Juan Carlos Zapata (ALN).- “La vida nos preparó para esta experiencia inesperada”. La experiencia es el encierro en casa. Lo que no es nuevo para el alcalde de Caracas en el exilio, Antonio Ledezma. El gobierno de Pedro Sánchez decretó la semana pasada el estado de alarma que limita la movilización de los ciudadanos con el fin de combatir la propagación del coronavirus. En principio la medida es por 15 días. Pero los últimos reportes sobre el impacto, infectados y muertes, hacen prever que la restricción va a extenderse. ¿Por cuántos días más? Aún no se sabe. Pero Ledezma ya pasó por un encierro. “Viví 30 meses preso en nuestra vivienda, dos años y medio, encerrado en mi casa por cárcel, no podía salir ni a tomar sol”. El alcalde Antonio Ledezma vive en Madrid. Para él como para los cientos de miles de venezolanos del éxodo que viven en España, esta situación de encierro en casa provocada por el coronavirus, resulta “inesperada”. Seis millones de venezolanos han migrado huyendo de un régimen opresor y de pronto esto en España. Bueno, no sólo en España. La pandemia es mundial. De hecho, ya alcanzó a Venezuela.
El encierro apenas comienza en Madrid. La crisis se extiende. Hay que prepararse para aguantar. Pero cómo hacerlo. El alcalde Ledezma, ya lo dijo, ya pasó por ello. Aunque la circunstancia era distinta. Era un preso del régimen de Nicolás Maduro. Primero estuvo en la cárcel. Luego en casa. De allí escapó en noviembre de 2017. Llegó a Madrid. Primero explica cómo llevaba el encierro de Caracas y luego revela cómo lleva este nuevo encierro.
-Lo primero es mantener el buen estado de ánimo, no perder el sentido del humor, batallar con la adversidad usando la mente.
Ahora en el encierro de Madrid, obligado por el coronavirus y no decretado por Maduro, también lee. Sigue los noticieros de televisión. Busca documentales. Biografías de Hitler, Churchill. Le gusta curiosear la historia del Imperio Otomano. Sigue los diarios digitales que publican noticias sobre Venezuela: “Nos angustia la crisis de Venezuela”.
Ledezma se imaginaba haciendo caminatas por el cerro Ávila, la montaña emblema de Caracas, mientras en realidad caminaba dentro del apartamento. “Preparé una ruta separando muebles, con curvas y vías rectas, hasta cubrir centenares de idas y vueltas en ese mínimo espacio”. Señala que le dedicaba una hora y 30 minutos a la caminata. Una persona que viva en un apartamento en Madrid no tiene prohibido bajar al patio del edificio a caminar.
Luego Ledezma leía. Se hizo una rutina con varios libros. “Los colocaba en distintos puntos del apartamento”. En la sala. En la habitación. En la cocina, incluso en el baño. “Después escribía. Y escribía de todo. Desde registrar lo que había ocurrido en Venezuela o en el mundo ese día hasta versos, poemas, cuentos”. Ledezma es un político de verbo fluido. Conoce la literatura y la historia de Venezuela.
En aquel encierro de dos años y medio, “hacía ejercicios de yoga. Inventé nombres para cada posición corporal”. También pintaba. Hacía collages. Y cocinaba.
Hizo viajes imaginarios. “Esos viajes me ayudaron mucho”. Se iba hasta la infancia. A los tiempos del joven estudiante. Los viajes por cada pueblo de Venezuela donde fue dirigente del que era el principal partido, Acción Democrática. Volvió a viajar por el mundo. Recorrió los mismos lugares que conoció siendo secretario de Asuntos Internacionales de la juventud de Acción Democrática. Se entretenía enumerando nombres de aves, flores, líderes del mundo y deportistas. Había que evitar que la mente estuviera ociosa.
Dedicaba alguna hora del día a responder cartas o enviar comunicaciones a personalidades. Esto lo hacía con el apoyo de su esposa, Mitzy Capriles. “También evaluaba la situación de la Alcaldía Metropolitana de Caracas y las relaciones con los factores de la oposición”. Señala que “el apoyo familiar fue vital, especialmente el de Mitzy y los hijos. También la comprensión de los vecinos”.
Ahora en el encierro de Madrid, obligado por el coronavirus y no decretado por Maduro, también lee. Sigue los noticieros de televisión. Busca documentales. Biografías de Hitler, Churchill. Le gusta curiosear la historia del Imperio Otomano. Sigue los diarios digitales que publican noticias sobre Venezuela: “Nos angustia la crisis de Venezuela”.
Ahora está leyendo Bolívar, Libertador, la biografía de la peruana Marie Arana, que se lee como una novela. Lee la Novela Familiar de Blas Matamoro. Ledezma es un lector de biografías. Hay que oírlo hablar de Simón Bolívar. También relee una biografía del poeta venezolano, Andrés Eloy Blanco, el de Canto a España y Angelitos Negros. En tres años hará un siglo del premio que obtuvo Andrés Eloy Blanco en Santander por el Canto a España.
Por estos días, Ledezma se ha metido en la cocina. Hizo pasta pomodoro. Ha hecho lentejas y pollo a la plancha. Y es quien hace las arepas en casa. La arepa es el pan del venezolano, hecho con harina precocida de maíz. Se las hace a Mitzy. Y a ella le gustan.
Ledezma tiene una máxima. La aprendió en aquel encierro. La está aplicando en este: “La clave está en distribuir el tiempo y vencer el ocio”.