Daniel Gómez (ALN).- Las monedas virtuales no quieren rendir cuentas ante bancos ni gobiernos. Ese anarquismo es bueno y malo al mismo tiempo. Bueno porque favorece a la innovación y malo porque la ausencia de leyes puede desembocar en el caos. Por eso Alejandro Touriño y Alexander Preukschat, dos de los expertos tecnológicos más reputados de España, dicen sí a la regulación. Pero con matices.
Hacen falta leyes para las criptomonedas. Normas que controlen los malos usos, que garanticen el carácter descentralizado de su tecnología y que no pongan trabas a la innovación. Así lo piensan dos de los expertos en tecnología más reputados de España, Alejandro Touriño y Alexander Preukschat.
El bitcoin es definido por muchos como la moneda anarquista. La realidad es que nació para crear un sistema económico alternativo. Descentralizado de gobiernos y bancos. En una mezcla de desconocimiento y miedo, muchas autoridades se mostraron reacias a esta y otras divisas.
Con el tiempo, algunas se han dado cuenta de su utilidad. Interesa el concepto y también la tecnología que las respalda: el blockchain. Una red de bloques segura y veloz que permite hacer transacciones sin que haya un tercero de confianza.
A medida que mejora la aceptación, muchos abogan por insertar estas ‘anárquicas’ monedas en el sistema. Es el caso de Touriño y Preukschat, quienes asistieron al Foro No Money que organizó el diario El País en Madrid.
Insertar las criptomonedas en el sistema
Según Alejandro Touriño, director del máster Legal Tech de la Escuela de Derecho del Instituto de Empresa (IE), cualquier fenómeno “que impacte en la sociedad”, como es el caso de las criptomonedas, debe contar con un marco jurídico claro. “Que arroje luz sobre lo que puedo y no puedo hacer”.
Alex Preukschat, coordinador del nodo Blockchain España, también dijo sí a la regulación. “Hacen falta leyes allá donde es posible que se apliquen. Hay aspectos que se van a poder regular, como la prevención de blanqueo e identificación de clientes. Otros, en cambio, no”.
Preukschat quiere que las leyes no limiten la capacidad de innovación. “Sé que choca con la esencia del bitcoin. Pero este nace en un mundo extremadamente centralizado. Mi esperanza es que se llegue a un punto intermedio”.
El papel del regulador
En este sentido, el fundador de Blockhain España pide a los legisladores cautela y comprensión. Necesita ambas cualidades ya que su objetivo -y para eso fundó su organización- es que el país, y también Latinoamérica, lideren esta nueva oleada tecnológica.
“Estados Unidos ya se impuso en la era del software. Ahora los principales países se organizan para liderar la era de las criptomonedas. En la City deLondres, Singapur y Dubái ya lo están haciendo. No podemos quedarnos atrás”, comentó.
Al respecto, agregó que en España el entorno todavía no es favorable. “Tenemos capital y talento, pero no nos organizamos porque tenemos un foco muy cortoplacista”.
El académico del IE, que comparte las ambiciones de Preukschat, hace énfasis en la figura del regulador. Esta suele estar asociada a una especie de cultura del miedo. Restrictiva y limitante. Y esto es lo que quiere cambiar. Aboga por una filosofía más permisiva. Que facilite la innovación y que garantice el capital y los recursos.
“Hace falta un marco regulador que no esté amparado en la figura del miedo. También hay que conseguir que los emprendedores no tengan que ir a Estonia a levantar financiación porque aquí no se puede”, comentó.
Delincuencia y especulación
Otra de las cualidades esenciales de las criptomonedas es la del anonimato. Esto no siempre es positivo. De ahí nace una de sus principales críticas: que el bitcoin es la divisa del crimen.
“Cuando se habla de financiación al terrorismo y blanqueo, el dinero que pasa por las criptos es irrelevante”
Según Preukschat, “cuando se habla de financiación al terrorismo y blanqueo, el dinero que pasa por las criptos es irrelevante”. En este sentido, Touriño insistió en “evangelizar”. En que la gente conozca los usos correctos de las criptomonedas.
Otras de las críticas comunes a las criptomonedas tienen que ver con la especulación inversora que ha surgido a su alrededor. Cuando el bitcoin se popularizó en 2017, pasó de cotizar a poco más de 1.000 dólares a principios de año a superar los 20.000 dólares el pasado diciembre.
Como un suflé, se ha ido desinflando y el precio del bitcoin ya ronda los 6.000 dólares. Gracias a esto, a que ya no está tan de moda hacerse rico con esta moneda, la presión mediática ha descendido, lo cual es una ventaja para una tecnología “aún en pañales”. Según el fundador de Blockchain España, “coincide que cuando el precio está bajo se genera más innovación”.