia política de los CLAP. Así que el chavismo ha tenido la perversa habilidad de sacarle provecho político al hambre.
Los CLAP fueron creados con la lógica de amarrar las lealtades políticas y crear dependencia
Aunque arrancaron con mal pie provocando fuertes protestas en Caracas a mediados del año pasado y las quejas por lo irregular y arbitrario de la distribución son frecuentes, pareciera que esta estructura se ha ido asentando y constituyendo uno de los pilares político-electorales del chavismo.
Al punto que han logrado casi la hazaña de disimular los otros fracasos del Gobierno en la incumplida promesa de dar seguridad alimentaria a los venezolanos, como lo fueron la ley de precios justos sancionada en octubre de 2011; la red pública para distribución de alimentos más extensa e ineficaz del hemisferio; y los sucesivos decretos de emergencia económica. Ninguna de esas medidas evitó la aguda crisis en el acceso a los alimentos que sufre la población hoy.
Pero siempre, siguiendo el ejemplo de los maestros cubanos, el PSUV ha transformado un fracaso económico en una ventaja política.