Valentina Álvarez (ALN).- Nunca un acuerdo comercial de los más de 60 que la UE tiene con otros países y regiones enfrentó tantas voluntades en contra: 22 de las 28 naciones de la Eurozona temen verse inundadas de alimentos producidos en Suramérica, el granero del mundo. Pero Europa necesita reaccionar ante el aislacionismo de Donald Trump y la voracidad comercial de los chinos. El desenlace será en diciembre, a pocas cuadras de la Casa Rosada.
Mezquina, insuficiente e inaceptable. “Lo que nos ofrecen son dos hamburguesas por habitante por año”, resumió un productor ganadero paraguayo la oferta que a principios de octubre los representantes de la Unión Europea -liderados por la ítalo-venezolana Sandra Gallina– le hicieron al Mercosur para carne bovina. Los europeos avisaron que sólo abrirían el mercado a 70.000 toneladas anuales, mientras que Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay esperaban un mínimo de 400.000 toneladas para sentarse a hablar.
A pesar de las apariencias, es la primera vez en casi dos décadas que el Mercosur y la Unión Europea están realmente cerca de firmar un acuerdo comercial. El jueves 9 de noviembre en la Casa Rosada tras reunirse con Mauricio Macri, el vicepresidente de la Comisión Europea, Jyrke Katainen, definió al Mercosur y la UE como “socios naturales” y aseguró que el acuerdo está “muy cerca”.
Desde Bruselas, Brasilia y Buenos Aires, aseguran que el acuerdo se firmaría en diciembre, durante la cumbre ministerial de la Organización Mundial de Comercio
La Eurozona, preocupada por el discurso aislacionista de Washington y la voracidad comercial de China, admite la necesidad de abrir nuevos mercados, pero aún sobra distancia del dicho al hecho.
La oferta de los europeos en carne bovina equivale a sólo 1% del consumo de la Eurozona y algo similar sucedió con los biocombustibles: los europeos ofrecieron abrir el mercado para 600.000 toneladas, cuando los sureños esperaban al menos cuatro veces más.
“Todo se decidirá al última hora, en el último minuto”, resume desde Brasilia Eduardo Serantes, productor agrícola argentino y dirigente del sector, consultado sobre cómo marchan las negociaciones que sigue en primera fila. La última ronda será en diciembre: sin acuerdo habrá una nueva frustración.
Carne por Audis
“Los europeos tienen esa manera de negociar; son feroces, hablan con la prensa, hacen una campaña para que la otra parte rebaje sus expectativas y después en la negociación final ceden un poco y la contraparte que creía que estaba todo perdido se siente afortunada”, explicó a este medio Gustavo Idígoras, quien fue negociador argentino ante la Unión Europea para temas agrícolas y es miembro de GPS, una red de entidades que busca la integración de la agroindustria del Mercosur y su proyección internacional.
“Lo que pedimos tampoco es una exageración: 5% del mercado de carne bovina de la Eurozona”, ilustra Idígoras.
Nunca un acuerdo comercial de los más de 60 que la UE tiene con otros países y regiones, enfrentó tantas voluntades en contra: 22 de las 28 naciones de la Eurozona le han puesto reparos de forma abierta. Aun así, desde Bruselas, Brasilia y Buenos Aires aseguran que el acuerdo se firmaría en diciembre, durante la cumbre ministerial de la Organización Mundial de Comercio que se celebrará en el Hotel Hilton de Puerto Madero, en la capital argentina.
Los conocedores simplifican lo que está en juego: “Lo que se discute es cuántos Audis sin arancel podrán vender los europeos en Brasil”, dice por lo bajo un productor del agronegocio veterano en este tipo de negociaciones, en referencia al mercado más apetecible del Cono Sur por sus 200 millones de habitantes.
Más quejas
Los industriales del Mercosur no están muy conformes con abrir el mercado a los europeos, pero sus reclamos no tienen tanto peso: la producción de alimentos representa 18% del PBI del Mercosur y la columna vertebral de sus exportaciones. En conjunto, Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay están en capacidad de cubrir un 33% de la demanda global de alimentos. De allí los temores de Irlanda, Portugal y Francia, que alertan de una inundación de productos del agronegocio suramericano en su vecindario.
España, en cambio, está más abierta a un acuerdo y es uno de los países que impulsan un tratado comercial con los suramericanos, según dijo el lunes 6 de noviembre en Bruselas la ministra de Agricultura, Isabel García Tejerina, donde reiteró los “estrechos lazos” del país con América Latina.
España está más abierta a un acuerdo y es uno de los países que impulsan un tratado comercial con los suramericanos
Mientras los negociadores trabajan para acercar posiciones, actores sectoriales buscan aprovechar el momento histórico. La semana pasada un grupo de 18 entidades del agronegocio argentino que concentran 65% del total de exportaciones del país a la Unión Europea, exigió en un comunicado al gobierno de Macri que trabaje por un acuerdo “equilibrado, con reciprocidad y amplio, que incluya los productos excluidos”.
El sector pide que no se hable sólo de aranceles y normas sanitarias, sino de prevenir las barreras comerciales del futuro: productos suramericanos serán frenados en los puertos del primer mundo si no pueden acreditar su origen sustentable. “Son las barreras al comercio que se vienen y no queremos ser reactivos, sino prepararnos para enfrentarlas”, aseguró Idígoras, exnegociador argentino ante la Unión Europea.